Esta bien si lo haces

1.4K 162 41
                                    

Les costaba creer que, después de todos los momentos vividos, aquel hubiera sido el primer beso compartido entre ambos. Si bien, se había dicho <te quiero> en otras ocasiones, nunca había sido con ese significado. No, jamás se había mencionado el aprecio que sentían por el otro a menos de estar en peligro o con tono humorístico (aquella maldición llamada "masculinidad frágil" también afectaba a los hechiceros). Convencidos de que el otro se lo tomaría negativamente, habían reprimido sus sentimientos hasta el fondo de su ser. Pero ahora se estaban besando, saboreando el aliento del otro sin preocuparse de qué estaría pensando porque sabían que pensaban lo mismo. Porque sabían que se querían y que no había nada de malo en eso. Aquel día supieron lo que era besar a la persona de la que estabas enamorada y conectar con ella, literalmente.

Suguru despertó a causa del frío que estaba sintiendo en su espalda, dándose cuenta que estaba al descubierto. Se habían quedado dormidos, abrazados y desnudos, con el cuerpo del otro y una manta de tamaño individual como única fuente de calor. La manta ya había sido adueñada por el albino, que dormía de espaldas a él.

"Toda la manta para ti y encima me tienes abrazándote, ¿es que nunca tienes suficiente, Satoru?" Bromeó, incorporándose para robarle la manta que era agarrada con fuerzas por el mencionado. "Estoy congelado, vamos, déjame un trozo al menos." Le sacudió el hombro para despertarle, pero al posar la mano sintió como el cuerpo del otro tenía una elevada temperatura. "Venga, que tú estás cal... ¿temblando? ¡Coño, la fiebre!".

De golpe, aterrizó en la realidad. Recordó el estado del hechicero más poderoso cuando lo encontró en aquella colina, los dos días de incertidumbre pensando que realmente podría morir, la noche en la que despertó y casi se arranca los ojos. Recordó que estaba enfermo y que su objetivo era cuidarle. ¿Para qué? ¿Para qué iba a cuidarle, conseguir que se pusiera mejor y volviese a su usual poder, pudiendo aprovecharse de su estado de debilidad para avanzar con su plan? La paradoja no paraba de resonar en su mente pero, era todo tan instintivo. Hacerle daño nunca había sido una opción, ¿por qué no podía, o por qué no quería? Y, al verle colapsado en el suelo, no se lo pensó dos veces al exorcizar la maldición que lo amenazaba para sacarlo de allí. Tampoco se pensó dos veces cuando le llevó al templo, ni cuando lo acostó en su cama, ni cuando dio la orden de no entrar en la planta donde iba a quedarse, ni cuando buscó a la mejor médico en sus contactos, ni la transfusión de sangre, en ningún momento se había replanteado su decisión de hacer todo lo posible para salvarle. ¿Y ahora? Ahora tampoco.

Se vistió, sin saber muy bien lo que se estaba poniendo. Pantalones negros y jersey marrón, solía usarlo los días fríos en los que prefería pasar de paisano. No iba a salir del templo, o al menos no estaba previsto, pero ponerse su traje tomaba tiempo -el cual no tenía-.

"Satoru," se acercó y quiso sacudir su hombro, pero su gesto fue impedido por la barrera creada por la técnica del hechicero que le hacía literalmente intocable. Una buena noticia era que su cuerpo ya había asimilado el uso excesivo que hizo de su energía maldita y se estaba recuperando de los golpes. Por otro lado, la mala noticia era que el albino tenía la fiebre tan alta que se encontraba desorientado, por lo que se estaba defendiendo inconscientemente. A menos que hubiese una razón específica, el infinito nunca había impedido su contacto. "Soy yo, Suguru, ¿estás despierto?" Al mencionar su nombre, su mano hizo contacto con su hombro.

"No." Apenas fue un murmuro, pero se alegró de escucharle con su usual sentido del humor. Estaba consciente y sabía quién era. Igual no tenía la temperatura tan elevada, se había precipitado pensando que había activado el infinito como mecanismo de defensa ante la desorientación y si lo había actuado conscientemente. Después de todo, no estaba bien que comparase su relación de ahora con la del pasado. No era la misma. Lo entendía, pero dolía ver que era percibido como una amenaza.

Motion Sickness (Satosugu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora