·Alfa·

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Lo primero que hizo al entrar fue cerrar la puerta con pestillo. Eso debió ser una señal para que su alfa estuviera más tranquila, pero escuchar pisadas del otro lado no fue consolador. Tomó aire con fuerza, comenzando a mentalizarse de la dura lucha que tendría consigo mismo.

Viktor necesitaba un momento para poder encarar al omega en celo.

"La mente tiene poder" una vez le dijo su padre. Tal vez, si repetía constantemente "contrólate" en su cabeza podría funcionar... solo, necesita unos segundos.

Viktor podía tener un buen manejo de su alfa, lo felicitaron muchas veces por ello, pero no era de hierro ni mucho menos. El olor suave pero fuerte se colaba en sus fosas nasales, creando lagunas en su resistencia y buen control. Cualquier otro alfa se fuera lanzado sobre el omega, a cualquier otro alfa no le fuera importado el omega... él no era cualquier alfa.

Él era un buen alfa... y el destinado de Horacio.

Cuando por fin tuvo el valor de darle la espalda a la puerta, unos brazos rodearon con firmeza su torso, entonces sin saberlo, se halló devolviendo el gesto y oliendo el dulce olor de su cabello rojizo.

Sus pálidas manos danzaron con gracia a lo largo de su espalda, deseando que no fuera tela lo que tocaba. Deleite fue aquel cuando las manos del moreno apretaron su ropa y lo empujó hacia sí; deseante de más.

Un escalofrío pasó por su columna dorsal cuando unos dedos calientes intentaron entrar por debajo de su sudadera. No impidió nada, totalmente perdido en las tentaciones y en el anhelo. Su mano izquierda dejó la espalda y se dirigió a la nuca del omega, agarrando sus hebras, procurando no jalar mucho.

Quizás, el propósito inicial de bajar su boca hasta la oído del contrario fue para que escuchara su respiración agitada, pero, en realidad, se trataba de una acción con doble intención; también deseaba escuchar el agitado respirar del moreno...

— ¡Hey! ¡Podemos ayudar! — los golpes en la puerta no tardaron en llegar, y fue lo que Viktor necesito para recobrar algo de conciencia.

Se separó de un sobresalto del omega, dejando a este desconcertado y mirándole con los ojos dilatados. Viktor se maldijo internamente por dejarse llevar tan rápido por sus instintos. Apretó los puños enterrando sus uñas en sus palmas, con la idea, de que el dolor lo mantuviera a rajatabla.

Por una parte, tuvo suerte; se alegró del ruido tras la puerta, pero, por otro lado; eso era realmente malo, su misión de sacar a Horacio de aquí se complicaba cada vez más.

Y no solo por los subnormales que tocan sin parar, sino también por el riesgo de estar aquí encerrado con él.

Le estaba afectando más de lo que creía.

— Me, me duele todo. — se puso rígido, y se apresuró a tomar al omega. No puedo evitar que acabara de rodillas en el suelo, pero al menos pudo disminuir el impacto. El alfa no creyó que su cuerpo pudiera albergar tantos sentimientos complejos a la vez, hasta que lo hizo.

Horacio acuno su estómago y se acurruco sobre sí mismo, en un acto inservible por disminuir el dolor.

Volkov miró del omega a los casilleros, su mente por fin se puso al ruedo.

Prácticamente trotó hacia el casillero que le pertenecía, y dio gracias a todos los cielos, de haber dejado su uniforme allí; aquel que era de sus favoritos. Agarró la parte superior y se dirigió con el omega.

Cuando lo tuvo de frente algo golpeó su corazón, era duro ver a tu destinado pasándola mal por los efectos del celo, aún más, cuando ha demostrado ser alguien que se vale por sí solo y no depende de nadie para que lo salve de nada.

Quisiera poder ayudarlo con mucho más, pero lo único que podía hacer era darle un poco de alivio con su olor.

Se colocó a su altura y le pasó la prenda sobre los hombros.... esto funcionaria por ahora.

Solo le quedaba encontrar una manera de sacarlo de aquí sin ponerlo en peligro.

Se quedó perdido en sus pensamientos, buscando entre las opciones que tenía la mejor, pero no llegaba a convencerlo del todo.

"Tu padre y yo tuvimos marcas temporales hasta que estuve totalmente segura."

Podría funcionar...

Se enderezo y con cuidado levantó a Horacio, lo rodeo para evitar que sus piernas cedieran y lo dejarán caer al suelo. Miro los orbes bicolores, recapacitando sobre lo que iba hacer, las mejillas sonrojadas eran la evidencia de la alta temperatura del omega y los ojos entrecerrados parecían molestos por la luz de la habitación. Sin embargo, hubo algo ahí que le dijo "hazlo."

Con calma, para no asustarlo, se acercó a su cuello, siendo atacado de forma inmediata por las feromonas de olor a lirios silvestres. Las ganas fueron más grandes que el propósito; beso su cuello tanto como lo deseaba, escuchando los pequeños suspiros de comienzo a fin. Dejándose llevar, comenzó a chupar por debajo de su oreja.

— Viktor. — ...

El alfa paró de inmediato, dándose cuenta que se había dejado llevar otra vez... Se mordió el labio con fuerza, necesitaba concentrarse.

— Voy a darte una marca temporal. — suspiro. — para cuando termine tu celo no estará allí.

Cuando se aseguró que el omega lo había escuchado, y estado de acuerdo, volvió a sumergirse en su cuello, pasando su nariz por toda la zona. Antes de volver a perderse; lo mordió, teniendo cuidado de no hacerlo muy profundo, se quitó tan rápido en cuanto sus instintos gritaron por hacerlo fuerte, con más empeño... para que perdurará toda la vida.

— ¿Cuál es el alboroto? ¡Presidente del consejo estudiantil, abra la puerta!  

Buena Intención ·. VolkacioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora