Leyla.
El día de una princesa, no es como el día de cualquier persona.
Desde que despierto, debo dejar de lado cualquier pensamiento que pueda tratarse sobre mí, ni siquiera me puedo permitir dormir una hora más, porque mientras yo duermo, otras personas pueden estar sufriendo mientras yo descanso sobre sábanas de seda.
El dolor de cabeza es insoportable, pero de igual forma me pongo de pie y comienzo a prepararme para lo que será un día largo, pero muy muy largo.
Me miro al espejo y no logró comprender porque aún sigo esforzándome por encontrar algo nuevo, pero todo es tan igual que incluso dudo de que un día algo pueda ser diferente.
Solo veo a una princesa que sonríe para que el mundo crea que se encuentra bien, cuando en realidad se siente tan rota por dentro como por fuera.
—Siempre terminas fingiendo que te encuentras bien, aún cuando todos parecen haber encontrado su propósito en la vida excepto tú, que solo sabes que sigues viva, pero ni siquiera sabes porque.
Ajusto mi vestido, por más que me sienta cansada de fingir que tengo todo bajo control, no puedo permitirme verme siquiera desconcentrada, aún en los ojos de ellos puedo ver la preocupación cada vez que paso frente a ellos, de seguro deben estar preguntandose como es que aún despues de recibir un disparo me presento ante ellos como si nada haya sucedido.
Cada paso que doy intento que se vea sumamente sutil pero fuerte, mi mente en blanco pero segura de enfrentar lo que me toca enfrentar, así sea una vida de incertidumbre.
Lo veo a la distancia, apoyando su pie sobre una de las pulcras paredes del palacio.
Intento pasar de él, pero en cuanto me ve, no duda en atravesarse en mi camino.
—¿Puedes moverte de mi camino? Estoy apurada y tampoco quiero que me vean contigo.
—¿Ahora tienes miedo de que me vean contigo? — me mira buscando mi mirada, pero en cambio yo solo miro detrás de él intentando asegurarme de que nadie nos este observando, pero claro que hay guardias observandonos.
—Apartate. —murmuro.
Él solo me sonríe.
—¿Qué pasa si no me alejo de tí? ¿Acaso harás de los guardias me detengan?
Se aproxima tanto que puedo sentir su aliento a menta en mi mejilla, es cuando levanto la mirada, tan solo para mirarlo directamente a los ojos.
—¿Despertaste muy valiente hoy? queriendo la atención de la princesa de Dinamarca.
—Tal vez quiero algo más que tú atención. —desvió la vista los guardias solo para comprobar que estos actuaron fuera al protocolo y se dieron la vuelta, mirando en dirección contraria a la que yo me encuentro.
—Mierda. —Murmuró. —No entiendo si solo amaneciste con ganas de jugar con fuego o de simplemente ver qué es capaz de hacer la princesa de Dinamarca contra tí. —agrego esto último volviendo a intentar pasar junto a él, pero este rápidamente posa su mano sobre mi brazo y eso parece ser la clara señal para que los guardias de pronto se den vuelta y comiencen a caminar a paso firme hacia nuestra dirección.
Levantó la mirada antes de llegar a nosotros.
—Alto. —pronunció en un tono elevado de voz, resonando la orden por todo el pasillo.
Ellos al escucharme se detienen de inmediato y bajan la cabeza.
—Vuelvan a su puesto. —tomo del brazo a Uriel y comienzo a arrastrarlo conmigo. —Ya has llamado la atención si eso es lo que querías … ¿Ya estás feliz?
—No hasta que me hagas un favor. —habla coqueto. —¿Será que la princesa me acepta una cena?
—No me digas … ¿Acaso ya te has enamorado de mí? —me burló de él. —Tantos días durmiendo junto a mi cama, de seguro te hicieron darte cuenta que no hay nada más bello que despertar mirándome. —bromeo.
—En realidad, tengo pensado ponerme a prueba y sabes si soy bueno para la cocina o no, y como no tengo pensado morir joven y guapo como soy, pensé en cocinarle a alguien más, dormí muchas horas en un incómodo sillón para que tú estés hoy aquí, me lo debes.
—¿Enserio estoy en deuda contigo? —paso mis manos por detrás de su cuello para acercarlo más a mí. —¿Cuánto crees que vale mi vida? Así ya comienzo a pagarte lo que te debo.
Él me saca media cabeza, por lo que no se me hace difícil besar su mandíbula.
—No me provoques. —murmura. —Que tarde o temprano terminarás despertando algo que no quieres conocer en mí.
—¿Si? —me acercó aún más a él. —¿Qué es eso que no conozco de ti?
Al no tener ninguna respuesta por su parte, me alejo sonriendo.
—Ves, hablas más de lo que … —las palabras mueren en mi boca, cuando él me sujeta por el cuello y me besa.
Una de sus manos baja por mi espalda, hasta llegar a mi trasero el cual aprieta sin muchos miramientos, es cuando logró empujarlo.
Totalmente perdida en lo que acaba de suceder, solo me apresuró a darme la vuelta y salir de ese lugar.
No voy a fingir que no es lo que estaba intentando provocar, pero bajo ningún concepto buscaba dar una escena en el palacio donde hay cientos de guardias, lo más seguro es que alguno nos haya visto.
Luego de caminar por algunos pasillos logró entrar despacho de mi hermano Adem.
Este se encuentra apoyado en su escritorio.
—¿Ya te has decidido? —me pregunta.
—Si, he decidido mantener mi título de princesa.
Él asiente.
—Es bueno saber que al menos uno de mis hermanos ha decidido no rechazar nuestra monarquía y la seguirá por propia voluntad, ¿Sabes lo que implica que renuncies a la posibilidad de vivir como una persona común y corriente?
Asiento.
—Estoy renunciando a tener una vida sencilla, y te estoy entregando una vez más mi vida en tus manos.
—Esta vez no te lo tomes tan literal, después de todo eres la segunda en la línea de sucesión.
—No me importaría morir si con eso Dinamarca está a salvo. —murmuro.
Mi hermano levanta la mirada totalmente desencajados.
—A ti no te corresponde eso, eres tan valiosa para la monarquía como cualquier miembro, se que estos últimos días te has sentido perdido, por más que no lo digas, tus ojos te delatan .
—No me encuentro perdida, simplemente me preguntó porque aún sigo viva.
—La vida te tiene un destino donde eres la única protagonista, no debes cuestionar las cosas que suceden, sino buscar tu rol en la vida.
Asiento.
Mi hermano camina hacia mi y besa mi cabeza.
—Deja de pensar tanto en lo que no es y céntrate en la realidad, hoy estás aquí, viva, lista para enfrentar lo que quieras enfrentar.
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En los brazos de la princesa.
Novela JuvenilLibro 2. Ella nació para resguardar la corona, pero jamás para tomarla. La única mujer en la línea sucesoria lo que la coloca en el último lugar, incluso sus sobrinos estarían por delante de ella. Todo esto la hecho ser rebelde, no ha nacido para co...