𝓒𝓪𝓷𝓬𝓲ó𝓷 𝓓𝓮𝓵 𝓒𝓪𝓷𝓪𝓻𝓲𝓸

"El Peso Del Pasado"

Claudio se levanta del sillón y se dirige a Claudia con determinación. "Voy a la disquera a hablar... unos asuntos", anuncia, sintiendo la urgencia de resolver las cosas antes de que sea demasiado tarde. Claudia asiente en silencio, sus ojos reflejando una mezcla de preocupación y expectativa mientras lo observa partir.

Con paso decidido, Claudio sale de la casa y se encamina hacia la disquera. En el camino, su mente está llena de pensamientos tumultuosos, preguntándose qué encontrará y cómo resolverá los problemas que los aquejan.

Al llegar a la disquera, saluda a las personas que encuentra en su camino, pero su atención está completamente enfocada en la conversación que está por tener. Entra en la sala de ensayo de la banda y se encuentra con Miguel, quien parece perdido en sus propios pensamientos mientras está sentado frente a la batería.

"Ejem", hace Claudio, interrumpiendo el silencio tenso que llena la habitación. Miguel levanta la mirada, sorprendido por la presencia de Claudio, y le saluda con una sonrisa forzada. "Hola, Clau", responde, tratando de ocultar la preocupación que se refleja en sus ojos.

Claudio no pierde el tiempo y va directo al grano. "¿Qué pasa? Te vi con esa cara de muerto. Dime", le insta, sintiendo la urgencia de abordar los problemas que los aquejan.

Miguel vacila por un momento, sintiéndose atrapado entre lealtades divididas y emociones abrumadoras. Finalmente, reúne el coraje para compartir sus pensamientos. "Claudio... ¿en qué momento dejamos de ser aquellos amigos que simplemente estaban felices de tocar sus canciones?", pregunta, su voz cargada de tristeza y nostalgia.

Las palabras de Miguel golpean a Claudio en lo más profundo de su ser, desatando una oleada de recuerdos y emociones. Recuerda los días en que eran inseparables, viajando juntos y compartiendo sueños y risas en la carretera. Ahora, ese mundo parece tan lejano, remplazado por la frialdad y la distancia entre ellos.

"Tal vez debimos seguir tocando como aquel conjunto de pendejos", continúa Miguel, su voz llena de arrepentimiento y anhelo. "Ojalá no hubiéramos jugado a ser el conjunto internacional".

Claudio asiente en silencio, compartiendo el pesar de Miguel. Se da cuenta de que, en medio de sus ambiciones y sueños, perdieron de vista lo que realmente importaba: la música y la amistad que los unía. En ese momento, se enfrenta a la verdad dolorosa de que han perdido algo irremplazable en el camino hacia la grandeza.

La habitación se llena con el eco de sus palabras, cada uno sumido en sus propios pensamientos y emociones mientras reflexionan sobre lo que una vez fueron y lo que han llegado a ser. Aunque el camino hacia la reconciliación y la redención puede ser largo y difícil, ambos saben que es un viaje que deben emprender juntos si quieren recuperar lo que una vez perdieron.

Claudio se siente abrumado por la tristeza que ve reflejada en los ojos de Miguel. Siempre ha sido el pegamento que mantenía unida la banda, el que se encargaba de resolver los conflictos y mantener el espíritu del grupo vivo. Recuerda con nostalgia los momentos en que él y Miguel se unieron para trabajar en nuevas canciones, compartiendo su pasión por la música y la creatividad.

Con el tiempo, sin embargo, las cosas cambiaron. Jorge, con todos sus problemas, se convirtió en el foco principal de la banda, eclipsando la contribución de Miguel y desplazando su papel en el grupo. A pesar de sus esfuerzos por seguir adelante y continuar creando música juntos, sus canciones nunca parecían recibir el mismo reconocimiento que las de Jorge.

A medida que reflexiona sobre esta situación, Claudio siente una profunda empatía por Miguel y el dolor que debe estar experimentando. Se da cuenta de que Miguel ha sido dejado de lado y subestimado, a pesar de su talento y dedicación a la banda. Es un recordatorio doloroso de cómo las dinámicas del grupo han cambiado y evolucionado a lo largo del tiempo, y de cómo estos cambios han afectado a cada miembro de manera diferente.