01. inmarcesible

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Lo inmarcesible refiere a lo que no se puede marchitar. En muchas ocasiones la idea se emplea de manera simbólica: nada puede borrar la importancia de lo que es inmarcesible, aún cuando pasen años de por medio, pues es algo que no se desvanece ni se deteriora con el tiempo. Esta expresión destaca la durabilidad infinita, la resistencia o la eternidad de algo, dando a entender que en ninguna circunstancia ha de desaparecer su cualidad de existencia, lo que le confiere un sentido de eternidad o perpetuidad, aún en cualquier circunstancia.

Si a Hyunjin alguna vez le hubiesen preguntado que acontecimiento había sido el más significativo en su vida, sin dudarlo hubiera respondido que fue el haber conocido a Lee Minho a una edad tan temprana. Hyunjin tenía quince años y los cabellos pintados de rosado, Minho era un año más joven y usaba ropa caliente, él no lucía como la clase de chico que tiñera sus cabellos. A Hyunjin siempre le había parecido misterioso, por eso lo intimidaba tanto el día que lo conoció, después aquella clase de admiración se volvió recíproca y se volvieron inseparables, como los mejores amigos del universo entero. La verdad era que Hyunjin siempre lo había amado, de la forma en que fuese, lo había amado desde la primera vez que se miraron a los ojos, pero Hwang jamás se lo había confesado porque podría resultar demasiado extraño para una amistad tan corta y reciente. Lee lo buscaba con demasiada asiduidad y jamás comprendió porque el otro lo evadía, la realidad era que al mayor le provocaba un nerviosismo constante el tan solo responderle un simple mensaje de texto, entonces se pasaba largos minutos en tratar de contestar de una forma impecable, de una forma en la que impresionara a Lee con cada una de sus palabras.

En esa fresca tarde de Noviembre, Hyunjin se había olvidado por completo de sus deberes de la universidad. Sin embargo, eso no le preocupaba en lo más mínimo, no cuando su mejor amigo iba camino a su casa. Los disfraces para Halloween los habían alistado desde semanas atrás; desde que se habían conocido, hace poco más de seis años, no habían dejado pasar un solo Noviembre sin hacerlo. Esto también coincidía con la celebración del reciente cumpleaños de Minho, por lo que lo habían estado utilizando de pretexto para reunirse y celebrar como mejor se les ocurriese, aún cuando la mayoría de las veces no hacían más que comer frente al televisor. A Hyunjin siempre le había gustado que Lee fuese más extrovertido, porque eso hacía que Minho hiciese algunas cosas por él, cómo ordenar comida en un establecimiento o incluso cuando pedían algo a domicilio; también le gustaba su sentido del humor porque aún cuando Hwang consiguió un par de amigos más en la preparatoria, nadie podría compararse a su adorado Minho, quien se reía de casi cualquier broma que hacía; le gustaban sus ojos suavemente rasgados y la forma de sus dientes.

Particularmente ese día Hyunjin experimentaba un peculiar nerviosismo, un sentimiento que no podía descifrar, excepto por una promesa que el mismo Minho le había hecho mediante un mensaje de texto: una ristra de abrazos en su próximo encuentro. Minho tenía una fragancia que era como un apretón de la naturaleza. Un apretón diverso y muy fuerte. Las orejas y los brazos le olían a notas herbales que se enredaban con un azucarado y cítrico perfume de naranja y este, se extendía por todo su cuerpo. Al principio Hyunjin creyó que así olía la casa del menor, que aquel aroma se impregnaba en el mismo Minho, pero después descubrió que Minho era el que dejaba su propio aroma en lo que fuera que estuviese a su alcance, incluso en el mismo Hyunjin. Para Hwang se trataba de aquel aroma de las mañanas de domingo de su infancia, cuando visitaba a sus abuelos paternos junto a sus dos padres. Hyunjin tomaba jugo de naranja mientras su abuela preparaba un insípido desayuno que todo el mundo adoraba, a excepción del pequeño y escurridizo Hyunjin, quien nunca se atrevía a admitirlo frente a los demás, pero si iba a contárselo a su padre hasta el oído después de meter los pequeños dedos en la enorme pecera que sus abuelos cuidaban con bastante delicadeza. La pequeña puerta corrediza que daba al patio se hallaba abierta, ofreciendo un botánico aroma desprendido por los enormes arbustos de hortensias que su abuelo había plantado desde muchos años atrás. Para Hyunjin, Minho olía a la mejor época de su vida hasta ese momento.

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