O4: Sírveme.

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El baño era impresionante

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El baño era impresionante. Hace mucho que no se sentía tan cómodo, tan... humano.

Los espejos y azulejos estaban empañados debido al vapor que emanaba la enorme bañera repleta de burbujas, donde el cuerpo desnudo y, al fin, limpio de Felix descansaba.

El castaño yacía algo así como desmayado contra el mármol. Jamás, nunca antes en su vida, había disfrutado tanto de un baño. La bañera era lo suficientemente espaciosa como para que se recostara por completo, y la estantería a un lado tenía todos los productos de limpieza y cuidado a la piel que podría imaginar. Los usó todos, terriblemente deseoso de volver a estar limpio; de oler a algo que no fuera sudor y tierra; de poder descansar en un lugar pulcro y seguro donde nadie fuera a echarlo o a mirarlo con asco.

Es por esa triste razón que se había quedado dormido en el baño hace media hora, aproximadamente. Cuando despertó, avergonzado y atontado por pensar que estaba haciendo algo malo, se encontró con el cuarto completamente vacío; sólo estaba él. De la felicidad que le provocó el tener tiempo para sí mismo luego de tanto, volvió a derramar lágrimas de sus irritados ojos por cuarta vez ese día.

Esa mañana había despertado por el dolor en su frente y sus mocos chorreando en su barbilla, acostado en aquella gasolinera con el aroma a químicos mareándole. Y ahora, estaba en ese lujoso baño, en la mansión más grande y envidiada de la ciudad. Con Chan.

Decidió dejar de pensar tanto cosas y decisiones que ya estaban hechas y tomadas. Ya estaba allí, ahora debía aprovechar e intentar sobrevivir. Sus nervios se dispersaron de la felicidad que le generó poder sonarse la nariz con todo el papel suave que quisiera, pues el vapor de la ducha hizo milagros son su resfriado.

Salió del agua con su piel arrugada y oliendo a rosas y frutos rojos. Se enfundó en una bata de seda color negro, y casi volvió a estallar en lágrimas al ver que Yeobeen, quien le escoltó al baño en primer lugar por órdenes de Chan, le dejó un kit para rasurar nuevo junto a cremas hidratantes y un cepillo de dientes empaquetado.

Obviamente sintió vergüenza, pero al mismo tiempo un alivio tremendo.

Lavó sus dientes al menos cuatro veces, degustando el rico sabor a la pasta dental de menta. Depiló sus axilas, piernas y su entrepierna entre suspiros de gusto, dejando que todo eso se fuera por el agua de la ducha junto a su etapa de indigente. Volviendo a ser él luego de tanto.

Fue... horrible. Definitivamente, jamás volvería a pasarle algo como eso. Se negaba. Detestó haber olvidado lo que era ducharse o depilarse con libertad, o siquiera beber agua de algún lugar que no fuera un baño público. No permitiría volver a quedar en la calle, haría lo que sea.

Luego de una hora, salió de aquel cuarto con un rastro de vapor y aromatizantes junto a su rostro completamente renovado. Incluso Yeobeen, que le esperaba con ropa nueva de cambio junto a la puerta, se sorprendió al verle. Su rostro se iluminó, como si estuviera viendo a alguien completamente diferente.

I did something bad ♡ chanlixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora