Capítulo 5

422 14 2
                                    

Narcissus se detuvo frente a la majestuosa fachada del Elizabeth Musem. Le enseño la credencial al agente de la entrada. Era una de las de su padre; tenía una colección y no se había percatado de nada. ¿Cómo hubiera podido sospechar que su hijo, un muchacho al que ya no entendía, se interesara por sus pesquisas?
El director lo esperaba en su oficina, un cuartito sorprendentemente pequeño para una institución así de importante, donde se conservan tantos ejemplos de la creatividad y del ingenio humano.
El Sr. Carlton era un hombre diminuto y elegante. Blackwood, el hombre asesinado, era uno de sus asesores. Narcissus esperaba que el director lo pudiera ayudar a comprender la razón de la muerte del anticuario.
El director parecía un poco molesto, o quizá, solo sorprendido de tener que recibir a un tipo como Narcissus: un chico con una chamarra de piel y con el cabello largo, desgreñado por el viento. ¿Qué tenía que ver un tipo así con la policía? Tenía más pinta de criminal. Miró nervioso hacia algunos objetos preciosos colocados sobre su escritorio, como si pensara que, de un momento a otro, el chico se los pudiera guardar en los bolsillos.

Narcissus sonrió y le dio la sensación de poder leer sus pensamientos.
El Sr. Carlton se sonrojó. -Uhm, Adelante, siéntate - le dijo señalando una silla.
- Tú... Uhm... Usted... No creia...
-¿Qué fuera tan joven?- pregunto Narcissus, cruzando las piernas cómodamente-. Estoy cursando el primer año de la academia - explicó con una sonrisa inocente-. Como le escribí en el documento que le mande por e-mail, tengo que hacerle algunas preguntas acerca de la pesquisa en curso. Tiene que ver con uno de sus colaboradores.
Narcissus había utilizado la página protegida de Scotland Yard para agendar una cita con el director de forma oficial.-Ehm, ya- balbuceó el Sr. Carlton-. Estoy muy ocupado, así que, ehm, qué...
-¿Conocía a Sr. Blackwood?
El rostro del director se contrajo en una mueca de fastidio. - Sí, yo... Terrible su muerte-dijo susurrando.
Narcissus tomó uno de los objetos del escritorio, sobresaltando al hombrecito. Lo lanzó al aire un par de veces.
-Eso es - balbuceó el director-muy valioso.
-A usted no le agradaba el Sr. Blackwood, ¿verdad?- dijo Narcissus con tono despreocupado.

El hombre dejó de fijarse en el precioso pisapapeles de oro que volaba por los aires y miró a Narcissus sorprendido.
-¿Có... Cómo perdón? Yo... Bueno, él no trabajaba regularmente con nosotros... Era uno de nuestros asesores. Tenía mucho éxito en su profesión pero no era un verdadero investigador... Aunque...
-Descubrió algo.
El hombrecito miró nuevamente a Narcissus abrumado, cómo podía ese diablo de muchacho...
-¿Qué es lo que había descubierto, el Sr. Blackwood? ¿De qué se jactaba?
El director tragó saliva. - Si me permite- dijo, llevando una mano hacia el pisapapeles que Narcissus seguía aventando al aire. Lo agarró y lo colocó con esmero en un cajón. - A veces, el Sr. Blackwood hacía declaraciones poco científicas, por así decirlo... Poco científicas. Se aclaro la voz-. Era un inexperto, después de todo. Él se jactaba de un descubrimiento revolucionario, sin precedentes- dijo el hombrecito con rabia-. Una declaración de charlatán, si me permite la expresión. Sin pruebas, sin investigación. Estos anticuarios de moda hablan solo hacerse publicidad.
-¿Pero exactamente que había descubierto el Sr. Blackwood?
El director suspiró. - Él afirmaba saber en donde se encontraba la llave de Slone.
Narcissus lo observó con atención. La llave de Slone, ¡así la había llamado Blackwood! Ahora se acordaba.
-Realmente se trata de una, ehm... Leyenda- explico el director-. La llave de Slone no existe.
-¿Pero qué es exactamente?
-Ya se lo dije: una leyenda, un chiste, una payasada- dijo el director exaltado.
-¿Puede ser más preciso, por favor? - Preguntó Narcissus con una sonrisa de afrenta.
El director suspiró: -Existen muchas opiniones divergentes acerca de la llave. Según algunos, tiene orígenes prehistóricos, otros sostienen que fue encontrada en una excavación en Egipto o en Mesopotamia. Sería entonces la llave de una tumba desconocida de un cuarto secreto donde se escondería un fabuloso tesoro. Hay quien dice que se trata de una llave maestra para acceder a otros mundos, ¡puras tonterías! ¡estupideces! -bufó el Sr. Carlton, haciendo un gesto de desprecio con la mano-. ¡Delirios!

Corazón NegroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora