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OMAR

Levanté la mirada de lo que hacía tranquilamente, volteando a ver a Joscelyn, tratando de leer su reacción ante la noticia que acababa de escuchar, tan aparentemente sorprendida.

—¿Ustedes son novios y no me dijeron nada? —paró lo que estaba haciendo para mirarme un micro-segundo y luego dejó su mirada en Mirana.

—Estaba tan emocionada por decírtelo —rió emocionada abrazando mi brazo—, pero como Andy ahora ha venido a la ciudad, estás más ocupada con él. Así que decidí decírtelo hoy —explicó, volteando a verme, y solo le sonreí levemente.

Yo no dije nada, simplemente las dejé hablar, aunque por dentro cuestionaba cada una de mis decisiones en los últimos días. ¿Me gusta Mirana? Es bellísima, eso sin duda, pero me falta algún tipo de sentimiento, el cual no sé cuál es. Y por el momento no lo descubriré.

Ah... —nos miró (a mí otro micro-segundo)— qué bien por ustedes, me alegro mucho de que estén juntos, ojalá sean felices —dio una sonrisa y abrazó a Mirana; a mí no me hizo nada, agradecí internamente por eso.

—Bueno, ya que lo sabes, tienes que tratar de no pelearte con mi amor —besó mi mejilla y me sonrió antes de seguir con los mochis.

Una vez me despedí de ella, subí a mi auto y manejé a mi apartamento, mirando la calle tranquilamente, escuchando The Weeknd, moviendo mi cabeza al ritmo de la música.

Estaba viendo alrededor mientras se ponía en verde el ascensor, hasta que vi un rostro conocido. Ladeé la cabeza en curiosidad y, al ver quién era en las luces de la ciudad, arrugué la nariz.

—Algo anda mal... —una vez estuvo en verde doblé hacia la izquierda, al ver que un chico la seguía de manera bastante sospechosa.

Aparqué el auto bajándome tranquilamente para caminar hasta ella.

—Cariño, espérame —rebasé al hombre con capucha negra para rodear su cintura y atraerla hacia mí, dándole una mirada para que me siguiera el juego.

—Pero... —en cuanto vio mi mirada, entendió y me siguió el juego. Miré hacia atrás un momento; el hombre se había ido hacia la otra acera.

—Listo —dije mirando alrededor, sin darme cuenta de que todavía tenía mi mano en su mejilla.

—Supongo que debo decir gracias por eso —dijo quitando mi mano de su cintura—. ¿Me estabas siguiendo o qué? ¿Cómo supiste que casi me roban?

—No te creas tan especial, iba camino a casa cuando vi a ese tipo muy sospechoso detrás de ti —metí mis manos en mis bolsillos, mirando hacia abajo para poder verla, algo que ella no hacía.

—Ya, entiendo —no dijo nada más y se frenó—. ¿Te gusta Mirana?

—¿Por qué la pregunta repentina? —alcé una ceja quedando frente a ella, mirándole.

—Yo pregunté primero.

Solté un suspiro, pero asentí. Lamentablemente, tenía razón. —Sí, me gusta —dije simple, mirando hacia otro lado.

—Mientes —dijo sin rodeos, y yo le miré alzando una ceja.

—¿Sabes leer mentes ahora? —arrugué la nariz divertido.

—No, pero sé que mientes. Se nota a kilómetros —me miró por primera vez, un momento más largo.

—¿Según tú, cómo se nota que no me gusta? Si somos novios, no estaría con alguien por que sí, me parece una pérdida de tiempo —miré el cielo tranquilamente.

—Porque te gusto más yo, pero que eso quede entre tu corazón, tus ojos y yo —dijo con determinación antes de seguir caminando.

Me quedé ahí, viéndola irse en un momento de congelamiento.

<<Persíguela y dale un beso, dile que todo es verdad y húndete en su piel, olor a caramelo.>>

No. No y no. Cállate, estúpido corazón, vámonos.

La miré unos segundos, su pequeña e imperfectamente perfecta estructura que hace que me estremezca, luego solo me limité a caminar hacia mi auto mientras en mi cabeza daba vueltas esa frase.

JOSCELYN

¿Por qué él tiene que hacerme sentir de esa forma? ¿Por qué está con Mirana? ¿De verdad la quiere? Digo, nunca los había visto juntos o algo así, ni Mirana me había comentado que le gustaba. Algo anda mal, tengo que descubrir qué es, porque no me puedo quedar con el sentimiento de que algo está pasando.

Llegué a mi casa y me quité los zapatos, tirándome al piso para recibir a Bombón. —Hola, mi copito peludito.

—Llegaste, ¿qué pasó? —Andy pausó la película y volteó a verme desde el sofá.

Yo le miré y luego corrí hacia él para contarle todo, cada uno de los detalles y cómo me sentía; él era el único que podía entenderme.

—Eso es muy raro. Mirana sabe que tú sientes algo por él además, es muy idiota de ella y de él, porque se nota que también siente algo por ti —me explicaba mientras acariciaba mi cabello y hablaba con calma.

—Ya no quiero estar cerca de ninguno de los dos. Mirana ni siquiera me explicó bien, no pensó en mis sentimientos y él siempre es un hielo. No tengo por qué esperar algo más de él —bufé, comiendo de las palomitas que él tenía ahí, pensando un poco más.

—No vas a estarlo, tú tranquila. Como si nada pasa, ignoras a los dos y si te pregunta Mirana, le dices la verdad, listo —negó y comió conmigo.

—Sí, creo que es lo mejor, al menos —decidí comiendo y quedándome a ver la película con él.

Con solo una mirada Donde viven las historias. Descúbrelo ahora