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Mi teléfono comenzó a sonar indicándome que era hora de levantarse.

6:30 de la mañana.

Llevo años tratando de ser un morning person pero no se me da, no hay nada como despertar sin el sonido de una alarma y eso es lo que tengo que hacer diariamente. Creo que tomé decisiones incorrectas al aplicar para este turno del trabajo, sin embargo, ya estaba hecho y la paga era buena. Hay que hacer sacrificios de vez en cuando.

Me encaminé al baño y tomé una ducha con agua fría, así finalmente terminaba de despertar. Me puse el uniforme, me maquillé un poco y traté de hacerme un recogido en el cabello. Aunque realmente no me quejo de cómo había dormido la noche anterior, mi mente seguía en querer estar acurrucada en mi cama hasta el mediodía.

En mi ruta hacia la cocina escuché una puerta abrirse detrás de mi y volteo para ver a mi tía recién levantada que se dirigía al baño.

"Buenos días." Hice contacto visual con ella antes de adentrarse al cuarto de baño.

Rápidamente preparé unos huevos revueltos y coloqué algunas rebanadas de pan a tostar, cuatro exactamente. Me serví un poco del jugo de limón que había en el refrigerador, procedí a terminar con los huevos y luego me senté a comer.

Me había acordado del hecho de que no tengo carro y me tocaría irme a pie al trabajo. Era relativamente cerca, pero la flojera a veces le ganaba a la productividad.

"Tía te dejé algo para desayunar en la cocina, nos vemos más tarde. Que te vaya bien hoy." Le grité desde la cocina esperando que ella me hubiera escuchado y me dirigí a la puerta de entrada para irme al trabajo.

Eran las 7:28 de la mañana. Iba bien de tiempo.

Al llegar saludo a Nancy la de recepción y camino para mi escritorio. Enciendo la computadora y me pongo a revisar si no había llegado una historia nueva que revisar.

Mi trabajo consistía en revisar, arreglar y pulir manuscritos de nuestros clientes. Para otros puede ser un trabajo simple pero requiere tener mucha paciencia y comprensión. Bastante diría yo.

Abrí una de las gavetas de mi escrito y saqué un estuche que tenían mis lentes que utilizaba para el trabajo. Todas las horas de lectura y uno del computador sacaban lo peor de mi vista, había tenido que buscar videos y ejercicios para no cansarme tan pronto de las pantallas, no era para nada cómodo del final del día.

La editora era poco conocida en la ciudad, pero me dió una oportunidad de trabajo muy buena para poder dedicarme en algo relacionado a mi título universitario, creo que esta era una de las razones por las cuales no había querido dejar el país. Me sentía conforme y mis habilidades eran tomadas en cuenta que usualmente hago los chequeos finales antes de mandar una edición final de nuestras historias.

Estábamos en una época del año un tanto floja, pero nunca faltaba uno que otro trabajo por hacer. Aparte de Nancy y yo, habían dos personas más en la oficina, podría decir que era la superior de ellos, Iván y Valeria. Me he encariñado con ellos porque trabajan bien y siempre me traen chocolates.

"Marina." Escuché mi nombre y unos toques en la puerta, que siempre estaba abierta, para fijarme que era Iván.

"Puedes pasar sabes, por eso siempre está abierta la puerta." Le dije aclarando y el solo rió.

"Siento que es de mal gusto entrar así por así, puedes estar ocupada y yo casualmente desconcentrarte." Dijo amablemente y se acercó donde mi. "Pero a lo que venía era a que el Señor Burgos mandó parte del manuscrito anoche y bueno. Es sumamente largo." Terminó de hablar y vi un poco de terror en sus ojos.

120km [young miko]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora