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JOSCELYN

Me levanto con un dolor de cabeza inmenso, junto con un frío horrible que me hace temblar. No, por favor, no. Me toco la frente para comprobarlo y sí, estoy enferma.

-Mamá- trato de gritar, pero me sale un gallo. -Mamiiiii.

-Me llamabas, hija- milagro que me haya oído. Cuando tengo que decirle algo, hace como que no me escucha.

-Me siento mal- le digo cerrando los ojos.

-Ah, ¿enserio? Déjame revisarte- dice acercándose a mí con un vestido de los que ella siempre usa. -Ay, mi amor, tienes fiebre. ¿Te bañaste después de que te cayeras a la piscina?

No podía mentirle, ella sabía perfectamente cuándo yo mentía. Era como una especie de detector de mentiras que tienen las mamás, y mamá no es la excepción.

-Nop, no me bañé, estaba cansada- digo haciendo un puchero.

-Bueno, hoy no vas a la universidad y te quedas aquí- dice saliendo. -¿Te traigo una sopita?

-Porfisss- digo como niña de 5 años.

Después de unos cinco minutos, mamá vuelve con la sopa en las manos y se sienta en la orilla de la cama.

-Oye, hija, ¿y cómo te llevas con Omar?- Esperen, sé a dónde va esto.

-Emmmm, nos conocemos de la uni, nada más- digo sin tratar de sacar alguna sospecha de que me muero por ese Dios de las nieves.

-Eso lo sé, pero no sé, cuéntame, ¿hablas con él o no se?- dice mi mamá tratando de sacarme información.

Sé que está tratando de sacarme información, pero no lo logrará. Es una de las pocas cosas que ella no puede hacer.

-No, mamá, casi no hablo con él- digo con un tono frustrante.

-Ok, hija, ya no te molesto. Lo único que te voy a decir es que en 10 minutos él va a estar aquí visitándote, así que te comportas- Gracias, mamá, lo único que me faltaba.

-¿¡Mamá, por qué él va a venir, puedo saber no!?- Digo indignada.

Mi mamá como que si no escuchara me da la espalda y sigue caminando.

-Deja de hacerte la que no escuchas, que yo sé muy bien que me estás escuchando, Katherine Estrada.

Y justo en ese momento oigo sus tacones resonar en las escaleras, acercándose a mi cuarto.

<<Llegó mi fin, que Dios me acompañe al lugar que voy a dar.>>

En eso que está a punto de abrir la puerta, solo escucho el timbre de la casa y escucho los tacones de mi mamá alejarse.

<<Santa Madre de los aguacates, esta vez me salí con la mía.>>

En eso solo escucho un chillido de mi queridísima madre.

-¡Oh! ¡Hola, Omar! ¿Cómo estás? Pasa.

-Hola, señora Estrada, yo estoy bien. ¿Y Joscelyn?- Oh por Dios, está preguntando por mí.

<<Ok, amigos, hoy fijo va a ver un terremoto con relámpagos y un huracán.>>

Y yo, seguro, con las ojeras que tengo, que me tengo, lo voy a asustar al pobre Dios de las nieves.

-Hola, Joscelyn- con ese tono de voz tan seductora... Ya se me mojaron las bragas.

En ese momento, donde está entrando a la habitación, le veo el ojo morado y con varios raspones en el labio y la ceja.

-Wow, Omar, ¿qué te pasó?- Digo preocupada.

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OMAR

Miro la hora y veo que me levanté a tiempo. Nunca en mi corta vida he llegado tarde, es como una costumbre que tengo. Nunca, pero nunca, llego tarde. Eso me hace tener la asistencia impecable. Además, casi nunca me enfermo y, si me enfermo, llevo la nota de por qué falté. No soy perezoso, y no lo he sido, y no quiero serlo.

Para desayunar, tomo un yogurt griego con granola. Siempre tengo una alimentación balanceada, aunque de vez en cuando me como una que otra cosa que no esté en mi rutina de la semana. Me gusta ser ordenado.

Tomo mi mochila con todo ordenadamente en su lugar. Hoy llevo algo simple: una camisa azul lisa, mis Vans y unos jeans.

Voy en mi auto, totalmente concentrado en las calles de Rodeo Drive y, en eso, veo a una ancianita caminando en medio de la calle. Le ayudo a cruzar amablemente.

-Gracias, joven, por ayudarme- en eso veo a un hombre mayor, como de la edad de la anciana, que la llama.

-Mi amor, te estaba buscando por todos lados.

-Mi amor, no nada, estaba cruzando la calle, pero este muchacho me ayudó- me ve con una tierna sonrisa.

<<Desearía tener algo así.>>

Y en eso que pienso eso, me acuerdo de Joscelyn.

<<Pero no debería estar pensando en Joscelyn, no, no, solo piensa en los estudios y la universidad.>>

Le digo adiós a la pareja de ancianos y me monto en mi auto y arranco hacia la Universidad de California. Cuando llego, veo que llegué temprano. Aun con el inconveniente de los ancianos, llegué temprano. Eso es un logro.

La primera clase que tengo es Ciencias Políticas. Mientras trabajamos y estoy completamente concentrado en la clase, recuerdo aquel húmedo momento, donde habíamos caído a la piscina y que, sin total intención, vi a Jos sin bragas. Sonrío un poco al recordar cómo se puso cuando se lo dije.

<<¿Qué te pasa, Omar? No pienses eso, amigo.>> Pero si retrocedo, ella vuelve a mi mente.

Donde me estoy dando cuenta de que ya salimos de arte y me estoy dirigiendo a la cafetería. Y en eso solo escucho cómo Joseph empieza a decir a todo el mundo que, ayer, en la fiesta

(...)

Con solo una mirada Donde viven las historias. Descúbrelo ahora