Capítulo 28: el reconocimiento rojo

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A menos que aprenda a mirar a la pena sin temblar ante sus ojos ciegos de lágrimas, y a tomar del placer sin miedo cualquier don que me haga sabio. A menos que aprenda estas cosas en la tierra, ¿para qué nací?

- Sara Teasdale, "Canciones de dolor: Lecciones"

La embarcación se tambaleaba sobre el mar picado, mientras Carmen se ataba la bolsa impermeable al pecho. A un kilómetro de distancia, una isla surgía del fiordo, invisible en la oscuridad, esperándola. Odiaba las aguas abiertas por la noche. Lo que era hermoso durante el día, se convertía en un vacío amenazador, y a Carmen no le importaba la duplicidad.

Unos delicados dedos se posaron en su brazo y Carmen desvió su atención de las ventanas de la cabina hacia Jules. Ella le pasó a Carmen su casco y se subió al banco para ayudar a fijarlo al tanque de aire. "El traje de neopreno es muy favorecedor", mencionó sin ningún sutileza.

Carmen se rió del cumplido. "Sólo te gusta porque es apretado".

Se oyó un clic cuando la manguera se encajó en el tanque. "Eso y te deja el culo fenomenal". Julia bajó de un salto, casi perdiendo el equilibrio cuando el barco se balanceó.

Sus manos se entrelazaron y Carmen la miró sonriente, negando con la cabeza. "Te Amo".

"Y me encanta tu trasero".

Carmen le subió las gafas de Julia por la nariz. "Eres un caso". Sus ojos se paseó por las pecas de su cara, apenas visibles a la tenue luz de la cabina. Carmen soltó un suspiro. "Deberíamos llamar a Player", decidió antes de que la conversación o su pensamientos se les fueron de las manos.

Julia abrió el portátil y pulsó el icono con forma de sombrero blanco. Una ventana maximizado, y el joven hacker llenó la pantalla. "¿Cómo están, chicas?"

Carmen prefirió pasar por alto el terrible acento. "Encantada de verte, Player".

"¿Cómo está Escocia?"

Perhaps a rain check then by Estillis (Carulia)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora