desconocidos

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Los dos jóvenes se veían fijamente, uno con el ceño muy fruncido, con piel color azúcar morena, ojos tan impactantes como una esmeralda reflejando la luz y de una estatura... Por debajo de la media.

El otro joven, por el contrario, lo veía con intriga, intriga que claramente se reflejaba en los lindos zafiros que tenía en su rostro tan blanco como el arroz, pero con un ligero bronceado, con su cabello tan negro como el carbón y su altura mayor al promedio a su edad.

Los dos jóvenes venían acompañados de dos grandes hombres y súper heroes... Batman y Superman...

Los dos jovenes tenían en su nombre el legado de sus grandes padres, quienes daban paz al mundo.

Los dos jóvenes se vieron por un tiempo, hasta que uno de ellos, en específico, el joven de piel de arroz, sintió una palmada en la espalda, indicando su clara falta de respeto, no se había presentado.

-U-Un gusto... Soy Jo-

-Jonathan Kent, hijo de Lois lane y Clark Kent... -ambos chicos tenían sus trajes, en el caso de Damián, uniforme.

-S-Si... Cómo lo-

-Yo se todo niño, soy Damian Wayne, no hace falta mencionar quién es mi padre

Los dos niños juntaron sus manos, dándose un apretón de manos.

-Que te he dicho que usar la computadora para cosas como esas -Dijo, el gran hombre murciélago

Jon se quedó viendo un rato al murciélago, aparentemente maravillado, algo que Damian notó al instante.

-B-Bueno, les daremos espacio para que se conozcan -Dijo super man, alejándose de los chicos junto con Batman.

Los adultos se alejaron de los niños, caminando por la gran cueva, platicando asuntos de su gran labor como protectores del planeta, además de pequeñas cosas, después de unos minutos un gran estruendo se escuchó por toda la gran cueva.

-¿¡Que está pa...

El murciélago calló al ver el Batimóvil casi totalmente aplastado, viendo a su hijo y al hijo de su buen amigo arriba de la parte aplastada del Batimóvil con Robin arriba del jovencito a punto de darle un puñetazo directo al rostro.

-El empezó -Dijeron los dos jóvenes, señalandose entre si

Los dos jóvenes estaban encerrados en una sala totalmente aislada, ambos en el suelo, sentados, dándose la espalda.

-¡Todo es tu culpa, a quien se le ocurre tocar a un desconocido para experimentar con el!

-!Esto es TU culpa! Si no hubieras empezado a tocar a mi gato

-¡Tu gato me AMA!

-¡Como si alguien pudiera amarte sabiendo que tú cara tiene más facciones de escroto que de otra cosa!

-¡Damian! -Gritó un hombre por unas pequeñas bocinas, las cuales retumbaron con rudeza en los oídos de los jovenes.

Ambos jóvenes callaron al escuchar la gruesa voz del padre del joven moreno.

-Están ahí para que se conozcan de forma sana -Dijo Clark, por medio de las pequeñas bocinas.

-¿¡Y si solo no queremos convivir!? ¡No nos pueden obligar a estar aquí hasta que nos llevemos bien! -Habló Damián.

-Si podemos -Terminó Bruce, apagando el micrófono.

Los minutos pasaban, ambos chicos se seguían dando la espalda, ambos con los brazos cruzados.

-¿...y como se llama tu gato?

-¿A que viene esa pregunta? -dijo el moreno, volteando su cara ligeramente, viendo al joven.

Caramelo AmargoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora