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Cuando finalmente Kayla pudo salir del hospital, tuvieron que quedarse en casa de los padres de Katsuki mientras conseguían la suya.

Henko dormía en un pequeño colchón en la habitación de sus abuelos para dejar dormir a su madre por unos días mientras reposaba sus heridas.

Apesar de que el poder de Henko era poderoso, al ser algo nuevo y no muy controlado simplemente curo la profundidad de las heridas dejando lo demás sin sanar, por lo que los doctores recomendaron reposo absoluto y una buena alimentación de la que Katsuki se encargaria de llevar a cabo.

Mientras estaban recostados, Kayla miraba a su esposo con dulzura mientras acariciaba la piel de su vientre.

- ¿En que piensas?

El le miró en silencio, inseguro de decirlo. Pero su mirada le hizo suspirar.

- ¿Crees que el nuevo bebé me ame?

- Claro que sí, ¿por qué dices eso?

- Henko dijo que me odiaba.- Susurro. Kayla sonrió con pesar tomando su mejilla.

- Cariño, no será la primera vez que suceda.

Los ojos rojos de Katsuki parpadearon con sorpresa.

-¡¿te lo ha dicho también?!

- Cuando no le dejo ver la tele más de dos horas, cuando no le doy chocolate, cuando lo devuelvo a casa después de que pase su hora de jugar...es su palabra favorita.

- Ese mocoso...

- En eso es igual a ti, tu madre me comentó que eras igual a su edad.

- De haber sabido que duele tanto, lo pensaría dos veces antes de abrir la boca.

- Es un niño, mi amor. No entiende muy bien todavía.

- Pero debe saber que sus palabras duelen.

- Si el Katsuki de secundaria te escucharía ahora, se burlaría de ti.

- Era muy inmaduro y demasiado malcriado. A veces ni yo me soportaba.- Ella soltó una risita besando su barbilla.- ¿Tu cómo me soportas?

- Te soporto por qué te amo, y por qué cocinas maravilloso.

- ¿Eso nomás?

- Me gusta tu pelo.

- No me convences.- Jugo con ella, Kayla sonrió tomando su rostro.

- Tus ojos, tus labios...tus manos...

El se inclino para besar sus labios tomando su barbilla, Kayla correspondió el gesto deteniendose cuando Katsuki toco uno de sus pechos por sobre la ropa, ella soltó un quejido de dolor.

- ¿Estás bien?

- Me duelen.- Se quejo alejándose de él.- Ya entiendo por qué me dolía cuando las tocabas al dormir, el embarazo me hace sensible a todo.

- Lo siento.- susurro.

- No, está bien. No lo sabías.- Peino su cabello con sus dedos y sonrió.- Tendremos que abstenernos al sexo.

- Puedo soportarlo.

- Hasta que el bebé Nazca.

- ¿Me quieres matar?!

Kayla soltó una risita.

- Recuerda que vas a operarte, cuando te cures por completo y Nazca este bebé, seré tuya de nuevo.

- Correccion, ya eres mía.- Deslizó sus labios por su cuello dejando un par de besitos causandole cosquillas.- Y yo soy tuyo, por siempre.

Ella sonrió realmente enamorada acariciando el rostro de su esposo que le admiro en silencio recibiendo las caricias.

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