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El sol comenzaba a asomarse en la gran mansión; el joven Izuku empezaba a despertarse. Se sintió solo, pues no percibía la presencia del demonio Katsuki por ninguna parte de la gran mansión. Se asustó, pues no quería aceptarlo, pero terminó enamorándose de aquel ser, ya sea solo por el contrato que firmaron o por el tiempo que habían convivido. Nunca nadie lo había tratado como él.
Se puso de pie desesperado para buscarlo, pero en su momento de torpeza sus pies se enredaron en las sábanas y cayó, golpeándose contra el suelo. Se enderezó quejándose del dolor en el costado. Alzó su muñeca y notó que la runa seguía intacta. Recordó cuando leyó sobre el hechizo y que la runa solo desaparecería si el demonio ya no se interesaba por su contractor. Se sintió aliviado, pero aún así no podía evitar esa sensación de vacío en su pecho.
Salió de su habitación y lo comenzó a buscar por toda la mansión hasta que el sirviente de cabellos negros se cruzó en su camino.
—Joven amo, buenos días —hizo una leve reverencia—. ¿Quiere desayunar?
—¿Has visto a Kacchan? —el peliverde lo interrumpió, sintiéndose desesperado.
—El joven Katsuki salió temprano de la mansión, dijo que regresaría más tarde —respondió el joven, a quien seguía sin agradarle del todo la presencia del otro joven.
—¿No dijo a dónde iba?
—Lo lamento, joven, no dijo nada más allá de lo que ya le comenté.
Izuku suspiró. Se sintió un poco más tranquilo, pero aún tenía esa fuerte sensación en su pecho. Decidió que intentaría calmarse.
—Bien, llévame mi desayuno a la biblioteca. No quiero que me molesten a menos que sea algo importante —no esperó una respuesta del joven sirviente y se dirigió a la biblioteca, justo a la zona oscura. Quería encontrar la razón por la cual se sentía de esa forma, y si Katsuki no estaba, debía ser por algo. Confiaría en él, aunque en última instancia podría usar la runa para invocarlo.
Las horas pasaron y su demonio no regresaba a casa. Se estaba comenzando a desesperar. No supo en qué momento se quedó dormido sobre el libro que estaba leyendo. La noche llegó; un relámpago seguido por un trueno se dejó ver y sentir, ocasionando que el peliverde despertara de golpe. Se sentía liviano, estaba en una especie de trance; su cuerpo reaccionaba por sí solo. Se dejó guiar, salió de la mansión rumbo al cementerio familiar. Siguió avanzando hasta llegar al sitio donde invocó a Katsuki. Solo había una diferencia: la cripta del primer Midoriya conocido estaba abierta, y había unas escaleras que se dirigían hacia abajo. Sin saber cómo, su cuerpo seguía avanzando. Llegó al final de la cripta; el lugar estaba iluminado por varias velas ubicadas estratégicamente. En el centro, donde se supone debería estar el féretro de su antecesor, había una especie de cama de piedra.
Izuku salió del trance, se sintió mareado, perdió el equilibrio, estaba a punto de caer cuando unas fuertes manos lo sostuvieron de la cintura.
—Definitivamente no dejas de ser un Deku —sonrió arrogante el demonio—. Te dejo unas horas y terminas con unos golpes en ese hermoso cuerpo. Lo besó nuevamente con posesividad, lo cual también ayudó al joven Izuku a recuperarse de las lesiones que tenía ese día.
—¡Kacchan! ¿Cómo te atreviste a desaparecer todo el día? —le reprochó el joven, un tanto molesto por haberlo dejado solo, y solo obtuvo una risa del mayor.
—Mi pequeño Deku, ¿creíste que te abandonaría? —preguntó en un susurro cerca de su oído—. Eres mío y más ahora que tu patética venganza se ha completado.
El demonio no lo dejó hablar; simplemente lo tomó de la cintura con una mano, mientras que con la otra tomó su barbilla para besarlo nuevamente. Era un beso demandante, lleno de lujuria; poco a poco, la necesidad iba aumentando, el calor de ambos comenzaba a desbordarse. El joven humano deseaba poder probar eternamente ese fruto prohibido. El cenizo levantó por los glúteos al joven y los masajeó, sacando un suave gemido del peliverde. Sin desprenderse del demandante beso, lo colocó cuidadosamente sobre la cama de piedra que estaba llena de pieles.
—¿Estás listo para dejar que consuma tu alma? —preguntó el demonio al oído del peliverde, haciendo que este sintiera una corriente eléctrica en todo su cuerpo, y principalmente sintiendo cómo su entrepierna comenzaba a humedecerse y su miembro despertaba deseando más.
