>Lunes

Era fastidioso tener que levantarse un día lunes, en especial porque son largos y duraderos que hacen suspirar a más de uno con fastidio.

"Toc Toc Toc"

—David, levántate, el desayuno está listo [Sasha]

La voz dulce de la oji-azul era refrescante para cualquier hombre existente en la tierra, ya se había acostumbrado a la llegada de la chica.

Aún así, le hacía bastante gracia, parecían una madre e hijo.

Levantándose de la cama con pesadez, se desvistió lentamente mientras que el sueño abundaba sus ojos.

Ayer se había quedado hasta altas horas de la noche desarrollando unas botas cambia formas, ¿valía la pena?, mucho.

Ahora tenía dinero, trabajo, empresa, casa, una chica que le cocinara el desayuno y estuviera a su lado, cada día que ambos pasaban, solo pensaba en lo feliz de haberla salvado de ese accidente.

Bajó las escaleras con una caja envuelta en papel de regalo, tenía que ser agradecido por las cosas que hace por el.

Llegando a la cocina, solo encontró a la oji-azul en ropajes de escuela con un delantal de cocina, se veía muy bien para sus ojos.

—Sasha, ¿puedes venir un momento? [David]

Dejó sus laburos a un lado y fué corriendo con cierta prisa, ella se fijó en la caja que tendría en sus manos, siendo bastante curiosa empezó a examinarla detenidamente.

—¿Que ocurre? [Sasha]

Preguntó con cierto aire de no saber que pasaba, aunque, la emoción la carcomía por dentro.

—*Sonriendo levemente* Ten, es un regalo por tus esfuerzos de cuidar esta casa [David]

Dicho y echo, le entregó el regalo en sus manos, ella miró de reojo al azabache, solo para recibir un asentimiento por parte de él.

Como si fuese una niña pequeña en navidad, abrió apresuradamente el regalo solo para ver unas botas y su celular al lado.

Ella se alegró por ello, aunque le extrañó un poco al ver su celular.

—*emocionada* ¿Los puedo probar? [Sasha]

—"sonríe levemente" Claro, por algo son regalos, ¿no? [David]

Yakovleva puso con cuidado las botas en el suelo cuidadosamente, se quitó apresuradamente sus pantuflas interior para luego meter los pies en las botas.

Se sentía raro pero a la vez muy cómodo, no tenían cordones, así que serían unos simples botas sin utilizar, antes de poder hablar las botas se sellaron con metal.

Reemplazando las cuerdas típicas, se sintió cómoda el hecho de que el metal no era dañino, como cualquier tipo de zapatos normal.

Ella esbozó una sonrisa sincera, acercándose al cuello del muchacho, logró un abrazo de pareja bastante cómodo.

Reposó su frente contra el pecho del chico, sintiendo la calidez que esté abundaba por su ser.

—Muchas gracias, eres el mejor... [Sasha]

—Para nada, eso debería de decírtelo yo a ti jaja [David]

El momento era único, parecía un escenario donde ambos solo existían, nadie podría interrumpir ese momento tan especial.

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Lluvias en ciudad neón Donde viven las historias. Descúbrelo ahora