Capitulo 1

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El concierto había terminado. Narcissus tenía todavía los dedos apoyados en el teclado del piano, la cabeza ligeramente doblada hacia adelante, los ojos cerrados. El cabello negro le caía sobre el rostro perlado de sudor,

Había cantado una canción nueva con vos mórbida, rozando apenas las teclas con un toque ligero, como una caricia.

Las chicas que lo miraban con un aire soñador se quedaron calladas una fracción de segundo, luego explotaron en gritos entusiastas. Repetían su nombre, lo aclamaban y pedían otra canción.

Narcissus se levantó e hizo una reverencia brusca. -Me voy-le susurró a Douglas.

-¿Que?-protestó el baterista-tienes que quedarte por lo menos para el bis, están esperando...

Narcissus se encogió de hombros.-No tengo ganas. No estoy de humor-contestó. Agarró su chamarra de piel y se marchó del escenario sin voltear.

Douglas no lo siguió Narcissus estaba insoportable. -¡Que pesado!-pensó. Echó una mirada al tercer integrante del grupo, el bajista Ian.- ¿y ahora que hacemos?-preguntó apenas moviendo los labios.

Las chicas del publico seguían aplaudiendo y llamando a gritos a su ídolo: ¡Narcissus!, ¡Narcissus! ¡Narcissus!

Ian levantó los hombros y murmuró:-¿retirada?

Narcissus salió a un callejón atrás del teatro y dio un respiro profundo al aire frío de noviembre. Por fin solo,ya no aguntaba estar en medio de toda esa gente.

No tenia ganas de hacer un bis, escuchar los gritos de las chicas.

Después de todo lo que había pasado.....

La niebla atrapaba los edificios entre sus dedos húmedos. Narcissus se envolvió en su chamarra de piel y se encaminó por el callejón. Sus pasos resonaban sordos en la calle desierta. Escuchaba las voces agudas de los chicos y las chicas que salían del teatro, Algunos se quedarían allí afuera con la esperanza de verlo . Ni hablar, esperarían hasta la madrugada. Nada de autógrafos esta noche.

Decidió tomar el metro. No deseaba ir a casa enseguida. De todos modos, no dormiría. Seguía pensando en la muerte de Arthur Blackwood.

La tía Lucinda entró en la cocina sin hacer ruido, los pies dentro de sus pantuflas de esponja.

Viola la vio de reojo e hizo desaparecer el manuscrito bajo la mesa. Lo apoyó sobre sus rodillas y lo abrió con las manos pegajosas de miel. Lo había agarrado de escondidas del estudio de Cornelia y no quería que la sorprendieran leyéndolo.

La tía llevaba puesta una bata bien abrigada y cuando caminaba se balanceaba como un gordo pinguino.-¿Qué quieres desayunar?-le preguntó, posando su mirada, detrás de las gafas redondas, un buen rato sobre su sobrina.

Esa mañana, se notaba claramente que Viola traía algo raro, pero la tía Lucinda prefirió no hacer comentario. Su atención se fijo en el frasco de miel con una cucharita todavia adentro, Sacudió un dedo delante de la nariz de su sobrina. -Eso no se hace, Viola, estas creciendo, no puedes comer como un pajarito, ¡necesitas alimentarte correctamente!

-No encontre nada mas- se justificó la chica con tono resentido.

-Viola estas creciendo-estas eran las palabras favoritas de las tias ultimamente.

Corazón NegroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora