La simpleza de sus palabras lo tomo con la guardia baja, incluso estuvo a punto de atragantarse con su bebida.
El barman sonrió ante el efecto que causó en el peligris, se apoyó en la barra y ladeó su cabeza, una sonrisa juguetona se asomó.
—Eres fácil de leer, Song.— El de pelo rojizo se inclinó un poquito hacia delante, mezclando sus respiraciones.
Todo su cuerpo se tensó, ¿tan obvio era? Bueno, si lo estaba mirando con ojos de enamorado, qué más podría decirse.
—¿Te comieron la lengua los ratones?— El alto se burló de él, soltando una pequeña y suave risilla.
—Dame una servilleta, por favor.— Tomó desprevenido al de hebras rojizas, pero no demoró mucho en darle el dichoso pedazo de papel.
Mingi lo tomó y sacó nuevamente la llave de su auto, esta tenía un llavero aledaño y era una pequeña navaja. Pasó la misma por su dedo índice y el líquido rojo no tardó en salir, aplanó la servilleta en la barra y empezó a escribir una secuencia de números, ocupando su dedo como pincel.
El otro chico lo miraba sorprendido, era primera vez que le daban un número de tal manera tan exótica.
El de hebras grises terminó de escribir y le alcanzó el trozo de papel, lamiendo después su dedo de manera erótica. Mostrando sutilmente su lengua que tenía un trazo rojo en medio... No supo cómo mierda eso se había visto tan sexy.
—Llámame.—
—¿Qué te hace creer que lo haré?— Guardó el papel en el bolsillo de su pantalón, arrugándolo lo más posible.
—¿Entonces, por qué lo guardaste?— Agarró su piña colada y se la tomó sin titubear, dejando el vaso vacío sobre la barra.
Se levantó y volvió a estar a centímetros del rostro del contrario, mordiendo el interior de su mejilla al verlo tan cerca suyo.
—O escríbeme, no sé.— Le dio una rápida mirada al chico con el que estaba antes su presa, mirándolo mal. —Solo comunícate, ¿vale, chico de ojos lindos?
No esperó respuesta cuando ya había abandonado la barra, dejando al chico con las palabras en la boca.
Se escabulló entre la gente con la cabeza ya dando vueltas, se acercó a su grupo de amigos y rodeó con su brazo al rubio desteñido, generándole un pequeño saltito en el lugar.
—Estúpido, te iba a patear en las bolas.— Yeo se tomó el pecho con su mano, y con la otra sostenía fuertemente otra lata de cerveza.
—No soy un violador.—
—Porque no quieres.— Le dedicó una mala mirada antes de tomar de su lata. —¿Ya te vas?— Preguntó una vez vio la llave del auto de Mingi, enarcó una ceja.
—Ya conseguí lo que quería.— Sonrió al recordar como hace tan solo unos segundos aquel chico había guardado el papel en su bolsillo, no era mucho, pero al menos no lo tiró.
—¿Ya te lo vas a coger?— Yeo arrugó el ceño, desconfiando de su amigo.
—¿Para que más si no?— Le dio un apretón para luego separarse. —Despídeme de los demás si es que no terminas vomitando en los baños, me voy a casa.—
Kang se despidió y le deseó buena suerte. Mingi se movió algo torpe entre los cuerpos para abandonar la mansión.
Dio unos cuantos pasos hasta llegar al estacionamiento donde la oscuridad impedía ver su vehículo, pero luego de apretar el botón en su llave las luces parpadearon, indicándole que estaba cerca del perímetro.
Caminó como pudo y se subió al asiento del piloto, dejando salir un fuerte suspiro, aliento que estaba reteniendo desde aquel encuentro. Reclinó el asiento y abrió la pequeña ventana en el techo del auto, dejando ver la luna cubierta por unas cuantas nubes.
Necesitaba esto, necesitaba de esta emoción. Esa sensación en la boca del estómago que te taladraba el cerebro y te decía 'está mal', pero luego esa necesidad de sus manos tocar todo ese cuerpo, adentrarse más allá de donde él mismo conocía.
Miró de reojo el reloj en su muñeca izquierda; 01:17. Era jodidamente temprano, él en sus cabales estaría empujando a algún chico o chica linda contra la pared y colando su rodilla entre sus piernas, para después subir a cualquiera de las habitaciones de la mansión y follar como desquiciados. Pero no fue el caso, y tampoco sabía el por qué.
Él se consideraba un chico bisexual, o más bien, él se enamoraba de la persona (o de su culo) más no del género. Un pensamiento interrumpió su calma...
