7. Hogwarts

353 20 86
                                    

Eran aproximadamente las 10:30 más extensas de mi vida. Chicos corriendo de un lado a otro, señoras limpiando y ordenando la vestimenta de sus hijos, pájaros gritando y uno que otro bebé llorando. Pero no veía por ninguna parte al hurón albino.

Cuando me di cuenta que debía comenzar a buscar un asiento antes que quedara sin ninguno, subí al tren con mi pesada maleta, busque asiento, y al pillar el que había sido mío por todos mis años estudiantiles. Pille la impecable figura de Draco durmiendo sobre las piernas de Blaize. Mire a ambos lados del tren y vi que estaba para mí sorpresa vacío. Abrí la puerta y entre.

- ¿Son pareja?

Draco se sentó de un tirón algo asustado, Blaize se ordenó el cabello algo sonrojado.

- No es tu asunto, Potter.

- Felicidades.

- Gracias. -Draco parecía un tomate, reí burlándome.

- Pensé que llegarías tarde.

- Todos los años llego temprano. Es preferible. ¿Y tú qué haces aquí?

- Aquí me siento todos los años, pero también te buscaba. Tenemos que hablar.

- Blaize lo sabe todo -alce las cejas- el y mi padrino nos ayudarán.

- Ya entiendo porque le hiciste el favor a Draco el otro día, no era solo por la comida -el me fulminó con la mirada, era mucho más imperturbable que lo que Severus era. Me hacía sentir incómodo. Quería ganarme su confianza.

- En fin, si vas a quedarte con nosotros, avancemos -su brazo hizo una pequeña floritura que puso cortinas en la puerta y un hechizo para que no nos escucharán. Saco pergaminos y un libro de encantamientos y otro de artes oscuras- hemos estado pensando mucho acerca de como destrozar al horrocrux, hemos caído en la conclusión que podemos ocupar fuego maldito o el veneno del basilisco.

- Pero ya está muerto.

- Sigue sirviendo. Preferiría usar fuego maldito, ya que se quemara el escenario que creo la sala de menesteres, no la sala de menesteres. Y tampoco debería de salir fuera del castillo, para eso el profesor Snape nos ayudaría.

- y los planos?

- Oh, es la misión secundaría. Estamos investigando cómo aparecer a las personas de fuera de Hogwarts, en Hogwarts. Por si tocara escapar, o que nos rescaten Harry -dijo con rapidez antes que le preguntara- hemos dibujado cosas, preguntado en el libro de encantamientos, incluso le pensamos en preguntar a la profesora MC Gonagall. O más bien tú tendrás que hacerlo, somos Slytherin's. Ella no nos lo contaría, no nos tiene buenas.

- A veces detesto que haya este tipo de sesgos y prejuicios en Hogwarts.

Así paso toda la mañana, las horas y al fin la noche. Cruzamos a través de las carrozas, subimos las escaleras, y me senté junto a Neville y los gemelos Weasley al inicio de la mesa, cerca de la mesa de profesores. Antes de que siquiera escuchara los chismes sobre Hagrid y la señora vestida de rosa, noté como Dumbledore se levantaba de su asiento.

- A los nuevos -dijo con voz sonora, los brazos abiertos y extendidos y una radiante sonrisa en los labios- les digo: ¡bienvenidos! Y a los que no son nuevos les repito ¡bienvenidos otra vez! En toda reunión hay un momento adecuado para los discursos, y como este no lo es, ¡al ataque!

La comida apareció y todos comieron, Ron, quien frente a mí comía junto a Hermione, murmuro algo que le entendí a medias si no tuviera la boca llena de pollo.

- ... Cuando estaba en el tren, escuche que la gente está desvalorizando a Dumbledore, le llaman loco, anuncia por todas partes que Voldemort ha vuelto, bueno... -me miro sonrojado- te creemos Harry, pero la manera en que lo dice Dumbledore... hum, es raro, últimamente se ha vuelto muy apasionado cada que habla sobre acabar con él, ya ni siquiera se enfoca en lo de salvar vidas -sonreí mientras cortaba el pollo, al menos desconfiaba, no me gustaría tener que dejarlo de lado por eso, Hermione aún llevada por hacer todo lo que escucha de los líderes y cegarse de eso, le hablaba de lo poco cierto que era, que no prestara atención a los chismes y que tenían que acabar con ¨ tú ya sabes quien ¨. Oh, Hermione, siempre tan cerrada a otras ideas, ahora entendía al profesor Snape. Nunca llegaría lejos con esa mente cerrada que tenía ante todo. No le contaría sobre los planes sabiendo como iba a reaccionar.

NADA ES LO QUE APARENTADonde viven las historias. Descúbrelo ahora