FINAL

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Una casa en silencio, pasillos oscuros, una mesa sin flores, una cocina sin aroma a deliciosa comida... ¿cómo había cambiado tanto la vida de Xiao Zhan? Las risas, los besos, las travesuras. Todo se evaporó de la noche a la mañana el verdadero vacío de su existencia estaba frente a él.

El señor Zhan observaba curioso, tenía mucho tiempo que no veía esa casa en oscuridad. Por fin se sentía pacífica, aunque mirar a Xiao Zhan parecía incorrecto.

Al tomar un bocadillo un pequeño papel cayó al suelo: era la dirección de la vieja casa de su padre. Esa era la pista, la posibilidad de ver a Lu...

🐇

El camino era largo, pero le dio el tiempo suficiente para idear varios planes, después de todo conocía aquel terreno como la palma de su mano. Se estacionó un par de metros antes, tomó un par de utensilios "especiales", se colocó gorra y guantes. Esa misma madrugada se decidiría si vivía el impostor o él.

Un letrero llamó su atención "carpintería el buen pastor". El viejo taller de su padre se encontraba junto a la casa, en ese lugar solía aprender de los errores de su papá, el gen asesino no significaba que presentara el gen de la inteligencia y para Xiao Zhan era un misterio que su padre viviera tantos años con semejante torpeza.

Sin pensarlo mucho se acercó al taller y pudo ver a la luz de sus ojos inconsciente junto a un árbol cercano a la oxidada puerta de aquel taller. Miró cuidadosamente alrededor en espera de alguna trampa y al confirmar que era seguro, corrió hacia su pequeña, revisó sus signos vitales y su respiración se calmó al tenerla segura entre sus brazos, la llevó a la camioneta y besó su frente. El infeliz estaba dentro del taller y nadie utilizaba a su hija, nadie excepto él o quizás no sabía la pieza clave...

El señor Zhan agudizó los sentidos de Xiao Zhan, se dice que la luna es testigo de la oscuridad, de los desafortunados que sufren en silencio, y esa madrugada sería testigo de lo que un depredador puede hacer.

Entró al taller y fue al clóset, el pasadizo secreto que llevaba a una habitación, donde solía haber una hermosa mesa de madera. Bella mesa entintada de rojo, diferentes manchas la volvían un objeto original... tan original como su composición. Por esa habitación desfilaron muchas personas, en su mayoría chicas perdidas obsesionadas con la idea de follar con un daddy. Los traumas de su niñez las convertía en las presas fáciles, con sueños en mente y ni una pizca de realidad, se entregaban sin dudarlo a un hombre que sólo buscaba satisfacer su placer. Dejarlas inconscientes, atadas, desnudas, para practicar los métodos que se le daban la gana, hasta que el pequeño Xiao Zhan lo convenció de ir tras algo más sustancial y no simples chicas débiles.

-Bueno ya esta bien Lu, y yo... ya me aburrí -dijo con un puchero el señor Zhan.


Xiao Zhan estuvo a punto de ceder hasta que suspiró y reconoció un aroma... abrió los ojos de par en par, su corazón latió con fuerza e intentó calmar su mente.


-No -fue lo único que dijo Xiao Zhan y descubrió el mantel de la gran mesa. Ese mantel había llamado su atención pues tenía una figura humana debajo de el, pero le daba lo mismo hasta que reconoció el aroma. Ese perfume que tanto le gustaba usar al reportero.

Xiao Zhan sonrió. -¿Sigue vivo?, creí que ya te habías deshecho de él.


El señor Zhan no comprendió, Zhan parecía no estar afectado por nada. Sus sentidos estaban normales, no era la reacción que esperaba para ver a su maridito en aquella mesa.

Desde las sombras salió un atlético hombre que Xiao Zhan conocía muy bien.

-¿Por fin tengo tu atención amado mío?

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