Capítulo 15

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La mañana del domingo transcurre de manera normal, aunque estamos un poco nerviosos por la llegada de West, pero aún faltan unas horas para eso, ya que no llega hasta pasadas las siete de la tarde

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La mañana del domingo transcurre de manera normal, aunque estamos un poco nerviosos por la llegada de West, pero aún faltan unas horas para eso, ya que no llega hasta pasadas las siete de la tarde.

Cuando hemos terminado de comer las niñas se han ido a su habitación, y nosotros nos hemos quedado recogiendo todo antes de sentarnos en el sofá, que ya hemos preparado para su llegada.

Aria se acerca de manera misteriosa y se sienta a mi lado.

—Toma —me entrega un sobre blanco con la mejor de sus sonrisas.

—¿Qué es esto?

—Dinero.

—¿Dinero para qué? —enarco una ceja.

—Dinero para ti Rick, es lo mínimo que puedo hacer, no creerías que viviría aquí sin darte nada —frunce el ceño, molesta.

—Nunca te he pedido dinero, ni lo haría —dejo en claro en un tono de voz firme.

—Lo sé, por eso te lo doy porque no pienso vivir gratis, ya haces demasiadas cosas por mí, además de que trabajas duro, incluso por las noches y no puedo consentir que vayas a mantenerme también, quiero que lo cojas Rick.

—Aria... ¿es el dinero que te dieron por tu ropa? —cuestiono.

—Si, bueno no todo, una parte, creo que con esto será suficiente para cubrir algunos gastos.

Abro el sobre y la miro con el ceño fruncido otra vez porque esto es mucho dinero, sé que le dieron una buena cantidad por sus cosas, pero me parece demasiado.

—Ni lo intentes —amenaza—. Lo aceptas y con ese dinero pagas las facturas y haces la compra, somos cuatro personas para un solo sueldo, sé que ahorras todo lo que puedes y conmigo en casa no podrás hacerlo. Así que ni lo intentes porque te lo iré metiendo sin que te enteres en la cartera o puedo parecer una de esas chicas que van a esos clubs donde meten dinero en el tanga de los tíos y no sé si querrás verme hacer tal cosa contigo, pero si no me dejas otra opción ten por seguro que lo haré —dice ella muy orgullosa.

Me río por su ocurrencia, cada día me sorprende de una manera inesperada, además de que ha hecho que nos relajemos un poco.

Nos quedamos un rato más sentados en el sofá viendo la tele, nada en concreto solo esperando la llegada de West.

—Estás preocupado —afirma.

—Lo estoy.

Se gira para estar frente a mí.

—No te dejaré solo, estamos juntos en esto.

Me giro para mirarla también, y me tomo un momento para observar sus bonitos ojos verdes, sus cautivadores labios, su hermosa nariz, su frente, su barbilla, sus pequeñas orejas que tan bien se le ven porque siempre lleva el cabello recogido de cualquier forma donde se le escapan un montón de mechones finos de pelo ondulado y eso es algo que la hace estar preciosa.

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