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Lena POV

Siento que me están arrancando las tripas. Cada kilómetro que me separa de Kara sólo empeora las cosas. Aprieto el volante con fuerza y levanto el pie del acelerador hasta que me sobresalta la persona que viene detrás tocando el claxon. Miro el salpicadero y me doy cuenta de que voy a treinta kilómetros por debajo del límite de velocidad.

El otro coche me adelanta a toda velocidad y vuelve a tocar el claxon. Normalmente, eso me provocaría una gran ira al volante. Hoy me da igual, porque cada parte de mi mente está ocupada pensando en el ángel puro que acabo de dejar en un barrio peligroso.

No debería haberla dejado allí. Debería darme la vuelta y recogerla, llevarla a mi casa y no perderla nunca de vista.

Por Dios. Sueno como una maldita acosadora. Puede que me esté volviendo loca, pero al menos aún reconozco lo desordenados que son mis pensamientos. Eso debe contar para algo, ¿verdad?

Piso el acelerador a fondo e intento ignorar esa necesidad abrumadora que me quema por dentro. Para cuando llego a casa, estoy sudorosa y sin aliento, como si hubiera venido corriendo en vez de conduciendo.

—¡Mike! —le grito a mi hijo en cuanto entro en casa. —¿Dónde estás?

-¡Aquí! ¿Qué sucede? -Irrumpe por la esquina, con guantes de goma amarillos y una toalla sucia colgada del hombro.

—¿Cuál es el número de teléfono de Kara?

-¿Por qué? —Su pregunta me hace querer agarrarlo por los hombros y sacudirlo hasta que me dé lo que quiero.

-Dímelo -gruño. Sí, gruño, como una especie de bestia de una película de terror.

—Bien, bien. Caray. —Mike sacude la cabeza. Pellizca la punta del guante entre los dedos, se lo quita y repite la acción en el otro lado. Saca el teléfono del bolsillo, lo desbloquea y empieza a buscar entre sus contactos hasta que el nombre de Kara aparece en la pantalla.

—Enviándolo a tu teléfono ahora. —No ha terminado la frase cuando mi teléfono zumba en mi chaqueta.

—Vuelve al trabajo —murmuro mientras guardo el número de Kara en mi teléfono.

Mike vuelve rápidamente a la cocina y yo subo a mi dormitorio. Me duelen las pelotas y tengo la polla dura desde que vi a Kara por primera vez. Tengo que frotármela antes de irme a la cama, aunque me preocupa que ni siquiera eso sirva de algo.

Yo: Sólo quería saber cómo estabas. Asegurarme de que estás bien. Soy Lena.

No tardan en aparecer los tres puntos móviles que me indican que está escribiendo.

Kara: Estoy bien. Gracias por traerme a casa.

Yo: Por supuesto, cuando quieras. En serio, cuando quieras. Llámame de día o de noche. Aunque no necesites nada, llámame para que pueda escuchar tu voz.

Mi pulgar se detiene unos segundos sobre el botón de enviar antes de decidir que estoy sonando como una loca.

Borro la mayor parte y sólo envío la primera frase.

Kara: De acuerdo, lo haré.

Yo: Asegúrate de cerrar puertas y ventanas. Tu barrio no es el más seguro.

Kara: Lo sé. Siempre compruebo dos veces.

Yo: Buena chica.

Le doy a enviar antes de que pueda cambiar de opinión.

Kara: Buenas noches.

Yo: Buenas noches, ángel.

Aún así, no estoy satisfecha. No me es suficiente saber que está a salvo mientras dejo el teléfono a un lado. Hace horas, no tenía ni idea de que existiera. ¿Y ahora? Su ausencia se ha llevado toda la luz del mundo. Todo el sentido. Mi trabajo, que tanto significaba para mí y que me ha consumido durante años, ha perdido toda importancia.

Falling (Adaptación Supercorp) Lena gip Donde viven las historias. Descúbrelo ahora