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—¿Alguna vez te conté que tengo visitas diarias con un psicólogo?

YoungJae levantó la mirada en dirección a la pantalla de su computadora, desviando momentáneamente su atención de la pequeña creación de crochet que había empezado tan siquiera hacía unas horas atrás. JaeBum, del otro lado, metía animadamente el relleno característico de los peluches en la suya, una cereza del tamaño de un puño mostrando un rostro sonriente con sonrojos adornando sus mejillas siendo la "caracterización de YoungJae", como había declarado el pelirrosa una vez había tomado forma, exhibiéndola con orgullo casi infantil. Era otro día de pandemia y el aburrimiento hacía mella en las personas enérgicas; desafortunadamente, JaeBum era una de ellas, y YoungJae era su amigo, por lo que cualquier idea de entretenimiento le constaba a ambos. Así habían descubierto los peluches hechos de crochet y otros tantos experimentos que no habían salido igual de bien.

—Eso creo, pero no lo recuerdo muy bien —respondió en un titubeo.

—Tuve varios a lo largo de mi vida —contó tranquilo, alisando innecesariamente el "flequillo" de su cereza—. Muchos fueron pésimos... otros eran geniales, pero no permanecían porque se encariñaban conmigo, así que tenían que soltarme. Es una característica de gente débil, como mostrar los dientes.

—¿Los sentimientos? —arqueó una ceja. Decidió ignorar la segunda parte.

Pero ¿no se supone que los animales muestran los dientes para intimidar?, se encontró pensando de todos modos.

—Es poco profesional anteponer sentimientos sobre dinero, es un insulto a las personas jóvenes que se casan con vejestorios que están a un paso de visitar a Tutankamón sólo para tener con qué cubrir sus gastos aunque se les vaya la dignidad y el autoestima en el proceso. Eso es tener metas claras. Dinero. La felicidad es dinero, el dinero es la felicidad. Bros before hoes —era increíble cómo YoungJae había aprendido a mantener el rostro serio ante sus diatribas—. Bien pudieron quedarse callados y mantenerme como mascota. Si se encariñan, hay más probabilidades de que omitan anotar trastornos que me señalen como peligro para la sociedad.

YoungJae soltó un suspiro exasperado.

—JaeBum, no eres... —pero se tomó un momento para pensarlo mejor— ... tus trastornos no tienen que ver con que seas un peligro para la sociedad, esa es tu personalidad nada más. Además, no has herido seriamente a alguien.

JaeBum le lanzó la mirada que usaba JinYoung cuando quería hacerle saber a Jackson que estaba haciendo bastante difícil no perder su esperanza en el ser humano.

—Cuando era niño...

Ay, no, gimoteó YoungJae, otra anécdota traumática.

🍒

—No coman tan rápido —un pequeño JaeBum ordenaba, manos en caderas—. Son críticos, tienen que saborear.

Las dos cabras frente a él le dedicaban miradas en blanco mientras masticaban la "comida" que les había preparado, que consistía en las plantas que encontraba en la casa de campo de su madre y acomodaba de la manera en que había visto en sus programas de cocina. Todo un chef.

—Jelly, cariño, ven a almorzar —su mamá llamó desde la puerta, ladeando la cabeza con cierta curiosidad—, ¿estás dándoles de comer?

JaeBum asintió.

—Están en una dieta de ensalada —levantó uno de los tantos platos en los que había dejado su creación, acercándoselo a su madre con el pecho hinchado de orgullo por su decoración.

—Aigoo, mi pequeño pavo real, ¿qué tienes ahí? —su sonrisa llena de amor se crispó al ver el tipo de planta en el plato, alzando la cabeza justo para captar a las cabras cayendo por turnos al suelo con un golpe seco.

JaeBum hizo un ruido disgustado.

—Así no se comporta uno en un restaurante de lujo. ¡Groseras!

Las cabras no despertaron ese día.

Días después, volvieron diferentes. Su madre le contó que era un cambio de look, como los de sus programas, y le prohibió terminantemente volver a darles ensalada. Un cambio de dieta, había dicho.

Casi diez años después, entendió.

🍒

—Soy una persona horrible —apoyaba la frente en la palma de su mano, negando. YoungJae lo miraba con simpatía.

—JaeBum...

—Les generé un problema alimenticio, como un bully. Las puse a dieta y dañé su autoestima al grado en que tuvieron que cambiarse de look para sentirse mejor —la culpabilidad teñía su rostro. La mandíbula de YoungJae cayó—. Dime, ¿quién hace eso? Así es, gente horrible. ¡Un bully, soy un bully! —se estiraba los cabellos—. ¡Soy un alma fea que intenta compensar con abundante belleza física!

En medio de su crisis, sacó su teléfono y empezó a tomarse fotos mientras seguía hablando mal de sí mismo, haciendo pausas para posar y volviendo al llanto cuando no.

Del otro lado, en la boca de YoungJae se coló una mosca.

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⏰ Última actualización: Nov 15, 2023 ⏰

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