El patito feo y el príncipe [Jamie Flatters]

27: Propuesta.

Caer enferma no estaba en mis planes.

Pero para ser honesta, comencé a sentirme así desde aquel momento en el laberinto de los espejos, mientras perdía mi poca dignidad besando a Jamie Flatters. Y no, definitivamente en ese instante no era fiebre lo que hacía subir mi temperatura corporal, tampoco era la causa de mis incontrolables náuseas. Al lograr salir del laberinto, Jamie ya no estaba, al igual que sus amigos, solo se quedaron Brianna y Sheila.

Al parecer Flatters le la había dicho que se tenía que ir por una supuesta emergencia.

Eso fue hace una semana.

Cuando llegué a casa, confundida por mi realización y todo lo que pasó, caí dormida en mi cama. No fue hasta la madrugada que me levanté para ir al baño en medio de escalofríos y dolor de cabeza, estaba tan desorientada que no caí en cuenta de que me desmayé en la puerta del baño. Anemone me encontró, su grito de susto me levantó de mi estado de inconsciencia.

Y bueno, como a todos en esta casa les gusta exagerar, me llevaron de urgencias al hospital.

Solo tenía influencia.

Para verle el lado positivo a la situación, me salté una semana de clases. Lo único que he hecho es dormir, comer e ir al baño. Hoy es jueves, por fin logré darme un ducha después de seis días, seco mi cabello mientras oigo ruido fuera de mi habitación. Mi familia se va a pasar el finde en la casa de un tío en las montañas, van a esquiar.

Yo obviamente no estoy en condición de ir todavía, tengo que mantener mi fiebre al borde con pastillas y lo ideal es que no salga bajo ninguna circunstancia.

Y se preguntarán qué pasó con Jamie y el hecho de que admití que me gusta... bueno, pues nada.

Me ha ignorado, ni un mensaje ni una llamada es capaz de mandarme. Se supone que soy la que debería estar enojada con él, pero desde ese día en el parque de diversiones, no lo he vuelto a ver.

Pero creo que es algo bueno después de todo, así puedo retractarme sobre mi confesión interna.

No me gusta Jamie Flatters.

Es un manipulador y poco hombre.

¿Quién besa a una persona, se confiesa y la ignora por una semana?

Definitivamente no alguien del cual yo llegue a gustar.

Me siento estúpida, porque no puedo dejar de pensar en él y en lo mucho que parezco extrañar su odiosa presencia. Quiero tirarme por la ventana. Mi cuerpo cede al cansancio después de secarme el cabello y quedo medio dormida en el sofá de la sala mientras veo televisión.

—¿Jojo?—escucho la voz de papá entre mis sueños. Su mano se posa sobre mi frente—tienes que tomarte la pastilla.

—No lo digas así, me hace sentir como una viejita—aún con los ojos cerrados, me levanto y quedó sentada sobre el sofá.