Capítulo 7°

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Celine abrió un ojo y vio sobre ella el inmenso cielo. Negro, turbado por el aire y dispuesto a vomitar una dura tormenta sobre ella. A su lado, Tod dormía sujetándose el estómago, aún llevaba la camisa ensangrentada y rota.

Recordaba el combate, la herida en el estómago del chico, continuar el viaje y después… después, no recordaba nada. Saltó sobre la tabla del carro tras un enorme socavón y sintió una fuerte debilidad. Su estómago clamó. Volvía a sentirse entumecida. Tenía la garganta seca y notaba las hendiduras de la tabla por todo el largo de su cuerpo.

— Por fin te despiertas—Celine miró hacia el pescante doblando el cuello y vio a Luna gobernar las riendas. El cuello comenzó a producirle unos fuertes tirones.

— ¿Cuánto he dormido?

— Tres días. Y debo decirte que jamás había conocido a una mujer que roncara como tú.

— ¿Pero…?

— Te desmayaste. Algo bastante habitual después de lo del otro día—dijo con menos sonrisas en su voz— cuando desaparece esa oscuridad el cuerpo necesita descansar o por lo menos eso nos pasa a todas. Supongo que al no estar vinculada ese desgaste es mayor.

— ¿Desgaste?—Celine gruñó cuando se enderezó y en una batalla entre el dolor y el equilibrio alcanzó a sentarse en el pescante.

— Debes saber algo, Celine, ostentamos un gran poder. Tú, incluso doblas esos dones. Pero todo tiene un precio. Y ese precio asciende cuando te dejas llevar por la oscuridad que albergas en tu interior. No debemos dejarnos llevar por esa ira, o te consumirá.

— Hablando de eso… —Celine agachó la cabeza—. El otro día fui una maleducada. Pero tenía muchos sentimientos a flor de piel.

— A eso me refiero—golpeo el muslo de Celine amistosamente—, podía sentir tu ira desde mi posición, mientras corría tras tus presas. Hacía mucho tiempo que no sentía la ira de Sombra, debes tener cuidado. O te perderás en ella.

— ¿A qué te refieres?

— ¿Qué sabes de las motas de oscuridad?—Luna paso las bridas a Celine, saco una bolsita de su capa y una larga pipa de su morral.

— Más bien poco—resolvió.

— Está bien, queda mucho camino por delante—Celine metió una rueda en otro hoyo y Luna tuvo que sujetar la bolsita para no perderla, prenso la cazoleta y encendió la pipa con el pedernal—. Procura que no nos matemos.

<<Antes de la creación de todo esto, solo existían dos entes. Dudo que se llamarán Luz y Oscuridad, pero las primeras transcripciones arcaicas que se guardan en la biblioteca Negra no son muy fiables en sus traducciones. Supongo que algún escriba decidió simplificar el “todo” en dos simples palabras.

Bueno, lo bien cierto es que Oscuridad abarcaba casi todo lo que hubiese antes de la creación. Y Luz, malvivía en penumbras. Hasta que un día, Luz se expandió harta de estar subyugada a su igual. Cuando Luz reveló todo su potencial, ambas estallaron en cientos de pedazos. Dejando unos enormes bloques, y esparcieron miles de retazos que se dividieron por todo el universo. A nuestro planeta llegaron un centenar. Y otras cuantas motas de Luz. Y esos retazos somos nosotras.

Por alguna razón que los estudiosos no han comprendido esos fragmentos se adhieren a cuerpos que han fallecido. Ni tampoco sabemos por qué nos unimos en una gran hermandad. Y de entre todas las motas de Oscuridad, Sombra es la más poderosa. Pero también la más peligrosa. Si la dejas explotar, te consumirá>>

Sombra, La hermandad de asesinas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora