-'๑'- Advertencias: Obscenidad, sexo en la habitación del hotel, primeras veces, sexo p > v, menciones de cicatrices, oral (fem recibe), digitación, toji es bastante joven en esto, asfixia, dom malo, diferencia de tamaño, nalgadas en el coño.
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conocías a toji desde hacía bastante tiempo, desde que te uniste a un grupo aleatorio de facebook para moteros después de comprarte tu nueva bmw m1000rr.
por supuesto, no había muchas mujeres en el grupo, pero toji era el más simpático. hicieron muchos viajes juntos. los trayectos interurbanos con él eran tus favoritos.
los dos paraban en un hotel de la autopista, comían bien y pasaban la noche para seguir viaje mañana. todo era perfecto.
resultó ser otro viaje interurbano en el que participasteis tú, toji y otros dos chicos del grupo, satoru y suguru.
era casi la 1 de la madrugada y su moto se estaba sobrecalentando. todos se pusieron de acuerdo y decidieron pasar la noche en un hotel mientras sus motos se enfriaban.
como siempre, satoru y suguru reservaron una habitación juntos al igual que tú y toji. por desgracia, el hotel no disponía de ninguna otra habitación que tuviera dos camas separadas.
era solo una cama tamaño king para ti y toji. era bastante incomodo pero toji no vio ningun problema en ello.
Pronto les dieron las llaves de las habitaciones y se dirigieron a su habitación.
"¿Quieres ducharte primero o.. ?", preguntó Toji con su voz ronca y ronca, que nunca dejaba de provocar escalofríos de los buenos.
"Puedes adelantarte", le dedicaste una sutil sonrisa. Él asintió y se colgó una toalla del fornido hombro.
Espera, ¿te he dicho que está sin camisa delante de ti? ¿Te has dado cuenta? No, hasta que ha cogido el móvil que estaba detrás de ti en la cama y su cintura casi choca con tu cara.
¿Te da escalofríos, verdad? Tú también lo pensaste, pero luego te diste cuenta de que está buenísimo.
nunca se le vería con un atuendo que no fuera su traje de ciclista. diablos, ahora mismo no había atuendo excepto los pantalones de ciclista que abrazaban sus musculosos muslos y pantorrillas tan perfectamente.
No podías dejar de mirarlo. Claro, era un espectáculo. Los tatuajes alrededor de los brazos y las clavículas, la gruesa cadena de platino que le colgaba del cuello, algunas cicatrices esparcidas por el pecho, cómo se las había hecho, el rastro y las venas que le llegaban hasta los pantalones...
sacudiste la cabeza violentamente. definitivamente te estabas dejando llevar por su figura que era positivamente una obra tanto de afrodita como de hefesto.
