O9: Gratitud.

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El sol de la mañana entraba a raudales por las puertas del balcón, abiertas de par en par, permitiendo que la brisa fresca jugueteara con las cortinas de seda blanca

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El sol de la mañana entraba a raudales por las puertas del balcón, abiertas de par en par, permitiendo que la brisa fresca jugueteara con las cortinas de seda blanca. El aire estaba impregnado de un delicado aroma a rosas, creando un contraste casi irónico con el caos interno del castaño envuelto en las sábanas. Su cuerpo estaba pesado, adolorido, cada músculo protestando al más mínimo movimiento. Un latido sordo y constante pulsaba en su cabeza, recordándole la resaca que le nublaba los pensamientos.

Abrió los ojos lentamente, entrecerrándolos ante la luz brillante que invadía la habitación. El lujo y el orden del entorno le resultaban extraños, ajenos, y su mente tardó en asimilar dónde se encontraba. Sus recuerdos eran fragmentos borrosos, mezclados con emociones intensas que se resistían a ser desenredadas.

Felix sintió un nudo en el estómago, un revoltijo de emociones que iban desde la confusión hasta una profunda vergüenza. Intentó moverse, pero el dolor en sus músculos y la sensación de debilidad le obligaron a quedarse tumbado. Cerró los ojos de nuevo, tratando de ordenar sus pensamientos, pero sólo consiguió que imágenes fugaces y sensaciones intensas de la noche anterior pasaran por su mente.

Risas ahogadas, la piel ardiendo, susurros posesivos, la saliva tibia, el tacto cálido de Chan...

El corazón le dio un vuelco. No quería recordar, y al mismo tiempo, sentía una necesidad apremiante de saber qué había hecho. Intentó concentrarse en el sonido del viento, en el aroma a rosas, en cualquier cosa que lo distrajera de la realidad que lentamente comenzaba a asimilar. Su respiración se volvió pesada, el pecho subiendo y bajando con una mezcla de ansiedad y remordimiento.

La brisa matutina continuaba acariciando su piel, fresca y revitalizante, pero no podía sacudirse la sensación de estar atrapado en una situación que no comprendía del todo. Sabía que había algo importante que se le escapaba, algo que le haría enfrentar consecuencias que no estaba listo para aceptar. Una lágrima silenciosa resbaló por su mejilla mientras se giraba lentamente en la cama, esperando encontrar a alguien, algo, que le ofreciera respuestas en medio de su tormenta interna.

No había nada. El silencio y la soledad le rodeaban, riéndose de él en susurros y siseos, como una cruel broma.

Su pecho comenzó a subir y bajar con rapidez, su respiración descontrolada mientras el ataque de pánico se apoderaba de él. Sentía como si todo el aire hubiera sido arrancado de sus pulmones, su mente nublada por la ansiedad abrumadora. Las lágrimas brotaban sin control, sus manos temblaban y su vista se volvía borrosa. Como si el mundo se cerrara sobre él, opresivo e implacable, no podía encontrar un punto de anclaje para detener la espiral descendente.

En medio de su angustia, un sonido extraño rompió el caos en su mente. Un tintineo suave, como el de cubiertos chocando suavemente. Parpadeó, intentando enfocar la vista, y a través del velo de sus lágrimas, vio una figura borrosa entrando en la habitación. La figura se fue haciendo más nítida, revelando a Chan, quien sostenía una bandeja con lo que parecía ser el desayuno.

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⏰ Última actualización: Oct 11 ⏰

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