La gente empezaba a gritar a su alrededor. Corrían en todas las direcciones posible y otros caían al agua. La tormenta tomaba más fuerza con el pasar de los segundos.
—¡Muévete zopenco! —gritó la muchacha. Alej corría tras ella como si la vida le fuera en ello, cosa que era totalmente cierta. Cruzaron la proa en busca de un bote salvavidas. Pero lo único que encontraban eran las cadenas sueltas y los botes alejándose. Las personas remaban hacia el mar plagado de serpientes.
—¿Porque reman hacia ellas? Los van a matar —gritó Alej.
La chica lo tomó de la mano para obligarlo a avanzar.
—No pueden verlas. La Niebla no les deja ver lo que está pasando en realidad. En su mente, no es más que una tormenta que amenaza con hundir el barco. Es mejor para ellos huir en botes a los muelles más cercanos.
El barco se torció otra vez. Una ola estalló contra la popa, dejándola bajo el agua. La parte frontal del barco se suspendió en el aire. Ambos corrieron hacia las barandas de metal para sujetarse. La gravedad pareció ir en su contra mientras usaban toda su fuerza para no caer. El cuerpo de la serpiente fue enrollándose al barco que se hundía. La piel negra brillante se movía con delicadeza, aplastando ciertas partes del barco.
—¡Allá! —gritó la chica—. Hay uno cerca de la Proa.
En la amura de babor, colgaba un bote pequeño. Tres personas como máximo. Colgaba de cuatro cadenas, suspendido en el aire. Solo hacía falta cortar las cadenas y esperar que el impacto contra el mar no les quebrara ningún hueso.
Escalaron más arriba. Hasta tocar el revestimiento del bote. Ella subió primero y le dio la mano a Alej. Su mochila estaba apretada a su espalda. Su corazón iba a millón pensando en la posibilidad de perder la única foto que le quedaba de su madre. Miró hacia el mar por un segundo, y se obligó a respirar. Se obligó a creer que todo era real. Nada de sueños. Nada de alucinaciones. Era real. Y tenía que resolverlo.
—Las cadenas —Alej se sujetó de las dos cadenas traseras—. Hay que cortar las cadenas o no vamos a salir nunca de aquí.
—No tenemos con que cortarlas —dijo ella, al tiempo que la cabeza de la serpiente más fea del mundo salía del agua. Se levantó hasta quedar a la altura de ellos. Y les dedicó una mirada más airada que la de un volcán en erupción.
—¡Vamos a morir si no cortamos esas cadenas! O podemos lanzarnos.
Alej miró de nuevo hacia abajo. Eran demasiados pies de altura. Por lo menos una pierna rota, y eso si tenía suerte.
—Es demasiado peligroso. Aún si sobrevivimos, el mar está demasiado agitado para nadar por nuestra cuenta —los ojos le brillaron por un momento—. Tengo un plan.
Metió la mano en su mochila como buscando algo. Encontró el objeto y lo sacó; una daga de punta afilada hecha de madera. En la hoja clara estaba grabado un yunque el relieve rodeado de un círculo de laureles y fuego. Alej lo reconoció. El símbolo de Hefesto.
La chica lo alzó al aire. Le sostuvo la mirada a la serpiente por unos segundos antes de gritar:
—¡Se te acabó el tiempo! —lanzó un corte sobre las primeras dos cadenas y giró sobre si misma para cortar las otras dos. Las cadenas cedieron como si fueran mantequilla y el bote se precipitó sobre el mar. La serpiente atacó el lugar donde habían estado, dándole la mordida al barco. El golpe contra el agua los dejó uno sobre otro. Y el sol empezaba a salir de en medio de la tormenta. La luz del sol iba disipando las serpientes oscuras más pequeñas. Se evaporaban en sus lugares, llevándose con ellas la oscuridad. La serpiente más grande soltó el barco y se sumergió entre las olas que empezaban a calmarse, soltando chillidos de dolor con cada rayo que tocaba su piel, mientras el barco se hundía en las profundidades cercanas a la estatua de la libertad.
—¿Como cortaste las cadenas? si la daga es de...
—Madera. Sí, ya lo se. Es un regalo de mi padre antes de morir. Después te contaré como es que lo hace, ahora tenemos que llegar a ese muelle —señaló hacia la estructura de madera más cercana. Dentro del bote había dos remos. Tomaron uno cada uno, y se esforzaron hasta llegar al muelle.
ESTÁS LEYENDO
El héroe del Hades
FanfictionAlej no sabe que es hijo de dioses. Y su vida fue simple hasta que unas serpientes mutantes atacaron su casa. Su madre se sacrificó para que el pudiera llegar al campamento mestizo. Él nunca ha sido un héroe y no sabe lo que le espera. Pero pronto s...