—Haz lo que quieras conmigo. Tu misión fue cumplida y ahora lo único que deseo es estar a tu lado toda la eternidad, incluso si eso significa que mi alma siempre sea atormentada —respondió sumiso el peliverde—. Hazme tuyo; deja que me quede a tu lado toda la eternidad.
El demonio sonrió; eso era todo lo que quería escuchar, y sin más, comenzó a desvestirlo. Empezó a apreciar cada parte de su cuerpo; no hubo pedazo de piel que no fuera tocado, adorado por el rey de los demonios. Fue preparado con una delicadeza que antes no había experimentado; el cenizo solía ser muy rudo, pero esta vez estaba siendo gentil. Quería demostrarle al joven humano que se había enamorado de él y que no había otra cosa que deseara más que fuera suyo y solo suyo.
Habían pasado unas horas. Izuku se sentía en una nube; jamás creyó que su Kacchan lo trataría de esa forma. Fue despertando y estaba abrazado a su amado demonio; su cabeza descansaba sobre el pecho descubierto del cenizo.
- Buenos días, Deku - saludó el demonio dándole un ligero beso en los rizos del menor.
- Buenos días, Kacchan - respondió avanzándose más al demonio; no deseaba soltarlo. - Pensé que ya no te vería - comentó con ligera tristeza en su voz.
- ¿Por qué creerías eso? - preguntó sentándose en la cama.
- Porque el trato era que me ayudarías a cambio de consumir mi alma - respondió. - Lo que leí en los libros de la zona oscura era que una vez que eso pasara, yo moriría y mi alma desaparecería dentro de ti.
El cenizo entendió a lo que se refería. Al principio, esa era la idea; su alma sería consumida por la oscuridad y alimentaría la fuerza del demonio. Pero se enamoró del joven; además, un rey siempre necesitará a su reina.
- Deku, quiero que me respondas algo - comentó, parándose frente a él. - Es cierto que hoy debí consumir tu alma, atarla a mi abismo de oscuridad para alimentar mi poder, pero no pude evitar sentir algo por ti por eso. - Se hincó frente al joven, mostrando la palma de su mano, donde estaba un hermoso anillo de oro negro con una enorme rubí rojo en el centro. El anillo tenía un diseño en forma de dragones que sostenían la piedra. - ¿Te quedarías al lado del rey de los demonios para gobernar el inframundo?
El joven Izuku no podría creerlo; estaba llorando. El vacío que sintió todo el día fue llenado; se dio cuenta de que él tampoco quería separarse del joven demonio, su Kacchan.
- Claro que sí, si me quedo a tu lado, Kacchan, no hay otro lugar donde quiera estar que no sea contigo - dicho esto, se lanzó a los brazos del demonio, quien lo recibió gustoso para luego darle un apasionado beso.
- Entonces te contaré un secreto, mi Deku - agregó al tiempo que le colocaba el anillo en el dedo anular del joven. - Nuestras almas fueron separadas hace más de mil años; nuestros destinos fueron separados en ese entonces. Estamos en la cripta del primer Midoriya Izuku que existió; es decir, tú eres la reencarnación y yo fui separado de ti por culpa de un mago oscuro que nos maldijo a mí como el rey de los demonios y a ti como un simple humano. Nuestros caminos no debían volver a juntarse, pero estamos aquí juntos por la eternidad.
El peliverde comenzó a llorar, pues dentro de él, un letargo de un recuerdo despertó; todo lo que pasó en aquellos tiempos lo recordó de golpe.
- Yo juré que encontraría la manera de llegar a ti nuevamente, amor mío - respondió entre lágrimas el peliverde mientras le daba otro profundo beso al peliverde.
- Lo sé, amor mío. Ahora somos fuertes y nadie más logrará separarnos. Es tiempo de irnos; tenemos que hacer el ritual para que seas un demonio, pero mientras traigas ese anillo, nadie podrá tocarte a menos que quiera morir.
El peliverde tomó su mano y ambos desaparecieron en una nube roja. Nadie supo nada más del joven Izuku ni del misterioso cenizo que llegó una noche después de la muerte de sus padres. Se dice que huyeron para nunca más volver o que era un demonio que consumió el alma del pobre joven que perdió a su familia; nadie sabe realmente qué pasó. Pero la vieja mansión de los Midoriya seguía en pie misteriosamente; nadie se atrevía a entrar, pues se decía que quien entraba ya no salía. Solo tres sirvientes estuvieron cumpliendo con el deber de darle mantenimiento y limpieza hasta que murieron, pasando los años.
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NUESTRO CONTRATO
ParanormalEl Joven Izuku tenia una vida de ensueño sus padres trabajaban con el rey eran una familia influyente hasta que un fatidico dia su vida dio un giro de 180 grados, sus padres y todos los que vivian en la mansion Midoriya fueron asesinados, todos exce...