Neptuno, luego de pasarse todo el día pensando, decidió, por fin, hacerle un regalo a Urano, ahora el problema era, ¿Cual?, una flor no puede ser porque se marchitaria e igualmente no quiere regalarle algo a Urano que le recuerde de la existencia de tierra. ¿Quizás un peluche?, no, no sabe coser e igualmente se congelará y se volvería áspero. ¡Piensa, Neptuno, piensa!
-- ¡YA SE ME OCURRIÓ ALGO! -- gritó sin querer Neptuno, para luego taparse la boca por lo alto que lo dijo, pues no quería llamar la atención de Urano, es lo último que quería, sin embargo, sabe que este último debe de estar ocupado con tierra, así que por ahora está agradecido de que tierra mantuviera a Urano un rato.
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Luego de un par de horas terrestres, Neptuno terminó su creación, inefable y compleja de describir.
Neptuno se le había ocurrido darle de detalle a Urano una parte de el, una emoción, un sentimiento muy complicado de explicar, todo, es todo de Neptuno, sus sentimientos y emociones mezclados en un solo regalo, Neptuno literalmente uso sus lágrimas y sollozos melódicos para poder crear su obra, magnífica.
Neptuno le ponía el último detalle, una pequeña nota sobresaliente, una mezcla de todo le provocaba al escribir, tenía miedo de que a Urano no le gustará, pero a la vez sabía que le iba a encantar el regalo.
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hechas con mis propias lágrimas, con la esperanza de un sentimiento mutuo, proveniente de mi suave amor y para este último.
DE: Neptuno :3 PARA: Uranito! <3 ~
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Neptuno, al terminar de escribir la nota, se preparó mentalmente para entregarle el regalo tan especial a Urano, su posible amor.
Neptuno se sentía demasiado nervioso, su núcleo iba a mil, pues no solo le estaría dando un regalo muy especial a Urano, si no que también, indirectamente, se le estaría declarando, pues Neptuno tiene una creencia:
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"Si alguien te da un ramo de flores hechas de sus lágrimas cristalinas y sinceras, es porque siente algo más que simple amistad o hermandad hacia tu persona."
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Neptuno respiró lo más hondo que pudo y se armó de valor para poder decirle a Urano lo tanto que lo ama en secreto, con la simple acción de entregarle un regalo a este último.
Neptuno buscó por un rato, viendo si es que en algún momento aparecía Urano entremedio de tantos asteroides, lo que se le hacía raro es que en la mayoría de estos podía ver dibujos de un planeta parecido a Urano con otro parecido a tierra, Neptuno se detuvo a observar uno, pero al final, pensó.
"Ah, debe de ser Júpiter y Saturno, ¡Que lindos, y que viva su amor!"
Y siguió adelante, sin tomarle mayor importancia a los dibujos en los asteroides. Mientras que se acercaba a donde posiblemente estaba Urano, en su mente se repetía el diálogo que iba armar para declararse a Urano.
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Neptuno vió lo que temía con sus fuerzas, su corazón se partía en millones de pedacitos, como si a una mesa de vidrio le hubieran lanzado un martillo. Se sentía destrozado, no quería seguir viendo aquella escena.
Por otro lado, Urano hablaba de lo más enamorado con tierra, y, cuando Neptuno decidió prestar atención a las palabras de su amado Urano, escuchó algo que nunca quiso haber escuchado.
-- Creo que me gustas, Tierra, y me gustaría hacer realidad la mitología griega... -- había dicho Urano, con un tono que estaba más que enamorado, su tono suave y tierno le daba una sensación extraña a Neptuno, este último sentía que su mundo se le caía encima.
En ese mismo instante, a Neptuno se le cayó el ramo de flores hechas con sus más sinceros sollozos, a lo que no aguantó más ver aquella escena y comenzó a llorar, un pequeño dato, es que Neptuno no llora simplemente lágrimas, Neptuno llora directamente hielo, y mientras más llora, Neptuno va perdiendo la vista gradualmente.
Urano no notaba la presencia de Neptuno, ni siquiera sus sollozos melódicos y demasiado entristecidos, no lo atendía, se concentraba simplemente en Tierra y su respuesta, y, sin que se diera cuenta, había, indirectamente, rechazado a los sentimientos de Neptuno.
Una punzada en el núcleo de Neptuno, un pequeño escalofrío y hielo flotando en el vacío.
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