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El reloj marcaba las 2:53 de la mañana exactamente, otra noche más en la que mi seguridad se sentía comprometida por culpa de mis pésimas decisiones. El ruido y los murmullos de la gente a nuestro alrededor no me permitían escuchar bien a cualquiera de mis amigos que intentaban llamar mi atención para decirme algo.

"¿Estás segura de lo que vas a hacer?" Me dijo Gabriel tocando mi hombro mientras me hablaba. "Tengo entendido que le prometiste a tu tía que no ibas a volver a todo esto." Dijo con un tono de preocupación en su voz mientras subía el tono para que lo pudiera escuchar bien.

"Lo tengo claro y también me arrepiento de las decisiones que tomo al estar enojada, pero como comprenderás si no gano esta apuesta me costará más que un reproche de mi tía." Lo miré a los ojos y levanté mis hombros en señal de que ya estaba metida en el lío y no había vuelta atrás.

Después de algunos años asistiendo a carreras de autos no muy legales por así decirlo sin que ninguna persona en mi familia se enterara, tuve la gran dicha de que los planes cambiaran y ya no fuera así. Una noche en el cuartel de policía y veinte llamadas perdidas de tía Lucero fueron suficientes para perder la confianza que habíamos creado después de haberme mudado con ella, sin embargo, aquí estaba nuevamente en otra carrera arriesgando todo para no perder la maldita apuesta.

Me acerqué hasta donde estaba mi auto, allí se encontraban algunos de mis amigos revisando que todo estuviera bien para la carrera. Marcos, era el que siempre se encargaba de eso y yo hacía la verificación final.

"El motor, aceite, aire y combustible. Todo check." Se acercó hacía mi sonriendo mientras alzaba sus pulgares en señal de aprobación.

"Gracias, no se que haría sin ti en todo esto." Le dije mientras pasaba un brazo por arriba de sus hombros en símbolo de abrazo.

Personas iban y venían en el lugar, el motor de los carros en conjunto con la música llenaban la atmósfera con el sonido de estos y cada minuto que pasaba era uno menos para la carrera, mi última, por lo menos eso era lo que yo pensaba en ese momento.

Un chico con megáfono comenzó a anunciar que la carrera estaba por comenzar y que los corredores debían ir posicionándose en la línea de partida, éramos solamente dos corredores ya que de esa manera era que se manejaban las apuestas así se evitaba algún empate o algo cerrado si eran más de dos competidores.

Me monté en el vehículo y encendí nuevamente el motor para acercarme a donde nos estaban llamando. Usualmente siempre conozco a mi oponente, pero esta vez era alguien que no reconocía, aunque solo el carro me parecía uno que no haya visto antes. Me acomodé y volví a asegurarme que todo estuviera en orden y luego hice contacto visual con mi contrincante.

Sentí como si el tiempo se hubiera puesto en cámara lenta cuando vi sus ojos, una mirada penetrante de esas que no se olvidan, y justo cuando pensé que no me sentiría más flechada esa mirada se hizo pequeña al ser acompañada con una sonrisa. Era evidente que no la conocía, era una cara nueva. Linda cara por cierto.

"Hey nena, me llamo Vicky. Espero que sea una buena carrera." Dijo la chica de ojos azules mientras levantaba un pulgar hacia mi. No se si debía preocuparme por tanta amabilidad o devolverle tan lindo gesto que había tenía conmigo de vuelta.

"Soy Marina. Digo lo mismo." Le devolví una sonrisa un tanto tímida de vuelta y traté de concentrarme de nuevo en lo importante. La carrera.

El rugir de los motores llenaba el aire mientras me acomodaba en el asiento de mi auto, lista para otra emocionante carrera que estaba a punto de comenzar. Las vibraciones del motor resonaban en mi pecho, aumentando un poco mis nervios y la sensación de adrenalina dentro de mi cuerpo. El chico del parlante comenzó la cuenta regresiva y la velocidad se apoderó de mí, pise el acelerador y mi cuerpo se hizo uno con el espaldar detrás de mi. El viento chocaba con mi cara y veía el velocímetro subir más mientras aceleraba.

La primera curva se acercaba, y mi habilidad para maniobrar se puso un poco a prueba, mientras movía la palanca de cambios para poder tomar el control otra vez. Aunque luchaba por mantenerme en la cabeza de la carrera, la otra chica al volante logró adelantarme, llevándose la delantera en la contienda.

Las curvas seguían llegando, desafiándome a encontrar el equilibrio perfecto entre velocidad y control. La tierra seca y el polvo eran el espectáculo principal de la pista y lo que me hizo perder el control en una de las últimas vueltas. A pesar de intentar todo lo posible para poder recuperarme de aquel derrape en la pista, la victoria parecía escaparse de mis manos y la línea de meta se acercaba, y con ella, la decepción de no haber ganado la competencia.

"Maldición puñeta." Hice un refunfuño entre dientes luego de haber detenido el auto. Las personas conocidas y también extraños comenzaban a rodear el vehículo esperando que me desmontara de el. Sentía como mis mejillas se tornaban rosadas de la vergüenza al ver el gentío que estaba en el lugar para verme a mi, específicamente. Un instante después procedo a salir del auto y está mi mejor amigo, Gabriel, esperándome con una toalla para el sudor en un mano y una botella de agua en la otra.

"¿Todo bien Mari?" Preguntó un tanto preocupado al ver mi expresión facial y en respuesta solo asiento con la cabeza y tomó un poco de agua. "Ni te creo." Añadió y caminamos un poco lejos del tumulto que se había creado en el área.

Mientras vamos alejándonos siento como alguien me da un leve tope en la espalda para llamar mi atención, el primer instinto es voltearme a ver de quién se trata.

"Eres bien buena." Me dicen con voz un poco ronca, ahí me encuentro nuevamente con aquella mirada que me había sacado de sitio antes de la carrera. Era Vicky, como ella misma se había presentado. "La manera en que manejaste ese derrape, tendré que pedirte las técnicas." Agregó en un tono juguetón y me sonrió.

"Eso crees, perdí mucho el control por poco no lo lograba a la meta." Le respondí con poca confianza en mi voz y la mirada al suelo. "Gracias de todos modos, pero tú eres muy buena. No creo ser competencia." Dije y Gabriel me miró de reojo como en señal de que debía callarme.

"Creo que hay pocos buenos corredores aquí, y tu eres una de ellos." Levantó las manos en defensa y encogió los hombros. "Solo hablo con la verdad nena." Terminó de decir y siguió caminando delante de nosotros.

120km [young miko]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora