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JOSCELYN

Movía mi cabeza de un lado al otro desconcertada por el increíble e irritante sonido que había cortado mi hermoso sueño en el que me casaba con un desconocido en Las Vegas. Cuando le puse más atención al sonido, resultaba que era la música que más odiaba en el mundo, y la persona que la puso lo sabía, lo hizo a propósito y yo sabía quién era.

-ANDREW ALBERTO WILSON, QUITA ESA MALDITA MÚSICA ANTES DE QUE TE CASTRE - gruñí tan fuerte que Bombón tuvo que taparse las orejas.

-Hay que huir - le hablo a su gatita, Chesira, quien lo miraba con indiferencia lamiendo una de sus peludas pero suaves patas color perla. - ¡Nunca nos encontrarás! -dijo corriendo hacia el patio trasero con su guitarra fingiendo tocarla mientras cantaba la canción de fondo.

Lo perseguí por toda la casa, de arriba abajo, hasta que llegaron mis papás y pude tirarme encima de el jalándole el cabello.

-¡Estaba soñando, idiota! —le grité, ignorando la mirada de mis padres.

Vi como Bombón y Chesira caminaban al lado del otro completamente bien, como animales civilizados.

-¿No pueden estar como ellos? Un gato y un perro se controlan más que ustedes —dijo mi madre mientras acomodaba todo.

-Él empezó - lo señalé y luego le saqué la lengua bajándome camino a la refrigeradora por algo de comer.

-Ya, no te enojes, fue broma —me abrazó haciéndome cosquillas suaves, parando la música.

La verdad es que sabía cómo hacer que deje de estar enojada, lo cual no me parecía justo. Igualmente, yo tenía el mismo poder sobre él. Era curioso cómo nos conocíamos completamente, tal vez demasiado.

-Eso es trampa, ahora te atienes a las consecuencias —dije comiendo de mi yogurt con bolitas de chocolate.

-No me gusta eso -hizo una mueca negando con tono infantil-. ¿No puedo llegar a la parte en la que me das de eso? -preguntó abriendo su boca grande.

Lo miré con diversión antes de negar y luego darle muy poco. Caminé de vuelta a mi habitación con él detrás de mí. Nos quedamos viendo El Rey León y luego Hércules. Nos quejábamos de Disney, pero algunas películas eran entretenidas.

Después de un rato, íbamos camino a comprar unas cosas para su cuarto de casa, ya que se quedaría mientras terminaban de construir su casa. Sí, podía ir a un hotel, pero prefería quedarse con nosotros. Además, debía guardar dinero, si tenía, pero vivir solo no es muy barato y ya se había independizado.

-Entonces, él es guapísimo, pero sientes algo con él y casi ni se han hablado. Te visito un día golpeado y resulta que el idiota de Joseph lo había golpeado con sus amigotes porque piensa que es tu dueño y al final se terminaron alejando. ¿Eso es lo que ha pasado con ese tal Omar? —dijo tomando cosas del supermercado.

-Exactamente, muy bien —le tiré una bolita de chocolate para que la atrapara, lo cual hizo y aplaudió asintiendo.

-Pues no sé, dale tiempo. Tal vez después puedan llegar a ser algo o eso —me miró encogiéndose de hombros y luego sonriendo levemente.

-Y no sé, a veces siento algo, mirándolo, como si... Estuviéramos sintiendo algo entre los dos, además de lo normal —mordí mi labio pensativa.

-Con tu vista lees emociones —asentí levemente— entonces debe pasar algo entre ustedes, definitivamente —aseguró y comió de mi yogurt.

Abrí mi boca pero la cerré respirando hondo asintiendo, antes de estirarme. —Voy a ducharme —no dije más y fui hacia las escaleras.

Dejé caer el agua en mi cuerpo, tibia. Miré el baño pensativa antes de perderme quedándome en un vacío.

<<¿Qué pasa si en realidad no es eso y yo nada más lo estoy sobre pensando para nada?>>

(...)

—Vamos a arruinar la cocina —reí fuerte mientras ayudaba a Mirana con sus mochis para la campaña de Presidenta estudiantil. Ella estaba decidida a ser la nueva Presidenta, yo no era nada en su partido, pero igualmente me gustaba ayudarle.

—Espera —se quitó los guantes para contestar su celular—. ¿Omar? Ah sí, nos vemos después o puedes venir a ayudar, estamos haciendo mochis —hablaba tranquilamente.

Me congelé y negué para seguir en lo que estaba. Había pasado bastante tiempo, ya no le hablaba a Omar, ya que no se daban las ocasiones o simplemente no quería entablar relación entre nosotros, tanto él como yo. Se notaba cuando nos topábamos, las pocas veces que lo hacíamos.

—Bien, llegará en un rato —empezó a peinarse y yo solo la miraba, parecía que quería estar presentable para cuando viniera él.

Vaya, al menos alguien sí tuvo un ascenso, pero mejor no le diré lo del cosquilleo.

<<No tiene importancia, es un estúpido sentimiento y ya>>

Luego de un rato, escuchamos la puerta del apartamento de Mirana. Yo solo seguí lo que estaba haciendo mientras ella iba a abrirle y saludarlo, etc.

—¿Estás segura que puedes terminarlo conmigo solamente y- —se detuvo al verme— olvídalo —se acomodó su camisa y fue por un delantal.

—Todo será divertido —sonrió ella ampliamente antes de seguir haciéndolos.

Cambié de lugar para que ellos estuvieran juntos, quedando Mirana en el medio de los dos. Yo solo seguía haciendo mi trabajo de ponerlos en sus cajitas de cuatro y luego iban al refrigerador.

Había un silencio algo incómodo, no tanto pero se notaba, al menos entre nosotros, porque Mirana hablaba de más, nunca hablaba tanto, ni conmigo, pero de repente se le había soltado la lengua.

—¿Ya te conté que Omar es vicepresidente del partido? —me miró y sonrió.

—No, pero me alegro. Seguro van a ser grandes presidentes, o compañeros, o eso —asentí antes de seguir en lo que estaba, cuando se me ocurrió algo. — ¿Cómo le hará cuando tú no estés y tenga que dar órdenes?

—¿A qué te refieres? No soy mudo ni sordo —dijo sin mirarme.

—Digo que te cuesta comunicarte, según lo que he visto, por lo que no creo que seas capaz de poder comunicar lo que quieres decir. Se van a confundir.

—Los chicos que elegimos no son tuyos, Joscelyn —dijo de un solo y sentí como me dio un golpe en el ego.

—Ya, chicos —dijo Mirana y nos miró—, ya casi terminamos, basta, no quiero que mi novio y mi mejor amiga estén peleados.

Ahí la miré en shock.

—¿Novio? —espeté con poca voz.

Con solo una mirada Donde viven las historias. Descúbrelo ahora