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Juan nació un 11 de enero, vivía en un campo grande, con sus padres en la comodidad de una casa, donde eran cuidados por una humana femenina de nombre Ari.

La dueña de Juan; Ari, era muy cariñosa y atenta con él y sus padres.

Era una chica de pelo rubio brillante con ojos de color café con ciertos brillitos rosas en estos, unos labios pequeños color carmesí junto a los blancos y alineados dientes en su sonrisa.

Juan amaba pasar tiempo de calidad junto a su humana, pero había algo que Ari no sabía.

Lo que no sabía o era cociente, es que Juan era un híbrido. Un animal capaz de volverse humano a su antojo.

Juan no solía convertirse en un humano a menos de algunas ocasiones, mayormente no lo hacía por el echo de que la transferencia de su cuerpo al otro era muy dolorosa.

Por otro lado, estaba Spreen. Un oso de pelaje negro que vivía en el bosque cerca del campo donde estaba la casa de Juan y sus familiares. Casi no salía del bosque ya que sabía que los humanos lo atacarían hasta matarlo, por lo que prefería quedarse en aquel lugar junto a sus padres, cazando conejos que habitaban allí para poder comer y no morir de hambre en aquel grande y ancho bosque lleno de distintas especies de animales.

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Juan estaba jugando tranquilo en el campo, su forma humana le facilitaba que no lo raptaran- la única desventaja era que el campo estaba muy cerca de bosque, lo cual hacía que fuese ciertamente probable que un lobo u oso lo atacará.

Pero aquello no le importaba ahora mismo. Jugaba revolcándose por las flores y césped del campo, soltando carcajadas leves y sonoras junto a una sonrisa radiante en su cara, la cual era muy linda al tomar en cuenta el rosa infantil de sus mejillas, las pocas pecas de su cara, sus ojos miel que resaltaban con los grandes y redondos lentes que siempre lleva consigo, el tono pálido de su piel y su pelo castaño. Vestía un suéter rosa grande que llegaba hasta sus muslos junto a unos shorts color celeste que le llegaban hasta la zona del pectíneo y un cinto color azul bondi en su frente

Lo que no sabía Juan, es que en lo profundo y oscuro del bosque, unos ojos violeta fuerte lo admiraban, viéndolo sonreír y brillar ante la luz radiante del sol

Aquella mirada provenía de un chico alto, como de 1,92 metros, una piel blanca, unas orejeras casi notables a la luz del sol y un pelo algo rizado color negro junto a un mechón blanco en la parte frontal del pelo, una gafas de sol negras en la parte superior de su cabeza y una camisa color azul colbato junto a un shorts negro desgarrados por la zona de la rotula.

Luego de unos minutos Juan se quedó quieto al sentir una mirada posada en el, por instinto no lo pensó ni dos veces y salió corriendo, convirtiéndose rápidamente en conejo.

Una ves convertido en conejo, tomo la ropa que llevaba entre sus pequeños dientes, arrastrándola hasta a dentro de la casa, donde la escondió bajo el mueble de la sala.

Soltó un suspiro un vez entro a la casa, sintiéndose seguridad al ver como Ari se acercaba a él con algo de comida.

Mientras tanto, Spreen se sobresaltó al ver como Juan empezó a correr desesperado, convirtiéndose en conejo al paso de unos minutos. Sacudió su cabeza y emprendió su camino hacia una casa en medio del bosque, está estaba echa de madera.

Tomo el pomo de la puerta y entró, siendo recibido por un híbrido Rubio de oso y ojos verdes quien sonrió al verlo.

R- Hijo! ¿Que tal te a ido recolectando madera para el fuego?

Spreen trago en secó al saber que no había traído nada por haber estado distraído mirando al desconocido chico de pelo castaño.

S- yo-....no traje nada mamá.

El hombre frunció el ceño ante la respuesta de su hijo.

R- COMO QUE NO TRAJISTE NADA!

luego, otra voz se escuchó desde la mesa de el comedor

V- Rubius, no seas así con el. -la mirada de Vegetta se posó en el híbrido de pelo negro; Spreen- ¿Porque no nos dices tú razón de no traer nada de leña hijo?

Spreen solo suspiro, se cruzó de brazos y miró a sus padres

S- me distraje con algo, solo eso. Puedo salir y buscar nuevamente si es así que desean.

R- tu que opinas de la propuesta de nuestro hijo Vegetta? -pregunto

Vegetta solo asintió con la cabeza, dando la indicación de que Spreen debia volver a salir.

R- Bien, tu padre a accedido a que puedes salir nuevamente.

S- bien, entonces ya me vo- fue interrumpido por su padre; Vegetta.

V- Sin distracciones Spreen, me oyes?

S- Si papá, sin distracciones. -su voz sonó aburrida.

Tomo nuevamente el pomo de la puerta y salió de casa, empezando a caminar sin rumbo fijo, tomando las ramas que encontraba tiradas por el suelo.

Luego, nuevamente se distrajo al ver dos siluetas grandes caminando en su dirección.

Por el olor que llegaba a oler, ya que aquella persona se encontraban lejos, supo que no se trataba de algún hibrido o humano normal. Eran cazadores, soltó una larido de dolor al sentir una bala ser encajada en su brazo izquierdo. Tomo todas las ramas que pudo con su brazo derecho y salió corriendo hacía a la casa.

Una vez llegó, entro a la casa dando un portazo, llamando la atención de los dos hombres que estaban dentro de esta, quienes se notaron preocupados al ver a su hijo tan agitado y con una herida en su brazo.

R- Spreen!

Grito su madre preocupada, corriendo hacia el mientras que Vegetta iba al baño de la casa, tomando el botiquín para luego acercarse a los dos híbridos.

Vegetta se sentó en el suelo junto a ellos, abrió el botiquín y saco dos velas color morado colocándolas alrededor de su hijo para luego encenderlas.

Rubius se alejó unos centímetros para que en unos poco minutos, Vegetta empezará a recitar una palabras casi inentendibles para los dos hibridos de la sala.

Un brillo morado invadió la herida de Spreen, siendo está curada luego de unos instantes.

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Hola! Espero les haya gustado este primer capítulo.

Díganme si algo no es de su agrado y cordiales disculpas si hay faltas de ortografía.

Palabras: 1079

Híbridos ★spruan★Donde viven las historias. Descúbrelo ahora