Nueve.

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La tarde se despliega con una luz tenue, los rayos del sol ya no son tan intensos, la banca de madera en la que están sentados es cálida por el sol que la ha estado acariciando durante el día; Adrien y Nino disfrutan de la última hora libre del dí...

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La tarde se despliega con una luz tenue, los rayos del sol ya no son tan intensos, la banca de madera en la que están sentados es cálida por el sol que la ha estado acariciando durante el día; Adrien y Nino disfrutan de la última hora libre del día escolar en una banca del colegio.

Nino parece animado, parloteando sin parar con una emoción sin igual, parece estar relatando la historia más increíble jamás escuchada, Adrien por su parte tiene la mirada perdida, sus ojos reflejando el desconcierto y que no presta atención a una sola palabra de su amigo.

-¿Adrien? –Nino golpea su hombro suavemente, llamando su atención.

-Perdón, ¿Qué decías? –Adrien se disculpa apenado.

-Amigo, llevo varios minutos hablando pensando que estás escuchándome –Se queja–, ¿Que es tan importante para no prestarle atención a tu mejor amigo?

-Disculpame Nino, no dejo de pensar en mi padre.

-Tu padre realmente te controla, incluso en tus pensamientos –Bromea, pero la mueca de preocupación de Adrien continua–, ¿Pasa algo con él?

-Los amigos guardan secretos, ¿No es así? –Nino asiente–, hace un par de días, mi padre tuvo una misteriosa cena.

-¿Con quien?

-No tengo idea, sabes que nunca me dice nada –Mueve sus hombros hacia atrás–, pero era muy privada, me advirtió que no saliera para nada de mi habitación.

-¿Y qué hiciste? –Pregunta intrigado.

-No salí de mi habitación. –Nino restriega su mano sobre su rostro, de manera dramática.

-No siempre debes obedecer a tu padre –Se recuesta sobre el respaldo–, una misteriosa cena, ¿Y que con eso?

-Se comportaba extraño antes, cuando me decía que debía quedarme en mi cuarto, fue tan… sabes como es mi padre, serio, frío y…

-Un robot andante, lo sé, ¿Tuvo una falla? ¿Comenzó a soltar chispas? –Nino ríe, pero Adrien solo puede pasar ese momento en su memoria.

-No, él se veía tímido, miedoso y muy nervioso –Su amigo deja de reír–, por un momento, no era mi padre quien decía eso.

-Vaya, suena más terrorífico que tu papá habitual.

-No supe quién fue esa noche a mi casa, pensé que era una ridiculez y estos días, mi padre ha actuado extraño, ha estado almorzando conmigo. –Frunce el ceño.

-¿No era lo que querías? 

-Lo he notado, suele llamar por teléfono, contestar mensajes, sonríe cada vez que lo hace y se aleja para asegurarse de que no lo escuche, como si me lo ocultara, ¿Porque me lo está ocultando? ¿Que esconde?

La risa exaltada y fuerte de Nino interrumpe su momento de introspección, parece que se está ahogando con su propia risa, hasta que intenta respirar de forma como si le estuvieran robando el aliento.

Los acordes de nuestro ayer  ‖Gabenath‖Donde viven las historias. Descúbrelo ahora