Capítulo III

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·Xander·

  Me levanté de mi cama con el sonido del despertador. Intenté apagarlo pero se habia descompuesto... otra vez.

  Cástor dormía como un muerto en una posición no muy cómoda. No entiendo cómo no se despertó con semejante ruido. Terminé por romper el despertador... otra vez.

  Hoy tenía que levantarme temprano pues el instructor de combate me lo ordenó. No me dijo para qué, pero viviendo aquí desde hace tanto tiempo te acostumbras a ese trato.

  Bajé las escaleras y encontré a la pequeña Elora garabateando con cinco lapices en una mano y cinco en la otra. No sabía por qué estaba aquí tan temprano y no me quedé a averiguarlo. La tomé en mis brazos y la subí a su cuarto. No me molestaba para nada el hecho que se este divirtiendo pero si los guardias que se paseaban de a rato por la casa veían que alguien no cumplía con el horario iba a ser castigada. Es una exageración lo sé, pero a mi Padre le asusta no tener el control de todo y eso lo he notado. De sus hijos, luego de Cassandra, soy yo el que pasa más tiempo con él. De alguna forma, se podría decir que somos confidentes.

  Entré a la habitación de las chicas y dejé a Elora sobre su cama con sus papeles y lápices de colores.

-Eli, quedate aquí, yo volveré luego- La niña asintió y siguió con sus garabatos.

  Salí de la habitación, tomé un rápido desayuno y me fui.

  Cuando llegué donde me habia indicado el tío Jápeto al menos unos diez instructores estaban esperándome alborotados. Al percatar mi presencia se quedaron en silencio, como sucedió ayer.

  El tío Crio se acercó a mi para ordenarme que lo siguiera y así lo hice. Me llevó hasta una fila de enormes demonios alados que resultaban muy parecidos a los dragones. Tenían sillas de montar en sus lomos y bozales con candados y cadenas en el hocico. Crio subió a uno de ellos y me indicó que hiciera lo mismo en otro de menor tamaño que se encontraba a su derecha. Los instructores nos miraban con sus ojos brillando de malicia. Un tanto inquieto por esto miré a Crio. Este ordenó a su demonio, que al parecer era el más grande, que alzara vuelo, y los otros demonios de la fila lo imitaron, incluyendo el mio.

  Volar se sentía asombroso, daba miedo pero... era simplemente increible. Luego de un largo tiempo de atravesar inmensas extensiones del Tártaro, descendimos.

  Crio bajó del demonio alado y yo lo imité. Me guió hacia un extremo de la planicie en la que nos encontramos.

-Mira a través de la Niebla-Dijo Crio viendo hacia el suelo con una sonrisa.

  Debo admitir que me cuesta hacerlo, la Niebla a la que Crio se refiere es mágica, sirve a los semidioses, monstruos y demás para esconder cosas. Por lo general se usa para infiltrarse entre los mortales... pero ¿De quién ocultan algo en el Tártaro? Y más importante ¿Qué esconden?

Los Hijos de CronosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora