Saye 136.

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"Durante mucho tiempo, mucho, mucho tiempo".





Jiang Cheng pensó que era bueno irse sin traer equipaje, ya que no había nada que empacar y no sentiría el ambiente de separación por adelantado en el proceso.

Gu Fei fue a la recepción y pidió una bolsa, metió en ella el matraz y no quedó nada más que empacar.

—¿Dónde está mi ropa interior? —Jiang Cheng fue al baño y miró a su alrededor, no encontraba la ropa interior que había lavado y puesto a secar ayer.

—En mi mochila—, dijo Gu Fei—, ya está seca.

—Ponla con el matraz—, dijo Jiang Cheng—, no te olvides de tomarlo más tarde.

—Solo es ropa interior vieja. —Gu Fei lo miró.

Jiang Cheng también miró a Gu Fei: —No es vieja.

Gu Fei no dijo nada, solo chasqueó la lengua.

—Si tienes algo que decir, dilo. —Jiang Cheng también chasqueó la lengua.

—Estás usando el mío. —Gu Fei dijo.

—... Oh—, Jiang Cheng bajó la cabeza y tiró de la cintura de sus pantalones para echar un vistazo—, solo tienes esta ropa interior, ¿verdad? Ya la tomé y te quedaste sin nada.

—Hm. —Gu Fei asintió.

—En el futuro, no recargues casualmente la tarjeta de alguien para comprar panceta de cerdo con mil yuanes—, dijo Jiang Cheng con expresión triste en su rostro—, al menos, cómprate primero algo de ropa interior.

—¿Por qué sigues recordando esos mil yuanes? —Gu Fei se rio.

—Mil yuanes—, Jiang Cheng mostró la distancia entre sus dedos pulgar e índice—, debería ser así de grueso.

Gu Fei suspiró y juntó sus dedos: —Así de grueso, lo tuyo serían diez mil, nunca me había dado cuenta de que tu capacidad de estimación era así.

—Eso solo significa que trató el dinero como si lo cagará—, dijo Jiang Cheng—, vámonos, ¿no se te olvida nada?

Gu Fei lo miró, pero no dijo nada.

Jiang Cheng lo señaló rápidamente: —No seas cursi.

—Hm. —Gu Fei asintió.

Esta era la segunda vez que acompañaba a Gu Fei a la estación.

Probablemente, porque esta repentina partida tomó desprevenido a Jiang Cheng, no había recobrado el sentido.

Fue solo cuando estaba parado en el metro que de repente se dio cuenta de que Gu Fei estaba a punto de irse.

Había llegado ayer por la tarde y se iba esta mañana.

La repentina oleada de desgana lo hizo incapaz de soportarlo por un momento, con la mirada perdida en el reflejo de sí mismo y de Gu Fei en la ventana.

—Vendré a verte el primero de mayo—, dijo Gu Fei—, tal vez pueda traer a Er-Miao entonces.

—De acuerdo—, Jiang Cheng giró la cabeza para mirarlo, estas palabras todavía le hacían sentirse a gusto—, pero, ¿puede Er-Miao hacer progresos tan grandes y en tan poco tiempo?

UN GATO Y UN CONEJO (sin corregir)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora