extra

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-¡Pe-pero amor! No crees que están tomando decisiones muy precipitadas ...

- son justas Oikawa, justas. Ya llevamos dos años de relación y aún no me das un anillo. -

Quien pensaría que Iwaizumi tenía deseos de casarse. Todos hubieran creído que Oikawa sería el primero en arrodillarse, de hecho creían que sería a la semana después de haberse hecho novios hace dos años atrás, sin embargo Oikawa no se sentía listo o más que nada temía al rechazo. Iwaizumi era increíble, querido por muchos en su trabajo, tenía una buena vida y una personalidad que aunque no fuera la más suave posible, lo hacía ver especial.

- No te daré mi trasero.

Y esas fueron las palabras que más le dolieron. Iwaizumi tenía un precioso, pero un hermoso TRASERO. Le encantaba que Iwaizumi fuera el de abajo y se mostrará tan lascivo abajo de él, lo inspiraba a dar lo mejor de si en la cama, porque para que estar con rodeos...el rostro de Iwaizumi el noventa y nueve por ciento del día era una cara gruñona o simplemente seria. Y el uno por ciento, bueno, ya saben, era esa cara de querer más, tan besable, seductor, precioso...¡Todas las palabras del erotismo dentro de ella! Era erótico, demasiado.

- pero amor, tú sabes que te gusta...no puedes simplemente enojarte y decir que no me lo darás cuando si lo harás en el fondo de tu corazón, muy en el fondo. - y ahí estaba, su rostro roba corazones para poder convencer a Iwaizumi que cometía un error en prohibirle lo que más le gustaba. - sabes que no puedes enojarte conmigo...si un anillo quieres, te lo daré porque tienes razón - si, siempre dándole la razón a Iwaizumi era la llave del éxito para conseguir lo que quería.

De este modo, tomó al moreno de sus muslos para luego tomarlo en brazos, sintiendo como Iwaizumi lo rodeaba con esas fuertes piernas. Si, esto significaba que Iwaizumi estaba cayendo en sus encantos. Obvio. Iwaizumi se moría por hacerlo, por eso andaba pero tan enojón y bueno, también por lo del anillo, claro, no hay que saltarnos eso.

Siguiendo con su juego, comenzó a besar por el largo cuello del moreno, dándole pequeñas mordidas, esas que le encantaban a Iwaizumi.

- no ganarás...muy mnh...fácil Oikawa, siempre te salen con la tuya - ni siquiera podía modular bien, Oikawa si sabía cómo hacerlo sentir bien. Ni siquiera se dio cuenta que ya estaba siendo recostado en la cama que compartían y que cada noche era cómplice de las cosas que ocurrían. Siguiendo en lo suyo, también quería hacer algo, así que con sus manos libres comenzó a darle pequeñas acaricias a las orejas de Oikawa. Eran su debilidad.

- Oh bebé, tu si sabes que me gusta eso...- ronroneo con solo sentir las cálidas manos de Iwaizumi. Pero no podía desconcentrarse. De una u otra forma ya le estaba sacando la ropa al más bajo, bajando sus besos por todo el pecho de este y deleitarse con sus pezones. Como si fueran caramelos pasó su lengua alrededor de estos, Iwaizumi no paraba de estirarse y apretarlo más por la cintura con sus piernas, jalandole un poco de sus cabellos castaños. - Iwa...

A continuación, Oikawa se recostó en la cama, viendo cómo Iwaizumi tomaba la iniciativa de estar arriba. Y era la mejor manera de apretarle bien esos lindos cachetes que tenía...y también de las mejillas claro, que estaban rojas como tomate y calientes como todo su cuerpo lo estaba. Sus ojos brillaban con ver ese pecho sudado por el placer, era la mejor vista de todas y ver cómo el moreno se introducía el mismo su miembro, era lo mejor.

- Te gusta esta vista ¿O no Oikawa?...- de a poco adentró el miembro de Oikawa, tan pulsante y caliente, que lo estaba derritiendo por dentro. Si, tenía que ser sincero, le encantaba como Oikawa le apretaba todo su cuerpo, más su parte de abajo, era una sensación tan pervertida de su parte e incluso hasta posesiva. No podía enojarse con él o exijirle algo, Oikawa siempre tenía un as bajo la manga para salirse con la suya y ojalá continuará asi, porque le daba los mejores placeres de la vida.

