El camino era pedregoso, seco y lleno de agujeros. Otra mentira que Celine había creído de esos déspotas que presentaban los nuevos edictos. La primera de sus mentiras fue hacerla pensar que la inquisición era justa, sobre protectora con los más débiles y que sus clérigos promulgaban el amor al prójimo.
— Jodidos bastardos—sintió un suave picor en su nueva mano.
Esa boca.
El cielo crujió sobre sus cabezas, las nubes se arremolinaban prediciendo una inminente lluvia. Los cuervos que asomaban en las ramas de los árboles comenzaron a buscar refugio entre la densidad de las ramas más frondosas. Celine maldijo.
Eres muy maleducada, ¿lo sabías?
Celine bufó y siguió con sus pensamientos. La segunda de las mentiras la estaba sufriendo en ese mismo momento. Todos los meses anunciaban alguna subida de impuestos para las mejoras en los caminos y vías hacia la ciudad.
— Hijos de perra—paso la lengua por su dentadura. Aún recordaba la fuerza que tuvo que ejercer aquel malnacido para poder arrancarlos.
No podrías intentar ser menos mal hablada. Me parece grotesco y soez.
Puso los ojos en blanco, respiro con fuerza por las fosas nasales y sintió un terrible dolor en la rabadilla cuando el carro se ladeó, en otro de aquellos hoyos y su culo golpeó con fuerza el pescante.
— Podías intentar no coger todos los jodidos agujeros, ¿no crees?
Si no fueses una inútil, tú misma llevarías los ramales. Además, dudo que aunque supieses, superarás mi pericia con ellos. Llevo miles de años… te recuerdo que puedo ver lo que piensas, y eso ha sido muy feo por tu parte. No soy ningún… Celine, por favor. Eso es… me ofendes de verdad.
Celine sonrió de oreja a oreja. Hacer que Sombra se enfureciera era mucho más divertido que robar comida en el mercado. La extraña rectitud de aquel ser no parecía ser la de un ser capaz de destripar a tres tipos con sus propias manos.
Por qué no soy ningún animal. La educación es la base… Celine… Está bien, toma el control de tus manos.
La sensación de recuperar parte de su cuerpo era rara. No es que no sintiera las manos cuando Sombra llevaba las riendas, pero era una sensación como si se hubiesen dormido. Que por mucho que intentara moverlas le resultaba dolorosamente imposible. El carro se ladeó en el siguiente hoyo y Morenito se asustó dando unos pasos más rápidos.
Celine sintió un miedo primigenio cuando el animal comenzó a trotar. Los árboles que bordeaban el camino comenzaron a pasar más rápidos. El pescante le golpeaba el culo como un padre que azota a su hijo.
— Sombra, no me jodas, ¡que nos vamos a matar!
Silencio.
Celine apretó los dientes y tiró con fuerza de los ramales hacia ella. Morenito, relincho asustado y bajo al paso como pudo. Sí en lugar de ir pensando en sus cosas, hubiese estado más atenta a sus manos, ya habría aprendido a dirigir el caballo. Pero algo había cambiado. Ahora sabía que si estiraba hacia ella, se detenía, si las arreaba, el animal se esforzaba más o incluso salía al galope, algo poco recomendable yendo en un carro como aquel. Y según hacía qué lado estirará, el animal giraba su hocico y se dirigía en esa dirección.
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Sombra, La hermandad de asesinas.
FantasyCeline es una joven en un mundo oscuro y tenebroso donde la vida no vale más que el lodo bajo sus botas. Un mundo lleno de mierda, sangre y oscuridad. Tras verse encerrada y bajo tortura, algo sucede en su vida que lo cambiara todo. La hermandad ser...