𝓒𝓪𝓷𝓬𝓲ó𝓷 𝓓𝓮𝓵 𝓒𝓪𝓷𝓪𝓻𝓲𝓸

"Fragmentos De Una Amistad Rota"

El tintineo de las llaves anuncia la llegada de Jorge a casa, después de una agotadora gira con la banda. Al ingresar, el cansancio pesa en sus hombros mientras deja sus cosas y se prepara para disfrutar de la tranquilidad de su hogar. Sin embargo, sin sospechar lo que aguarda en la penumbra, enciende la luz, revelando una presencia inesperada: Claudio, parado en silencio. El misterio se cierne en el aire mientras Jorge, ajeno a las revelaciones que aguardan.

La habitación se iluminó con la luz repentina, revelando la figura de Claudio en la penumbra. Jorge, sumido en la sorpresa, apenas tuvo tiempo de procesar la presencia de su amigo antes de recibir un puñetazo que lo derribó al suelo. La sorpresa y el dolor se entrelazaron en ese instante.

El temor se apoderó de Jorge al comprender el motivo detrás del golpe de Claudio. La traición que había mantenido en secreto se revelaba, y el miedo a perder a su canario, su amigo más cercano, lo inundó. Ante la amenaza de otro golpe, Jorge se encontró indefenso, enfrentando la furia y el resentimiento de Claudio. En ese instante, el amigo de toda la vida se desdibujó, reemplazado por un extraño lleno de rabia y dolor, marcando el inicio de una crisis inesperada.

En un susurro casi inaudible, Jorge pronuncia las palabras: "Pégame más fuerte, me lo merezco". En este momento, Jorge revela su propia penitencia, deseando que el dolor físico pueda mitigar el torbellino emocional que siente. Para Jorge, la idea de recibir más golpes de Claudio representa un intento desesperado de no ser abandonado, de mantener a Claudio a su lado.

Claudio, abrumado por la confusión y la traición, no puede contener la avalancha de emociones que lo consume. Las lágrimas brotan, llevando consigo la carga del dolor y la desesperación. Jorge, al presenciar el sufrimiento de Claudio, experimenta una punzada de remordimiento. En ese instante, se siente como el arquitecto de la devastación que ha desatado sobre su amigo, convirtiéndose en el ser más asqueroso en su propia percepción.

Jorge se incorpora del suelo y, lleno de remordimiento, se acerca para abrazar a Claudio. Sin embargo, a medida que sus brazos se encuentran, Jorge experimenta una sensación de vacío. Ese abrazo, que solía ser reconfortante y lleno de complicidad, ahora se torna frío y distante.

Claudio, a pesar del gesto, no puede ocultar la decepción y el rencor que siente hacia Jorge. El abrazo, en lugar de ser un símbolo de amistad perdurable, se convierte en la representación tangible de la brecha que ha surgido entre ellos. En ese momento, ambos se dan cuenta de que esos años de amistad, risas y confidencias parecen desvanecerse, dejándolos como dos extraños en medio de una conexión rota. La realidad de la traición ha marcado irremediablemente su relación.

En un destello del pasado, Claudio y Jorge retroceden en el tiempo, sumergiéndose en recuerdos que destilan la esencia de su juventud y una conexión que trasciende la amistad.

Era una tarde de verano, donde el sol tejía destellos dorados en el cielo. Claudio y Jorge compartían risas y sueños, sentados en el capó de un antiguo coche. La melodía lejana de la radio acompañaba sus conversaciones animadas, mientras la complicidad se formaba en sus miradas.

Claudio, con una chispa juguetona en sus ojos, compartía sus aspiraciones futuras, tejiendo un tapiz de posibilidades que incluía música, aventuras y un vínculo eterno. Jorge respondía con entusiasmo, revelando una conexión que iba más allá de la camaradería.

La escena cambia a una noche estrellada en una playa desierta, donde las risas de Claudio y Jorge se mezclaban con el suave susurro de las olas. Bajo la luz plateada de la luna, compartían confidencias que sellaban un pacto de amistad y complicidad.

El flashback nos transporta a un viaje por carretera, donde los dos amigos exploraban destinos desconocidos, envueltos en risas contagiosas y canciones que tejían una sinfonía de recuerdos imborrables.