Capítulo 10

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En una hermosa habitación que gritaba riqueza y elegancia una madre y un niño hablaban.

Mi pequeño pajarito canta, canta para mamá –decia la mujer sonriendo mientras tomaba una copa llena de sangre

Mamá... ¡Si! –así empezó a cantar– ¿Vas a ir a la feria del mar...?la mujer sonríe suavementePerejil y otras hierbas más... y así continuo cantando por varios minutos

Me gusta tu canción, pero debes practicar más, en unos días asistiremos a un gran banquete y quiero que cantes, sin errores –lo miro fríamente–, mamá confiante en ti cariño –le sonríe suavemente

El niño estaba por responder hasta que la habitación se transformo en un gran salón repleto de gente.

Recuérdame a alguien... empezó a cantar suavemente, la mujer solo sonreía ampliamente al ver a como los espectadores escuchan asombrados la voz del joven

Que vive allá continuo cantando, los espectadores escuchaban embelesados la encantadora voz

Pues ella mi amor el joven sonreía en pleno canto verd-adero fu-e su garganta ardía, su voz empezaba a perderse pero afortunadamente termino su canción

Los aplausos resonaron por todo el salón y con ellos la suave sonrisa de la mujer se perdía lentamente.

El salón volvió a cambiar hasta dejar solo una pequeña habitación.

Paff

¡Me dejaste en ridículo! –grito molesta la mujer–, ¡Te dije sin errores! ¡¿Pero que hiciste?! –el niño tocó asombrado su mejilla, lágrimas caían sin parar

¡Mamá, lo siento! –pidio tan pronto como sintió el segundo golpe–, ¡Mi garganta me ardía! –gritaba con la voz ronca

¡No me sirven las excusas! –grito aún más molesta ¡Practicaste día y noche para evitar eso! ¡No saldrás de esta habitación hasta que aprendas la lección! enojada salió golpeando la puerta y desde aquel día el niño no volvió a salir de esa habitación

Cada día era peor para el niño, el hambre y la soledad eran sus peores compañeras, odiaba ese encierro.

¡Mamá, mamá perdón! ¡Déjame salir por favor! –gritaba llorando, estaba desesperado, solo quería salir pero sus súplicas nunca fueron escuchadas...

Kanato despertó de golpe, detestaba soñar con su pasado, recordar aquellos momentos donde no era más que el canario de Cordelia, aquel niño que cantaba sin parar hasta que perdía su voz.

Sin poder evitarlo lágrimas empezaron a caer por sus ojos en un intento de limpiarlas empezó a mover sus manitas cosa que despertó a la joven adulta que dormía a su lado.

–Kanato –susurro, limpiando sus lágrimas–, todo está bien mamá está aquí –tranquilizo para después arrullarlo suavemente

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⏰ Última actualización: Jul 17 ⏰

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