—¡Mierda! ¡La chaqueta!— Estuvo a punto de salir del auto cuando una silueta muy parecida a la del barista se colocó justo frente al cristal de la puerta del copiloto. En sus brazos, traía lo que Mingi buscaba con desesperación
—¿Buscabas esto?— Esa voz... Esa voz.
—¿Cómo mierda llegaste aquí?— Se mordió la lengua ante la grosería. Bajó el vidrio y le arrebató la prenda de sus manos, tirándola rápidamente a los asientos traseros.
—Te seguí.— Vaya, igual de psicópata que él.
—¿Y tu trabajo?— Song se estiró desde su puesto para abrir la puerta contraria, invitándolo a pasar a su coche. Vamos, si podía follárselo hoy, lo haría. Cualquier oportunidad era bienvenida.
—En teoría...— El chico subió al auto y cerró la puerta, siendo rápidamente recibido con el fuerte perfume de Mingi en el ambiente. —Debería haber terminado mi turno hace unos treinta minutos.— Volteó a ver la hora y sonrió. —Pero apareciste tú y jodiste los planes.
El peligris colocó en la posición original su asiento, retomando la compostura.
—Vaya...— El de lentes no estaba acostumbrado a estos tratos, mucho menos de alguien como él.
El silencio reinó y una tensión se posó sobre y entre ellos. Mingi miraba los labios contrarios de ves en cuando, intercalando las miradas con sus ojos.
—¿No te interesa saber mi nombre?— Su rostro estaba a centímetros del contrario, mirando fijamente sus belfos.
Al primer intento de Song para pronunciar una palabra, esta fue acallada por los labios contrarios, encontrándose en un beso tranquilo.
Mingi quedó mudo (literalmente), pero apenas notó lo que pasó, llevó su diestra a la mejilla del chico, acariciando aquella suave piel.
—Jeong...— Susurró el chico apenas se separó a tomar aire, aún rozando sus labios. —Yunho. Jeong Yunho.
A Mingi le importaba una mierda ahora su nombre, sólo quería volver a probar esas rojas cerezas que tenía por labios.
Apoyó su codo en la caja de cambios y se inclinó aún más hacia el, besándolo con aún más fogosidad.Afuera hacían fácil unos cinco grados, y los vidrios ya empezaban a empañarse. El calor de sus cuerpos ya empezaba a notarse.
Ambos se sobresaltaron cuando escucharon golpecitos en la ventana del piloto. Mingi se giró casi echando fuego por los ojos. Bajó la ventanilla y casi se atraganta.
—¿No que ya te ibas?— Yeosang le preguntó divertido, estirando su brazo para alcanzar del panel central un vapeador, agitándolo para que Mingi entendiera. —No los molesto más, solo venía por esto.—
—¡Pero es mío!— Song le reprochó, queriendo quitarle el vape de las manos.
—Ya mañana te compro otro.— El mayor rodó los ojos y empezó a caminar de nuevo hacia la mansión, no sin antes girarse y gritar a la pareja. —¡Acuérdense del condón!— Salió corriendo hacia la fiesta, sabía que Mingi era capaz de bajarse y brindarle un buen golpe.
Subió la ventanilla y el silencio volvió a hacerse presente, haciendo todo más tenso.
—Y bien...— Su voz lo interrumpió, captando nuevamente su atención. —¿Lo hacemos?—
Él no era nadie para negarse a eso.
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𝔗𝔥𝔢 𝔇𝔯𝔦𝔳𝔢𝔯 - 𝔜𝔲𝔫𝔤𝔦/𝔐𝔦𝔫𝔶𝔲
Fanfiction"𝔇𝔢𝔧𝔞𝔪𝔢 𝔩𝔩𝔢𝔳𝔞𝔯𝔱𝔢 𝔞 𝔩𝔲𝔤𝔞𝔯𝔢𝔰 𝔮𝔲𝔢 𝔫𝔦 𝔰𝔦𝔮𝔲𝔦𝔢𝔯𝔞 𝔱ú 𝔠𝔬𝔫𝔬𝔠𝔦𝔞𝔰." "𝔈𝔫𝔱𝔬𝔫𝔠𝔢𝔰 𝔡𝔢𝔧𝔞𝔪𝔢 𝔞 𝔪𝔦 𝔰𝔢𝔯 𝔱𝔲 𝔞𝔠𝔬𝔪𝔭𝔞ñ𝔞𝔫𝔱𝔢, 𝔠𝔬𝔫𝔬𝔠𝔢𝔯𝔢𝔪𝔬𝔰 𝔩𝔞𝔰 𝔢𝔰𝔱𝔯𝔢𝔩𝔩𝔞𝔰 𝔡𝔢𝔰𝔡𝔢 𝔠𝔢𝔯𝔠𝔞." •...