Capítulo 6°

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Celine recordó el caos que Sombra, había creado dentro del edificio de la Inquisición, fueron una sucesión de imágenes y sensaciones. En aquella ocasión, aunque ella no era más que un títere en manos de Sombra, podía sentir la potencia que era capaz de ejercer ese ser. Pero mientras corría hacia el arbusto no se sentía así de poderosa.

Concéntrate.

Celine asintió, debía concentrarse o las únicas personas que parecían haber sido amables con ella, morirían por su culpa. Saltó por encima del seto, sintiendo una pequeña potencia extra en sus piernas, cayó, rodó, se arañó las rodillas y las manos y gruñó iracunda por su maldita inutilidad. El tipo la miró bizqueando. Sonrió con una sonrisa desdentada y la apunto con su ballesta.

Desenvaina tu sable, estúpida. Levántate.

Celine se levantó y casi de manera instintiva rodó hacia su derecha, el virote se clavó en el suelo rasgando el vuelo de su capa. Se levantó como un resorte y desenvainó su sable, no sin algunas complicaciones con la vaina. El ladrón volvió a sonreír mientras cargaba de nuevo la ballesta. Viendo las habilidades de Celine, se sabía vencedor.

Ahora espera que descargue. Es ahí cuando debes avanzar con el sable por delante para intentar trincharlo.

Quién era ella para rebatirle a un ser que albergaba el conocimiento de las mejores asesinas de la historia. Respiro, sintió como sus pies se asentaban en la tierra. Podía sentir sus músculos tensos, el acero prolongarse en su mano. Respiro en el intervalo en el que ballestero lanzaba por segunda vez. Sentía la brisa del aire que susurraba entre los árboles. La dirección de la luz. El brillo en la punta del virote girando hacia ella. Como si ese pequeño espacio de tiempo pudiese ralentizarlo un poco. Aparto su cara viendo pasar el proyectil por delante de sus ojos. Miró al ballestero que escupía un enorme gargajo verde que parecía flotar en el aire.

- Ahora-se dijo.

Saltó hacia delante con una potencia que nadie hubiese imaginado. El sable atravesó el pecho del tipo como si no hubiese hecho contacto. Podía sentir los últimos latidos de su corazón en la palma de la mano, con la que esgrimía el sable. Lo desclavo y el hombre la miró sin entender qué había sucedido. Vio como su vida se extinguía, como sus ojos perdían el horizonte, como la sangre salía por su boca mezclándose con su propio gargajo. El tiempo volvió a su velocidad normal y el tipo cayó hacia delante muerto.

Celine sintió un vacío en su corazón. Acaba de matar a un hombre. Siempre había imaginado que matar a alguien cuando defendías tu vida debía ser algo satisfactorio, como mínimo. Pero no había sido así, sentía un regusto amargo en la boca del estómago. Su sable goteaba la sangre de un hombre que ella había matado sin que tuviese la más mínima posibilidad. Aquello no había sido en defensa propia, aquello había sido un asesinato.

Celine, aún quedan enemigos. Entiendo que esto pueda afectarte. La primera muerte siempre es dura. Pero tus amigos necesitan que seamos fuertes.

Celine se miró las manos, las tenía arañadas, la empuñadura del sable tenía manchas rojizas de sus heridas en el cuerpo blanco. El acero escupía un fino hilo de sangre de ese tipo que ya no se movería jamás. Ese tipo que podía ser el padre, el hermano, el hijo o el novio de alguien. Y ella, había borrado toda posibilidad de que sus seres queridos pudiesen despedirse de él.

Celine, céntrate. Estás haciendo lo correcto. Te aseguro que este mundo es mejor desde que ese no respira. Y cuando acabemos con el resto, será un mundo más seguro.

Sombra, La hermandad de asesinas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora