2.

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YoungJae caminó a paso rápido hacia la cafetería con el pelirrosa casi danzando detrás de él. Esperaba que en algún momento chocara los talones y desapareciera a Kansas porque ese chico era todo un personaje sacado de quién sabe dónde. No solo le obligó a hacer todo el trabajo, sino que parecía haber desarrollado un extraño resentimiento hacia él. Lo demostró cuando otro compañero se ofreció para ayudarle y JaeBum le gruñó un "no necesitamos tu ayuda", asustando la mierda fuera del muchacho. YoungJae casi se echó a llorar al ver perdida su oportunidad de reducir la tarea a al menos la mitad. La vida era injusta con los nuevos.

—Cerecita —le llamó el chico y casi como si hubieran accionado algo en él, YoungJae echó a correr, perdiéndose entre los alumnos. JaeBum sonrió de lado—. ¿Cree que no sé que va a la cafetería? Su estómago gruñó durante toda la clase —sacudió la cabeza y avanzó tranquilo hasta el lugar, guiñándole un ojo a la gente que se detenía a mirarle como si fuera un bicho raro; mirada que interpretaba como una de admiración. Sí, JaeBum era de esos chicos... más o menos.

—YoungJae —el chino le tomó entre sus brazos con la idea de aplastarle con cariño a modo de saludo, pero cuando se encontró con su espantada mirada sólo pudo parpadear—, ¿qué sucede?

—Hay un chico raro siguiéndome.

—¿Un chico raro? —preguntó JinYoung, tomando asiento frente a la mesa y dejando una botella de jugo en esta—. ¿De casualidad tiene el cabello rosa y unas pintas de payaso?

—¡Sí! —exclamó con un puchero inconsciente, sentándose frente a él con Jackson yendo al lado de su mayor porque tenía una obsesión con pegarse a JinYoung y frustrar todos sus intentos de ganar espacio—. ¿Cómo lo sab...? Está acercándose, ¿verdad?

—Aunque seas tonto, veo que no te falla la intuición —respondió el mencionado, lanzándose a sí mismo la silla junto a él. JinYoung largó un suspiro lleno de pesar.

—Vivía con el miedo de que algún día me relacionaran contigo en el colegio.

—¿Se conocen? —YoungJae inquirió, alejando sutilmente su silla de JaeBum.

—Claro, tuve la desgracia de conocerlo cuando apenas era un niño y él una rata en desarrollo —cruzó los brazos, mirando seriamente a su mejor amigo que sólo sonreía con malicia, recordando todas sus travesuras y perdiéndose el insulto.

—Pero nunca antes se había sentado con nosotros —comentó Jackson, curioso—. ¿Qué está pasando?

—Parece que tiene algo por YoungJae —ladeó la cabeza y cuando el pelinegro estaba por preguntar qué quería decir con eso, sintió una mano jugar con sus largos mechones en un inútil intento de rizarlos porque estos se deslizaban libremente entre sus dedos, finos y suaves. No sabía si pegar un salto por el repentino contacto o disfrutarlo porque los mimos eran una de sus debilidades; pero, de nuevo, ¿quién era ese chico y qué quería con él?

JaeBum mantenía la vista fija en su rostro, dejando sus ojos vagar por cada detalle como si estuviera admirando una obra de arte con un gran trasfondo. Eso lo hacía sentir raro. Nadie nunca lo había mirado con tal profundidad, y si él se creía impresionado por esto, es que no había notado la expresión de JinYoung.

—¿Por qué los miras como si estuviesen haciendo cochinadas sobre la mesa? —Jackson se acercó a su oreja para susurrarle, sin apartar la vista del encuentro. La nueva y futura parejita –futura parejita porque él planeaba hacer algo con ello- se veía perdida en su propia burbuja.

—Es que —parpadeó una, dos veces antes de alzar las cejas y dejar salir con un tono de voz que denotaba sorpresa—: JaeBum nunca había demostrado interés por algún ser fuera de sus padres, sus gatos y yo. En ese orden.

Jackson se encontró con sus ojos.

—¿Crees que funcionarán?

—Soy Im JaeBum —salieron de su trance para prestar atención a las palabras que soltaba el pelirrosa, sujetaba una mano del pequeño sol con tal delicadeza que esta daba la impresión de ser una preciosa pieza de cristal, cosa que los rayos de sol pegando contra tal brillante palidez no ayudaba a desmentir—. Y tú serás mío.

JinYoung estaba por sufrir un aneurisma al momento en que el rostro de YoungJae se vio invadido de un rojo tan fuerte como el color de sus labios. Su pequeño iría a parar a los brazos de esa bestia rosa a la que llamaba mejor amigo. Esa bestia que apenas tenía interés por alguien fuera de su reducido círculo de cuatro personas, entre ellas sus padres, su tía y JinYoung, este último sólo encajando después de dos largos años; la bestia que cuando le contaba algún problema que tenía que ver con sus amigos le respondía "discúlpame, pero me importa una mierda", que sólo demostraba tener sentimientos cuando sus seres queridos sufrían algún bajón o cuando se trataba de animales; la bestia que no permitía que le tocaran a no ser que fuera absolutamente necesario y rehuía de los demás humanos como si fueran la misma peste.

Esa bestia que pisoteaba el mundo y ahora sucumbía ante los brillantes ojitos de YoungJae.

—No sé si funcionará —respondió—, pero no me perdería el proceso por nada del mundo.

—¿Ni siquiera por mí?

—¿Y tú quién eres?

—Me dueles, me quemas, me lastimas —le chilló, sujetándose el pecho.

—¿Se pueden callar? —gruñó JaeBum, alejando sus labios del dorso de la mano de YoungJae donde había depositado un pequeño beso—. Estoy en medio de un ritual de apareamiento, muchas gracias.

YoungJae lanzó una fuerte carcajada, y si JaeBum aún tenía dudas en su corazón, eso había terminado de flechar hasta su alma.

«Ah, parece que sí tenía sentimientos.»

pink as my dickDonde viven las historias. Descúbrelo ahora