- te ves hermoso desde aquí, siempre lo eres. Y no solo de esta forma Iwaizumi, si no en todas tus facetas e incluso cuando te enojas. - dicho esto, agarró de la nuca al contrario para poder devorar esos sabrosos labios carnosos que tanto le gustaban, Iwaizumi se dejó sin problemas mientras que comenzaba a saltar y cabalgar como si ese fuera su propósito.

Ambos estaban agitados, cambiando de posición una y otra vez para quedar satisfechos, pero es como si nunca lo estarían, le encantaba recibir y dar. Los besos cada vez eran más jugosos, atrevidos y lujuriosos, y en como Iwaizumi rasguñaba la espalda de Oikawa cada vez que le hacía una nueva y fuerte embestida.

Cada embestida venía con un gemido grave, a veces agudo e incluso ninguno, que se quedaban atrapados en la garganta de Iwaizumi.

- Oi...Oikawa!

No se iba a detener a estas alturas, estaba aferrado a esos hermosos cachetes que hacían un exquisito sonido de golpe contra su pelvis. Ahora miraba toda la espalda de Iwaizumi, que no dudó en dejarle varios besos por esa columna mientras que Iwaizumi ocultaba su rostro contra la almohada. Hasta podía ver a veces cuando se asomaba ese hermoso rostro, esos ojos rodando del placer hasta ponerse blancos.

- Te amo tanto Iwaizumi...agh...- no podía aguantar más, quería soltar todo de si dentro de su pareja, llenarlo tal como un pastel. -

- y-yo también...

A los minutos después, llenó a Iwaizumi con toda su esencia y su parte favorita era ver cómo corrían un poco por sus muslos sudados y morenos. Su pareja no quedó atrás, ya estaban todas las sábanas manchadas de todas las veces que se vinieron. Parecían unos animales, pero no iba a pensar en eso ahora, sus deseos palcenteros eran más fuertes.

Es así como Iwaizumi había olvidado su enojo, la verdad es que no podía salirse con la suya con Oikawa, porque lo amaba demasiados y amaba como lo penetraba cada vez que tenían la oportunidad (casi siempre).

Ya recostados en la cama, abrazados sin importar ese olor a sexo, es que en un minuto de silencio Oikawa se levantó de la cama. Quedó algo extrañado ya que después de hacerlo, la mayoría de las veces se quedaban dormidos.

- ¿Pasa algo amor? - preguntó algo extrañado -

- no, es sólo que fue una noche estupenda. Y sé que quieres esto tanto como yo y lo siento por ser...tan lento.

Y así abriendo un cajón que estaba cerca, se asomó una pequeña caja de un color azul brillante. Y aunque era un poco chistosa la escena ya que el castaño se estaba arrodillando desnudo...es que la verdad ya nada le importaba, solo le importaba como Oikawa había tenido todo este tiempo una caja de compromiso y estaba con un poco de lágrimas en sus ojos.

- Acaso tu ya lo... tú...

- lo tenía planeado hace meses pero no sabía el momento indicado. Pero en realidad Iwaizumi es que no hay ningún momento, sólo con que estés tú y nos amemos, lo será. Así que...y-yo...- se había puesto un poco nervioso. ¡Por favor Oikawa! Habían tenido relaciones por arriba y abajo y ahora te da vergüenza pedir un matrimonio ¡Y desnudo! Aquí la dignidad no estaba, solo le importaba el rostro de felicidad de Iwaizumi.

- ¿Quieres casarte conmigo? - preguntó al fin después de tantos años de espera. Ya no tenía miedo, solo quería estar con Iwaizumi por el resto de su vida, aunque sonara lo más cursi posible.

- ¡Si!

Ni siquiera lo dudó un segundo. Iwaizumi se lanzó hacia Oikawa hasta caer al suelo. Y ahora los dos yacían en el suelo llorando de felicidad y con anillos en sus dedos. Había sido la mejor propuesta del mundo con el mejor sexo del mundo.

Ah...el poder de un buen trasero.





Café CalienteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora