Cinco: La profecía de Ella

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Quirón llevó ambos chicos a la casa grande más tarde. Lo adornos en las paredes capturaron a Alej al instante. Quirón movió su cuerpo entre los muebles y les indicó que se sentaran con un gesto de sus manos. 

—Volvemos a estar aquí —le dijo a Kelly.

Ninguno tenía la mayor idea de porqué. Y ambos estaban nerviosos, pero no nerviosos de recibir un castigo. Era más como estar nervioso por lo desconocido. 

—Esto... —dijo para Alej—, es de lo más extraño. Ser hijo de uno de los tres grandes ya es un problema. Pero ser hijo de dos dioses y aparte, dos tan diferentes en sus formas de ser y actuar. 

—Es un error —saltó Alej—. Mi madre murió en el primer ataque. Cuando tuve que huir. Mi madre no era una diosa. No podía serlo. 

Quirón le pidió que le dejara terminar.

—Las cosas nunca son simples con los dioses. Y si ambos dioses te reconocieron como su hijo, entonces esa es la verdad. Y para lo de tu madre, habrá otra respuesta. Estoy seguro de eso.

Alej no respondió.

—¿Porque nos trajiste aquí? —preguntó Kelly.

—Tenemos que ponernos manos a la obra. Todo está pasando más rápido de lo esperado. Ella ya nos había dicho. Solo puede ser eso. El tiempo de actuar se nos está agotando. Y Alej no sabe cómo defenderse.

—Aún no tiene arma —advirtió Kelly. Quirón asintió.

—Tendrá que encontrarla cuando sus padres así lo deseen. Eso debe ser pronto. 

Se escucharon unos pasos en el jardín, luego la puerta se abrió. Un chico de cabellos negros revueltos entró en la casa. 

—¡Ya vine! ¡Ya vine! —el muchacho puso sus ojos en la chica que entraba tras él mientras recuperaba el aliento.

Quirón sonrió.

—Percy, Annabeth, que bueno que se apresuraran. 

La chica rubia se acercó a Alej. Este se estremeció.

—Entonces eres real —le dijo—. Eso es genial. Pero al mismo tiempo es muy malo.

—¿Por qué? no he hecho nada malo.

—No por ti —le aseguró Annabeth—. Por lo que está a punto de pasar. Ella tenía razón. Siempre la tiene. 

Alej se levantó enfurecido.

—¡Exijo saber quién es ¨Ella¨! 

—Es la chica de mi hermano. Se aprendió las profecías de memoria. Y el hijo del amor y la muerte está en ellas. —Le contesto Percy.

Alej no podía cerrar la boca. 

—Pero no se puede tratar solo de él. Él no puede enfrentarse solo a la Doctora Viaxis. No saldría vivo ni de chiste. 

—Claro que no se trata solo de él. Tú también eres parte de esa profecía. 

Quirón les pidió a todos que se sentaran y le narró la profecía a detalle:


El amor y la muerte nacen en uno solo.

Y lo que no debe ser ha sido.

Los antiguos caminos se retoman y retuercen.

La gran ciudad se hunde en la sangre de los héroes.

La verdad del guerrero muestra el camino a la vida.

Cuando la reina de la oscuridad se rebele,

la decisión de los amantes secretos edificará o destruirá el Olimpo. 


Alej se tensó. 

—¿En qué parte entro yo? —preguntó Kelly.

Annabeth la miró a los ojos.

—Lo que no debe ser ha sido. No tengo nada en contra tuyo, pero siendo honesta, no deberías estar aquí. Tu estabas muerta. Al igual que el sátiro. Y unos años después, apareces aquí viva y con la mitad del alma del sátiro. Tu no deberías ser, pero eres. 

Kelly asintió. 

—¿Quiénes son los amantes?

—El guerrero y uno de ustedes dos. Pero aún no sabemos quién es el guerrero. Mucho menos podemos deducir quienes son los amantes secretos.

Percy opinó:

—Podría tratarse de un hijo de Ares o de Apolo. También podrían ser ustedes dos. 

Kelly lo fulminó con la mirada.

—Mejor me callo.

Alej se le quedó mirando a Quirón por un rato.

—¿Qué hay de mi madre?

Quirón asintió.

—¿Recuerdas como era?

—Tengo una foto en mi mochila, pero está en la cabaña de Hermes. Puedo traerla. 

—No será necesario. Percy te acompañará a mudar tus cosas a tu nuevo hogar. Envíame la foto con él y yo la investigaré. Prometo tenerte noticias pronto. 

—¿A que cabaña me tengo que mudar?

—Pues... ahora que eres de dos cabañas. Puedes viajar entre ambas. Quizás te guste más un lugar que otro.

—Tienes que conocer a Nico... es tu medio hermano y... —Annabeth lo fulminó con la mirada—. Ya sé, mejor me callo. 

—Annabeth, necesito que instruyas a Kelly en estrategias para sobrevivir allá afuera. Confío en ti. Tu capacidad para mantener vivo a Percy nunca me ha decepcionado. 

Annabeth asintió. 

—¿Alguna señal del Olimpo?

Percy negó con la cabeza.

—Percy, encargarte de entrenar a Alejandro. Confío esa misión en ti. 

Alej se sonrojó un poco. 

—Aún tengo que averiguar quién es el tercero esta vez —dijo Quirón mientras caminaba hacia la puerta—. Todos a sus cabañas. La misión empezará dentro de tres días. Creo que es tiempo suficiente para que los entrenen bien. Los veo después.

El héroe del HadesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora