3. El desmayo.

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"¡Sueltenme, sueltenme! - Gritaba la concubina, sus gritos se escuchaban en el camino. - "¡No me toquen, idiotas!

Finalmente la dejaron en la puerta de mi habitación.

–"Pasa, Hürrem, los cupcakes están listos" -le dije.

–"¿¡Para que me quieres acá!?"

–"Cálmate, Hürrem, vine a invitarte a unos cupcakes de vainilla, se que te gustan mucho. Y lamento haberte llamado Alexandra, tu nuevo nombre es Hürrem."–dije con una sonrisa, estaba yo sentada en mi cama, hice unas palmaditas a mi lado para que ella viniera, y asintió.

"Madre del príncipe y mujer de Suleimán"- dijo Hürrem suspirando quejandose.

"Así es" Le dije con una sonrisa.

Se sentó al lado mío y devoró uno.
"Mmm están ricos, gracias".Me mira confundida y luego agrega –"¿por qué me invitaste?".

Le miro el anillo y le digo: – Porque... porque quiero conocerte y darte la bienvenida. Además, estuviste en un lugar muy feo. Fui yo quien te rescatóle dije con una sonrisa

–"Ah, gracias, me alegra mucho conocerte".– Me respondió.

Después de devorarse 3 cupcakes comenzó a marearse y sentirse mal. Una pequeña risa malvada aparecía en mi rostro. Yo había envenenado los cupcakes.

Sus ojos contenían lagrimas y tenia náuseas. Mi sonrisa se hacía mas grande y sentía orgullo. Ella no soportó y cayó en mis brazos.
La coloqué en mi cama y aproveché para observarla o hacerle algo malo.

Yo estaba sentada y ella acostada, le comencé a acariciar la cara, ahí está, tiene la piel suave, que yo no tengo, es pelirroja, ojos almendrados, su mirada mata...

Era tan hermosa, me daba bronca. Luego seguí mirando y tenía mas bubbies que yo y mas cintura. Seguí mirando hacia abajo y ví el Anillo Verde, mi malvada sonrisa se hacia mas grande.

Le quité el anillo y lo guardé en una caja de joyas dentro de mi armario.

También ella Contenía un collar hermoso de esmeralda y también se vería bien en mi. Acaricié el collar y su pecho. Quería ese collar, pero no sabia como quitarselo, de todas formas, ya tenía mi Anillo Verde.

Seguí acariciándola y aún tenia mi sonrisa pero ya no era de maldad, era diferente. Acaricié su cabello, tan suave y pelirrojo, ¡ya la tenia en mis manos!
Le podría hacer lo que yo quería...

Hundiéndome En Su Mirada • Mahidevran Y Hürrem Donde viven las historias. Descúbrelo ahora