III

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Capitulo 3: Sabor.
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Donatello había llegado al cuarto de Leonardo, abrió la puerta de la habitación y entro; ignorando el desastre que había se dirigió a la cama de su gemelo, depositando a la tortuga de orejas rojas en el colchón. Agarró las sábanas y tapo al contrario, antes de irse quedó observando a su hermano. — Como llegas a ser molesto. —. Murmuró, dio media vuelta para irse, aunque un jalón en su suéter no lo permitió.

— No te vayas... —. La voz de Leonardo salió suplicante, el de morado volteo a verlo con Confusión, ¿No estaba dormido? — Ven a la cama, duerme. —. Jaloneo al de morado.

— Leo, tengo mi propia habitación, descansa mañana hablamos. —. Menciono agarrando la mano de su hermano, no le gustaba que le jalaran la ropa.. era de marca.

— Ya estás aquí... Mng... Ven durmamos juntos. —. Se aferró a la prenda del morado.

— Ya no tenemos 5 años, Leo, ya sueltame. —. Menciono soltando un leve gruñido. Hace años solían dormir juntos debido al temor que ambos llegaban a tener a la oscuridad, pero, ha habían crecido, no volverían a dormir como antes; ya nada era como antes.

— Mnh... Yo aún tengo 5, ven, tengo miedo. —. Respondió volviendo a dar otro jalón solo que con más fuerza.

Donatello se quedó mirando un momento con molestia al otro, aunque al final cedio. Se acercó a la cama y tomo asiento en el colchón.

— Dije dormir, no acompañar. —. Don rodó los ojos. — Me lo debes después de aquel golpe que me diste con esa llave iglesia. —.

— Es inglesa. —. Corrigió. Ya había pasado un mes desde aquel incidente, pensó que ya estaba bien con su hermano después de arreglar las cosas, vaya que era un rencoroso. — Deja me quitó el protector. — menciono realizando lo dicho; acomodo el caparazón de batalla a un lado de la cama. — Resentido. — Entro a la cama y de tapo con las sábanas.

— No soy resentido, solo sé usar cosas a mi favor... —. Exclamó con una sonrisa, tomo asiento en la cama y se retiro su equipaje y bandana lanzandola al piso. — Aparte no es como si no hayas hecho algo para arreglar ese error tuyo. —. Miro con algo de recelo al contrario, Don le miro con incredulidad.

— ¡¿Disculpa?! Estuve todas las semanas pegado contigo después del incidente, dijiste que todo estaba bien. —. Explicó el morado, Leo continuo mirándole con recelo por unos momentos aunque al final soltó unas risas suaves; cosa que ofendió más al científico.

— Estoy jugando, Dee. Lo de aquella vez también fue mi culpa. —. Hablo con calma. — Vaya que te alteras fácil, vamos relájate. —.

— Vienes y me atacas con eso, ¿Cómo no quieres que me altere?... —. Soltó un suspiro y se retiro sus goggles los acomodo junto a su caparazón de batalla. — Si vamos a estar de resentidos; quiero recordarte aquella vez que quisiste comerme en el bosque. —. Carcajadas salieron de la tortuga mexicana.

— ¡¿Y el resentido soy yo?! —. Soltó unas cuantas risas más. — Don, eso fue hace años. —. Miro con asombro al otro, ¿Cómo podía aún recordar eso?

— Pero intentaste comerme... De todas maneras no era un excelente plan comerme. —. Agarró la cobija y de enrollo un poco es está, Leo quedó mirando a su gemelo.

— ¿Por qué lo dices? —.

— De los cuatro si debemos comer a alguien para sobrevivir sería a Raphael. — respondió en un tono obvio. El de marcas rojas se le quedó viendo, ¿En verdad tenía planeado a quién podrían comerse? — tú serías mi última opción para comer. —.

El contrario soltó un “gasp" y con indignación llevo una mano a su pecho. — Tengo muy buen sabor para tu información, Rapha no se compara a mi. —.

just one bite, Leonardo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora