20.

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El día se sentía demasiado tranquilo para su gusto.

JaeBum había estado la mayor parte de la clase en silencio, sólo jugando con los hilos sueltos de los vaqueros negros de YoungJae o sus dedos de vez en cuando si es que no estaba haciendo anotaciones en su cuaderno, cosa que sólo aumentó la preocupación del pelinegro porque usualmente JaeBum no necesitaba hacer eso, su memoria pudiendo retener hasta la cosa más estúpida oída a lo lejos. Así que se decidió a preguntarle entre susurros qué pasaba, sintiendo más alivio del que esperaba cuando el chico no se guardó el porqué estaba con el ánimo tan bajo, contándole sobre el aniversario de muerte de una de sus mascotas a quien había enterrado junto a las otras en el cementerio cerca del orfanato, mostrándose culpable por no haberlas podido cuidar mejor y a YoungJae le había pesado tanto verle tan mal que, antes de pensarlo, se le había escapado la idea más estúpida que pudo habérsele ocurrido.

Entonces, ahí estaban.

Después de conversar sobre cómo podían ir las cosas, JaeBum lo había dejado en su casa, aprovechando para informarle a la madre de YoungJae que esta noche tenía una cita con su hijo antes de que ambos se tomaran de las manos y festejaran con sonrisas cómplices y susurros mezclados con grititos, ignorando por completo la presencia del pelinegro que se limitó a juzgarlos desde las escaleras que llevaban a su habitación antes de suspirar y marcharse sin decir una palabra por el bien de su salud mental. Llegados a ese punto, sabía que lo mejor era dejar las cosas fluir.

Como el agua bendita que tenía en mano.

A veces ser invitado a bautismos tenía sus ventajas.

—¿Qué estás buscando? —preguntó el pelirrosa apoyado en la puerta de su habitación, haciéndole soltar el frasquito de plástico. Allá iba su oportunidad de evitar una posesión demoníaca.

—¿Hace cuánto estás ahí?

—Desde que empezaste a murmurar sobre que en Constantine el agua bendita debilitó a los demonios lo suficiente para que él pudiera dispararles con sus armas también benditas —ladeó la cabeza y recogió el frasquito que ahora sólo tenía la mitad del contenido, estudiando la foto del bebé en ella—. Que criatura más espantosa. Deberían haberle echado esta agua a ella para exorcizar el infierno de rostro que le dieron.

YoungJae sacudió la cabeza, guardando el frasco en su bolsillo mientras JaeBum se rebuscaba en su mochila hasta dar con un contenedor de comida.

—Mi madre les mandó esto, iré a dejárselo a mamá —sin darle lugar a quejas por haber llamado a la madre del pelinegro "mamá" de nuevo, se giró y, antes de marcharse, dijo—: Oh, no olvides llevar algún cuchillo por si ocurre algo.

—¿Cuchillo?

—Soy de barrio.

YoungJae, sin atreverse a pensar demasiado en qué implicaba eso, aprovechó la distracción a su madre para ir a la cocina en busca del cuchillo, abriendo el cajón cautelosamente para que no se notara en la cámara lo que iba a hacer, por si a su madre se le antojaba justo ese día ponerse a repasar los videos.

Con la suerte que tenía, pasaría justamente eso.

Escabulló la mano silenciosamente, haciendo una pausa a medio camino.

¿Qué pasaba si le atrapaba la policía con un cuchillo? ¿Qué podría decirle?

Apartó la mano casi con reticencia pero pensando en que eso lo salvaría al menos si los descubrían las autoridades y no tendría que explicarle a su madre qué hacía con un cuchillo en un cementerio de noche cuando se supone que estaba en una "cita" con JaeBum.

Satisfecho con su decisión, le hizo una seña a JaeBum, se despidieron de Youra y se marcharon.

🍒

—Ya que estamos yendo a ver mascotas —rompió el cómodo silencio -todo lo silencioso que podía ser con el ruido de su motor pareciendo una lavadora- el pelirrosa un poco sobresaltado con lo que había olvidado informarle a su chico—, ¿recuerdas que llevé al sapo?

—Cómo olvidarlo si cuando me dejaste en casa se había orinado tanto que se rompió el cartón y tuve que perseguirlo contigo para que me orinara de nuevo —si su voz evidenciaba su resentimiento, no se sentía culpable.

JaeBum, despistado, continuó:

—Lo llamé Hikigaeru. Significa "sapo" en japonés. Bueno, me encontré a un hermoso ratón hace unos días y creí que podrían hacerse amigos, así que los dejé jugando pero iniciaron una pelea a muerte y murieron los dos. ¡Ni siquiera sé cómo murieron! —suspiró, negando varias veces con la cabeza—. Lo lamento, cerecita, no tengo la capacidad para criar bien a nuestros hijos, pero daré todo mi esfuerzo.

—¿Qué dices...?

Y, a sólo pasos del cementerio, oyó el tintineo en la mochila de JaeBum cuando la moto dio un salto en el horroroso camino.

Al segundo presintió que algo malo se avecinaba.

Sin preguntar, encendió la linterna de su móvil y entreabrió la mochila, husmeando y encontrándose con la sorprendente visión de varios cuchillos y navajas de diferentes colores, algunos brillando en tonos arcoíris y... se hubiera entretenido más en eso si no estuviese ya gritándole a JaeBum sobre las armas.

JaeBum estacionó junto a unos árboles, queriendo esconder su pequeña chatarra entre las sombras para que nada le pasara, deleitándose con el enojo de YoungJae como si fuera un espectáculo hecho sólo para él. Y, más o menos, así era.

—No entiendo por qué haces tanto escándalo si ya viste todo lo que tengo en el cuerpo —refunfuñó guiándole hacia la entrada de alambres rotos del lado izquierdo del cementerio donde podían colarse sin que nadie los notara.

—¿Qué...? —giró ligeramente la cabeza y parpadeó con lentitud, casi temeroso—. ¿Qué tienes en el cuerpo? —y de pronto todo pareció más claro, porque si tan sólo hubiese prestado más atención desde el principio ciertamente las navajas que tenía encajadas en los hoyos de sus jeans rasgados no pasarían desapercibidas... y tampoco el pequeño bulto junto a su cintura que, tras JaeBum alzar su polera notando su curiosidad, resultó ser un taser—. ¡¿Por qué tienes un taser?!

Excelente, YoungJae, le preguntas por el taser pero no por las treinta navajas que carga sólo en su cuerpo.

—¡El manual básico de ataque dice que debes tener un taser!

—¡Yo no tengo un taser!

—Es que yo soy del sexo débil.

—JaeBum, tenemos el mismo sexo.

Entonces el pelirrosa le dio la espalda, se metió por el desastroso hoyo y avanzó, murmurando entre dientes:

—Mismo sexo sí, y aun así sexo no.


🍒🍒🍒🍒🍒🍒🍒

Lamento muchísimo la tardanza, estuve muy ocupada con los caminos de la vida. (?)

ESPERO QUE LES ESTÉ YENDO MUY BIEEEEEN. Mañana voy de viaje para probar acupuntura con el tremendo terror que le tengo a las agujas. Deséenme una muerte pacífica.

LOS EXTRAÑÉ MUCHO. CÓMO ESTÁN. SE VIENE EL COMEBACK Y NO DOY DE EMOCIÓN.

Por cierto, me registré en una página de daddy kink como pibe y desde entonces no paran de salirme anuncios que dicen "chicos gays quieren follar". Socorro.

pink as my dickDonde viven las historias. Descúbrelo ahora