CAPÍTULO VI

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Abel y Sophia

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Abel

Me paseo de un lado a otro en mi sala impaciente por culpa de la alumna que espero hace más de veinte minutos y nada que aparece. Quedamos en que tenía que venir personalmente a entregar su proyecto pendiente pero como que le gusta jugar con mi tiempo.

Cabreado por la espera, estoy apunto de tomar el teléfono, llamarla y regañarla por impuntual pero...

Mi vista se alza cuando la veo entrar seguida de la empleada que se retira inmediatamente, lleva un vestido suelto rojo de satén y tirantes y una chaqueta de mezclilla. Se sonroja cuando nota que me quedo embelesado mirándola, pero es que se ve tan sexy que...

— Buenas tardes, profesor. Disculpe la demora, en verdad lo siento — se disculpa nerviosa sacándome del trance.

Carraspeo y adopto una pose autoritaria y seria. — Que no se vuelva a repetir, odio la impuntualidad.

Recibo la carpeta dejándola encima de la mesa y la rodeo posándome frente a ella y la diferencia de estatura la obliga a alzar la cara para mirarme. Percibo su aroma teniéndola tan cerca.

— Eso solo demuestra falta de modales y no se ve bien en una jovencita como tú — hablo solo para los dos mirándo la boca que ansió besar y morder.

Quisiera azotarle el culo con mi cinturón hasta enrojecerlo.

— Sí. Lo sé, en verdad lamento hacerlo perder el tiempo, sé que es un hombre bastante ocupado y agradezco la oportunidad que me dió — baja la mirada nerviosa.

— Bueno, ya que estás aquí. ¿Que te parece si lo revisamos y te pongo tu calificación? — me devuelvo al mueble y la invito a tomar asiento.

Tomo la carpeta y reviso su proyecto el cual está totalmente diferente al anterior. Sigo detallando y leyendo pero el que se relama los labios y cruce las piernas me desconcentra.

— ¿Todo bien? Te siento nerviosa — nuestros ojos se encuentran y siento como algo va endureciendo abajo.

— No, es solo que espero que me haya ido mejor que la vez pasada, es todo. — baja la mirada a mi entrepierna y rápidamente desvía la vista a otro lugar, aún más nerviosa.

— No te preocupes, mejoraste significativamente esta vez. Te felicito, Sophia. — le sonrío y ella me devuelve la sonrisa agradecida — ¿Te ofrezco algo de tomar? ¿Agua, jugo, soda... vino?

— ¿Vino?

— Sí, podemos abrir una botella si gustas. Yo sí quiero.

— Vino entonces.

Me levanto a buscar la botella de vino tinto y le entrego su copa, ella me sonríe extraña ya que nunca habíamos tenido este acercamiento, solo espero no incomodarla.

Nos sirvo a ambos y brindo con ella que parece un tomate con la cara tan roja como el sexy vestido que lleva puesto. Deja la copa a un lado y se quita la chaqueta, mostrándome los pezones erectos que se marcan a través de la tela.

La miro con disimulo, es preciosa. La piel pálida contrasta con su vestimenta y el cabello largo hace que lleguen a mi mente miles de pensamientos sucios sobre ella y yo.

— Es raro... — rompe el silencio — Nunca me había puesto tan nerviosa ante su presencia, hasta hoy.

— Conmigo no debes sentirte incómoda o nerviosa — me acerco — Quiero que te guste estar conmigo, tanto como a mí.

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