𝘑𝘶𝘨𝘢𝘯𝘥𝘰 𝘢 𝘭𝘢𝘴 𝘦𝘴𝘤𝘰𝘯𝘥𝘪𝘥𝘢𝘴 - 𝘓𝘶𝘤𝘬𝘪𝘵𝘺

VI

Durante las clases de todos los días, esos dos se mandaban notitas, miradas o mensajes por el celular en plena clase.

La clase había empezado a shipearlos, al grupo le caía bien Rubius pero esto no pintaba nada bien.

¿Sos dos juntos? ¿Desde cuándo? Fue muy de la nada y fácilmente se podría pensar que el rubio estaba solo jugando.

"Te amo Quack"

"¡Yo mas rubia teñida!"

Se escucharon gritos detrás de ellos, eran las chicas quienes estaban deseando que ellos dos confirmarán su relación.

Estaba más que claro que su grupo no estaba muy contento con eso, intentaban advertirle a pato que era muy pronto.

Pasaban los recesos abrazados de la cintura, besándose o diciendo cursilerías.

A la pareja del grupo se les quitaba las ganas de besarse o esas cosas con solo verlos, esperaban que solo fuera una etapa.

De a poco se iban separando cada vez más, ya no se juntaban todos los días y mucho menos iban juntos al colegio.

Se veían una vez al mes como mucho, el comportamiento tan chicle de los "casi algo" les artaba.

Ni Juan y Ari eran así, no se la pasaban besándose en frente de ellos.

La verdad era que el grupo estaba bien pero rubius y quackity se alejaban más y más.

¿Nos juntaremos hoy?- Mandada Vegetta al grupo de WhatsApp con esperanza de unirlos nuevamente.

Habían pasado muchos malos momentos juntos pero este parecía ser el peor.

Solo los mismos de siempre respondían, claramente que los que habían causado un daño en el grupo no habían respondido, seguro estaban besándose o algo así.

Era una tarde fría y estaba lloviendo, ya casi anochecía. Los

"Hey, quack tu me amas.. ¿verdad?"- preguntaba el rubio - "¡Claro que si! Eres todo para mi Rub"- "¿Harías lo que sea por mi?"

El azabache asiento con confianza, haría lo que tenga que hacer por Rub.

" ¿Quieres jugar algo? "- "Claro juguemos Minecraft o.. Fornite " el rubio negó mientras su rostro quedaba serio.

Sin previo aviso, le vendo los ojos a Quackity mientras daba las siguientes instrucciones: Tienes que quedarte callado, te ataré las manos y no podrás ver.. me harás caso en todo lo que te digo.. y si no, me daré cuenta que no me amas.

" Pero qué har.. "- Este fue interrumpido por Rubius, le había tapado la boca con la mano unos segundos para callarlo.

Algo se estaba introduciendo de forma brusca y sin lubricante en la entrada del que tenía los ojos vendados, causando un gran dolor y unos gritos.

No había nadie en casa, estaba completamente vacía.

Sonidos de gritos ahogados, llantos o pedidos de ayuda se escuchaban desde fuera de la habitación.

Quackity no sabía cómo había llegado a este punto, no sabía mucho de lo que estaba pasando.

Estaba ciego por la vendas, con las manos atadas y Rubius no respondía a sus súplicas para que lo dejara.

No parecía importarle mucho que al pelinegro le estuviese haciendo daño.

Suplica tras suplica, no servía para mucho, le daba igual.

" Porfavor, Rubius p-para.. "

Habian pasado unas cuantas horas desde el horrible momento que había pasado el pelinegro.

Estaba acostado en la ducha con el agua ya fría, se había metido a bañar ni bien se había ido Rubius pero había pasado un largo rato.

- ¿Por que a mí? -

Sentía como si su cuerpo estuviera ¿Sucio? se sentía miserable, tenía todo muy cansado y apenas podía moverse.

Moretones por todo su cuerpo, las muñecas marcadas por la soga que había tenido.

- ¿Lo hizo porque me ama? -

Los traumas comenzaban a hacerse presentes en su cabeza; recordaba las peleas de sus padres dónde le pegaban a el para desquitarse del enfado.

Se acordaba de las marcas de los golpes en sus brazos y piernas.

De esa cicatriz de su ojo izquierdo.

Era de una vez que en un momento de ataque de ira, su padre lo agarro a golpes con fierros para luego dejarle una cicatriz permanente en su rostro.

Las veces que lo sacaban de la escuela para llevarlo a casa y desquitarse.

La vez que lo dejaron encerrado en el patio en media tormenta para castigarlo de que se intentará escapar de su "querido hogar".

Empezaba a tocar su cabello, acariciándolo levemente hasta que las caricias se convirtieron en tirones haciéndose daño.

Caricias en sus piernas, convirtiéndose en rasguños hasta poder quitarse pedazos de piel.

Estaba volviendose completamente loco.