Capitulo 10

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Los rayos de luz que se colaban por mi ventana fueron los que me despertaron, cuando abrí los ojos, lo primero que me fije es que no dormí sola, que Alejandro fue mi almohada durante el tiempo que me dormí, Oh ¡Dios! se quedó a dormir aquí, tenía que ir a clases

- Alejandro, vamos despierta ya es tarde.

- Mmmmmm - se quejó.

- Caos despierta, te vas a meter en problemas.

- Tengo sueño, déjame dormir un ratito más.

- Ale, vamos es tarde.

-¡Bien! ya me desperté ¿Contenta?

No podía creer que ese chico, se quedó a dormir en mi casa, solo porque deseaba consolarme, ahi reaccione de nuevo, la punzada de dolor en mi corazón regreso, Mi tio John muerto y a miles de kilómetros de distancia.

Alejandro se sentó en la cama y se colocó a la par mía.

-¿Qué pasa?

-No le dije que lo amaba - me hice bolita en mi lugar.

- Él lo sabía Renata, no te atormentes por eso.

-No entiendo porque no puedo ser tan espontánea demostrando mis sentimientos, porque me cuesta decir "te amo", "te quiero".

- Todos lo hacemos de diferente manera, Natita

-Yo a él lo amaba, y nunca se lo dije, ese abrazo que le di no pensé que sería el últim.....

Mi voz se volvió a quebrar y volví a llorar desconsoladamente, Alejandro alargó su brazo, y me volvió abrazar, dándome todo su apoyo, su calor, su fuerza, este chico era único en su clase.  

-No te sirve de nada atormentarte, Renata, se que él sabía cuando lo amabas.

Me limpie mis lagrimas y me acerque un poquito más, me puse de cuclillas para alcanzar sus labios rosados y lindos, lo bese, fue un beso corto pero dulce, me aparté y le sonreí era un excelente apoyo.

-En serio muchas gracias Caos.

-No hay de que.

- Ahora si tienes que irte, te van a regañar.

-Creeme tu vales la maldita pena Natita.

Sonreí y lo volví abrazar, no se como Diosito me mando a este increíble chico pero aquí estaba y me estaba haciendo feliz muy feliz tenerlo en mi vida.

****

- Vamos Renata, que llegamos tarde - mamá estaba devastada se le notaba.

- ¡Ya voy! - cogí mi maleta íbamos para el aeropuerto.

Salimos de casa y papá iba a llevarnos al aeropuerto, aún siento que todo esto fuera una pesadilla, que mi tío sigue vivo, era tan joven, el hijo más chiquito de mi abuela, tuve que suplicarle a mi madre que me dejara ir con ella, tenía que estar ahí, era el último adiós.

Después de unas largas horas llegamos a la misa, salude a las personas que conocía y cuando llegue a su ataúd, sentía que me estaban hundiendo una daga en mi corazón, se había ido, nada era mentira, mi tío favorito, mi amigo, mi otro papá, mi consejero, ¿con quién iba a chismosear ahora?, ¿con quién iba a criticar? Si sólo con él lo hacía, y ahora estaba muerto.

Sentía que no podía respirar, el corazón me iba muy rápido, las piernas me flaqueaban, mis manos sudaban en cualquier momento iba a caer al piso, de repente mi teléfono comenzó a vibrar, conteste como pude.

- Dijiste que me ibas a llamar cuando llegarás y no lo has hecho, me preocupó ¿cómo van?

- ¿Caos?

- El mismo, ¿Qué pasa natita?

- Si, ya llegamos, disculpa por no avisarte.

- Disculpas aceptadas.

- Creo que estaba a punto de tener un ataque de pánico

- ¿Qué?

- Los había leído antes y tuve casi lo mismo, pero tu me llamaste y desapareció.

- Así que fui luz en la oscuridad.

- Parece que sí Alejandro.

Sé que él no podía verme pero estaba sonriendo, siempre me sacaba una sonrisa cuando más lo necesitaba, era una curita a mi corazón roto.

InexplicableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora