˙ . ꒷ 🍮 ραɾte 00:3 ꩜ .ᐟ

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La mañana se aclarecía y las nubes se habrían paso meneándose junto al viento, hoy habían decidido que sería un día relajante donde todos irían a un picnic para celebrar que los mellizos pasaban por su primer mes de vida.

Suguru acomodaba lo necesario y pasaba lista para no olvidar nada, mientras que Satoru estaba en la habitación acomodando las cosas de los bebés, estos vestían un adorable conjunto a juego con dibujos de abejas y lindas flores. Cuando término se recosto junto a sus pequeños envolviendolos en un cálido abrazo, liberando su olor inconscientemente, bañando a ambos con el olor de malvaviscos y leche, el dulce momento hubiera seguido de no ser porque su pareja lo llamó.

— Toru, tenemos que irnos ya o llegaremos tarde — aviso mirando el reloj, notando que la hora acordada estaba apunto de pasar.

— ¡Ya voy! ¿Acaso no puedes dejarme descansar dos minutos? Que malo eres — se quejo bajando las escaleras mientras formaba sus labios en un tierno puchero que hizo reír al peli negro.

El camino fue tranquilo, un poco callado pero sin llegar a lo incómodo, el silencio brindaba armonía que necesitaban junto a los pequeños soniditos que producían los mellizos debes en cuando, que se apegaban a su madre como lo habían estado haciendo desde que nacieron.

Suguru de vez en cuando mira hacia el retrovisor conectando su mirada con esos ojos que tanto amaba apreciar, sus caras rojas mostraban la vergüenza que les producía en sus corazón como un cálido beso, apesar de que tenían ocho años de casados no podían evitar sentir fuertes corrientes eléctricas por todo su cuerpo cuando tenían el más mínimo toque o aún si era solo una pequeña mirada.

Suguru de vez en cuando mira hacia el retrovisor conectando su mirada con esos ojos que tanto amaba apreciar, sus caras rojas mostraban la vergüenza que les producía en sus corazón como un cálido beso, apesar de que tenían ocho años de casados no ...

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Después de media hora llegaron a su destino, un gran parque donde una gran fuente era encontrada en el centro de todo, su forma era bastante peculiar, una especie de arcángel con las alas hacia el cielo y una suave sonrisa en su delicado rostro, a Satoru le encantaba por los momentos que vivió frente a ella.

— ¡Por fin llegan! — una vocecita se escucho a la distancia, la figura de Shoko se hace presente mientras enciende el cuarto cigarrillo del día — Pensé que al final nos dejarían plantados por capricho de Satoru.

El mencionado en un acto infantil arrugó el ceño y saco la lengua, empujando más su cuerpo al de Suguru, quien no se inmutó en lo absoluto conociendo el temperamento de ambos.

Se acercaron a una de las tantas zonas del lugar para ser recibidos por sus amigos, Haibara prácticamente voló para acercarse a Satoru y jamás despegarsele, sus ojitos se aguadaron en el momento en que vio a los pequeños seres que traía consigo, derramando unas traviesas lágrimas de felicidad, ambos omegas se metieron en su propio mundo, Yu llorando y Satoru intentando consolarlo ofreciéndole cargar a los bebés, cosa que hizo llorar aún mas a omega castaño.

Suguru sonrió ante la ternura que lo invadía, cuando una mano se poso en su hombro amistosamente, mirando de reojo encontrándose con Nanami y un pequeño Yuji de cinco años dormido en su hombro.

— ¿Como te sientes? — Kento decidió preguntar al mirar las ojeras que se había estado acumulando debajo sus ojos estos meses.

— Bien — La pausa y el suspiro que suelta no convencen a Nanami pero se limita a mirar en la dirección donde se encuentran ahora los omegas y la beta que simplemente admiraban a los pequeños.

— ¡Suguru! — Juraban que el chillido del albino se escucho por todo el parque y a la redonda — Tenemos hambre — su carita finge tristeza mientras se abalanza a los brazos de su alfa sabiendo que lo atrapara sin importar que.

— ¡Oh, se nos olvidaba la comida! — Haibara se acercó a Nanami para que le entregará a Yuji, despertandolo con palabras cariñosas.

Poniéndose manos a la obra Nanami, Suguru y Shoko ayudaron a colocar todo listo para empezar, Haibara estaba intentando desencamorrar a un Yuji que lo abrazaba como un koala y Satoru alimentaba a su pequeña Oyuki mientras Sota hacia pucheros esperando su turno.

Todos comieron hamburguesas y pastelitos de fresa a petición de Satoru, mientras hablaban entre bromas y risas de sus días y lo mucho que necesitaban esta salida se comenzó a pintar el cielo con tonos anaranjados, dándole la bienvenida al anochecer.

Se despidieron poco después y todos fueron rumbo a casa, Nanami y Yu se alejaron con un inquieto Yuji que no parecía querer irse aún, Shoko fue recogida por Utahime, quien no pudo asistir por trabajo y finalmente la pareja de padres primerosos caminaron hacia el auto siendo acompañados por el canto de los grillos y el aroma a pasto recién podado.

Suguru llevaba la carriola y era sujetado del brazo por Satoru, quien al pasar por la fuente se detuvo.

— ¿Pasa algo? — El alfa se detuvo para mirar al albino.

— ¿Recuerdas que aquí fue nuestro primer beso en el atardecer? — un tono rojizo se apoderó de sus pálidas mejillas, Suguru sonrió recordando el desastre que fue esa vez.

— Si, éramos unos tontos inexpertos — Toma la cintura del más alto atrayéndolo a él para que formaran un abrazo, a pesar de estar inundándose en el olor de su omega, Suguru no perdió de visto ni por un segundo a sus cachorros que se apegaban el uno al otro.

Sin más caminaron pegados uno junto al otro, proporcionándose calor ante las ligeras oleadas de aire frío que pasaban a través de ellos.

Sin más caminaron pegados uno junto al otro, proporcionándose calor ante las ligeras oleadas de aire frío que pasaban a través de ellos

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˖   ★   ᆺ  𝗲𝘃𝗮𝗻geline    :   (๑-﹏-๑)    𖦆    !

Espero lo hayan disfrutado, si notan alguna falta de ortografía no duden en hacérmelo saber.

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