Alej había decido que sería mejor una cama en la casa muñecas de Afrodita que en la mansión embrujada de Hades. Quizás le llegase a gustar más con el tiempo. Quizás con mucho del tiempo... pero sin duda, las quejas por el peinado desaliñado y la falta de glamour eran mejores que los chistes tediosos de los hijos de Hermes.
Por la mañana, Piper; líder de la cabaña de Afrodita lo despertó. Llevaba el pelo trenzado y una daga muy afilada de la cintura. Sus ojos eran tan hermosos como afilados. Por un segundo mientras despertaba y se preguntaba quién era y donde estaba, también se preguntó si tendría un aspecto tan favorable como el de ella.
—Tienes que arreglarte —le explicó—. Ya es hora de que vayas a entrenar.
—¿Percy ya llegó? ¿No sabe lo que es dormir?
Ella volteó los ojos hacia atrás.
—Ya quisiera yo que fuera Jackson. Pero no. La suerte no está de nuestro lado hoy. Te vino a buscar uno de los hijos de Ares.
Alej se levantó de la cama y empezó a vestirse luego de su habitual rutina de cuidado de la piel y los dientes en el baño. Piper esperó tras la puerta hasta que este salió. Le entregó una camiseta naranja con un par de pantalones de tela delgada. Unos zapatos deportivos secos que no tenían mal olor y ropa interior de otro de los chicos.
—Muchas gracias.
—Entre hermanos debemos cuidarnos. Haz lo mismo cuando sea el momento.
Ambos sonrieron y se despidieron. Alej caminó hacia la puerta preparándose para defenderse de cualquier insulto o chiste de humor negro. Pero solo se topó con un chico un poco más alto con cuerpo ancho y ojos marrones brillantes. La camiseta del campamento se le pegaba a los abdominales y le quedaba apretada en los bíceps. No pudo evitar sonrojarse cuando el hijo de Ares lo descubrió recorriendo su cuerpo.
—¿Dónde está Percy?
—Hubo un cambio de planes. Quirón me entregó a mi tu entrenamiento. Así que aquí estoy. Mucho gusto, Hammer.
—Son las 7 de la mañana. ¿No podía esperar un poco más?
—La guerra no espera más. Y nosotros tampoco.
—Digno hijo de Ares —bufó Alej.
—Gracias por el cumplido. Vámonos.
Lo guio por el campo hasta el comedor, donde se sentaron solos a comer el desayuno. Comieron pan con huevos revueltos y tocino. La bebida era un vaso hasta reventar de jugo de naranjas.
—¿Alguna vez has sujetado una espada?
Alej escuchó entrecortado por los nervios. Había conocido a varios chicos guapos antes pero nunca a un hijo del dios de la guerra.
—Perdón ¿qué?
—Imagino que nunca has ido a la guerra. Así que no creo que si quieras sepas algo de esgrima.
—Me enteré ayer de que soy el hijo de un dios. No me dio tiempo de entrenar...
—Dos —le interrumpió—. Dos dioses. No eres un mestizo. Eres un dios al que los monstruos persiguen por alguna razón. No deberías estar aquí. Tu lugar es el Olimpo.
—¿Me vas a ayudar a entrenar o solo vas a decirme donde no debería estar?
—Eres un poquito rudo. Espero que eso nos sirva.
—Yo no quería estar aquí. Mi sueño era conseguir una beca en la universidad de España para darle una mejor vida a mi madre.
—¿Una mejor vida a Afrodita? ¿La diosa del amor? no creo que puedas darle una mejor vida que la que lleva con mi padre.
—Ella no es mi madre.
—Sí lo es. Eso nos hace como hermanastros. Pero me da igual. Ya que aquí no importan los lazos sanguíneos si no son directos. Creo que puedo domar al hijo de Hades.
Hammer le guiñó el ojo y le sonrió. Alej se sonrojó.
—¿Me estás coqueteando?
—Ya quisieras. Que seas hijo de uno de los tres grandes no te hace tan importante como para que un general de guerra como yo te ponga el ojo.
—¿Comparas a un dios con un general de guerra? —le dedicó una sonrisa se superioridad.
—¿Un dios? la verdad no. Ya que acabas de asegurar que Afrodita no es tu madre.
Alej se levantó de golpe. Molesto. Su rostro estaba rojo de furia.
—¡Ella no es mi madre!
—Cálmate. Solo era una broma.
Alej se sentó.
—Te ves lindo cuando te molestas.
Lo fulminó con la mirada. Hammer siguió comiendo como si nada.
—Creo que será mejor que entrene con Percy. No es tan imbécil como tú.
Alej se levantó y echó a andar. Hammer lo sujetó del brazo, obligándolo a mirar en el profundo campo marrón de sus ojos. Sus labios temblaban un poco. Nervios. Miedo.
—No por favor —rogó.
Alej sonrió de sorpresa.
—¿Sabes decir por favor?
Hammer frunció el ceño.
—Necesito esta misión. Todos en la cabaña de Ares lucharon contra Cronos y los titanes y con contra los Gigantes de Gaia. Si se trata de Nix, tengo que hacer algo.
—¿Entonces lo necesitas más que yo?
Hammer asintió.
—Está bien. Me vas a entrenar. Pero deja de burlarte de mí. Por lo que Kelly me contó, tengo derecho a escoger a mis compañeros de misión. Y si te pasas de la raya, le diré a cualquier otra persona que vaya con nosotros. Igual a Kelly no le importará.
Hammer extendió su mano. Alej se la apretó.
—Trato hecho. Amorcito.
—Nada de llamarme así.
—Ya cerramos el trato. No puedes cambiar las reglas. Además, no es coqueteo. Es solo una manera de recordarte que eres hijo de la diosa del amor.
Hammer salió del comedor riéndose. Alej lo siguió hecho una furia. Pero muy dentro de si, le gustaba la idea de que le atrajera ese guerrero.
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El héroe del Hades
FanfictionAlej no sabe que es hijo de dioses. Y su vida fue simple hasta que unas serpientes mutantes atacaron su casa. Su madre se sacrificó para que el pudiera llegar al campamento mestizo. Él nunca ha sido un héroe y no sabe lo que le espera. Pero pronto s...