Forzada a mudarse al barrio más peligroso de la ciudad, Aria se encuentra fuera de su zona de confort, enfrentando un mundo de crimen y peligro donde debe valerse de su ingenio para sobrevivir.
Allí conoce a Rick, un traficante atractivo y enigmáti...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Todo el barrio habla del nuevo vecino. No han hecho otra cosa desde que Marcus, el hombre más importante del barrio que tiene unos cuantos edificios en propiedad al igual que muchos locales, le alquila un piso a un ex importantísimo empresario.
No hay persona en este barrio que no se haya enterado, pero la sorpresa mayor fue cuando apareció con su hija, una chica que no tiene la mayoría de edad, que no llegará al metro setenta, y con un cuerpo demasiado bonito para estar en este barrio. Es guapísima, pero sin duda lo que más llama la atención es su pelo, porque es tan rojo como el fuego, lo tiene ondulado y le llega unos centímetros por encima del ombligo.
Tengo que admitir que la he detallado muy bien, porque por si fuera poco la tengo justo enfrente, ya que la ventana de su habitación mira a la mía y no sé por qué, pero presiento que esto va a traerme más de un problema, y aquí los problemas no se resuelven hablando.
—Príncipe, príncipe ¿nos haces tortitas hoy? —pregunta Lucy sentándose en la silla de la cocina.
—No enana, no nos queda mezcla —le digo a mi hermana y ella pone morritos—. No te preocupes, llama a tu hermana y salimos a comprarla, porque también hacen falta algunas cosas más. Os haré las tortitas el sábado para desayunar.
—Vale —contesta ella bajándose de la silla—. Noooraaa nos vamos a compraaar —le grita a su gemela.
Me pongo las zapatillas y una camiseta y espero a que mis hermanas estén listas.
—¿Podemos dar de comer a Sulley? —pregunta Nora.
—Claro, mira a ver si queda algo que puedas darle —sonrío, mirando como mi hermana busca entre los estantes algo que darle al gato que vive en la calle y que merodea nuestra puerta porque sabe que le dan comida.
—Príncipeee.
—¿Qué ocurre Lucy?
—No encuentro mi zapatilla —dice asomándose por la puerta de su habitación y arrugando la nariz.
—¿Has mirado debajo de la cama?
—No.
—¡Pues mira! Si no está allí, mira en el baño —esbozo una sonrisa, mientras muevo la cabeza de un lado a otro. Lucy nunca deja las zapatillas en el mismo sitio, razón por la que siempre anda buscándolas por toda la casa luego.
—¡Está aquí! —anuncia Nora desde mi habitación.
—Gracias tata —se pone la zapatilla mientras Nora coge un trozo de pan de la encimera—. ¡Estoy lista!
—¡Yo también!
—¡Pues hora de irse!
Llegamos a la tienda de Rosana, una vez dentro mis hermanas cogen lo que quieren, mientras yo, voy a buscar leche y zumos, un par de botellas de agua y algo de fruta, ellas se acercan a mí con cereales, un par de pizzas, una bolsa de palos de regaliz rojo para mí y un paquete de KitKat para ellas, están obsesionadas con esas chocolatinas y para un capricho que tienen no seré yo quién se lo niegue, bastante aceptan ya cuales son nuestras condiciones viviendo aquí.